Una mujer discute con ella misma. Asegura que alguien quiere expropiarle sus pensamientos, pero su otra yo la desmiente. Y en simultáneo a ese soliloquio que parece interminable, la vida sigue su curso. Es que el monólogo de media hora transcurre detrás de la vidriera del Teatro Tadrón (Niceto Vega 4802), y captura la atención del público que asiste a la función pero también la de los espectadores fortuitos que circulan por las calles y las veredas.
Shöñe se titula la obra que ofrece un viaje onírico hacia la subjetividad insondable de su protagonista. Escrito y dirigido por Jorge Diez, e interpretado por Ana Padilla, el espectáculo se ofrece a la gorra, con previa reserva por Alternativa Teatral, este domingo a las 19. “¿Quién nunca habló con uno mismo y se contestó? Eso es algo que todos hacemos. Hay peleas internas de este personaje que, por momentos, tienen que ver conmigo”, cuenta la actriz acerca del material que significó su vuelta al escenario luego de un tiempo prolongado sin poder actuar a causa de la pandemia. “Volver a actuar me hizo sentir viva de nuevo. Poder hacer esto fue muy importante para mí a nivel psicológico”, asegura.
La primera función se realizó a finales de 2020, con la primera apertura de los teatros, y su puesta significó una opción novedosa que confirma la capacidad de reinvención del sector. “Al comienzo, la idea era hacer un streaming. Pero a Herminia Jensezian, dueña del Tadrón, se le ocurrió hacer la obra en la vidriera. Y a mí me pareció una idea genial”, sostiene la actriz que aun con experiencia en unipersonales, luego de interpretar Córnea (2013) y Nina (2018), sintió la propuesta como un desafío.
“La primera vez que me subí a ese escenario me quería bajar inmediatamente, porque son muchos los estímulos externos. Están los colectivos, las bocinas y la gente que pasa. Y para mí actuar en ese contexto fue un aprendizaje y una experiencia muy interesante. Por eso todas las semanas voy al Tadrón, un día o dos antes de la función, para sentarme en la vidriera, pasar el texto y poder apropiarme de ese lugar”, revela al respecto.
El sonido de la obra llega a través de unos parlantes, y las butacas ocupan parte de la calle, a escasos metros del tráfico, pero con cuidada señalización. Para el espectador, en esta instancia, también se convierte en un desafío particular seguir las reflexiones de la protagonista que compiten con la ruidosa ciudad.
“Desde la vidriera no percibo si la gente se ríe, porque el vidrio actúa como un filtro, pero puedo ver que quienes están sentados en sus butacas están muy atentos. Y también observo que algunos ciclistas y peatones se paran a mirar. El público está muy agradecido, y colegas incluso se acercan a saludar con lágrimas en los ojos por esta posibilidad de ver teatro de esta manera, porque Shöñe es eso, es teatro, y no un espectáculo performático. Para mí hacer esto es muy placentero”, continúa la actriz que actualmente se encuentra dirigiendo, también en el circuito independiente y en formato de unipersonal, Juana La Loca, una de las piezas emblemáticas de Pepe Cibrián Campoy.
“Conocí esta obra cuando la hizo Patricia Palmer, y me enamoré. Y en esta ocasión dirijo a la actriz María Seghini, a quien le propuse este material cuando me buscó para que la dirigiera”, comparte Padilla sobre la obra que puede verse los jueves a las 20.30, en Patio de Actores (Lerma 568). “Es un texto muy complejo pero muy poético en el que Juana, que estuvo presa durante más de cuarenta años, cuenta su vida. Y en escena también aparecen, interpretados por la misma actriz, otros personajes como su madre Isabel y su nieto Felipe. Este nuevo proyecto comenzó antes de la pandemia y llegamos a hacer funciones en La Plata, pero recién ahora pudimos estrenar en Capital. Después de tanto tiempo sin teatro, poder actuar y dirigir es algo para agradecer”.