La Naturaleza no es una mercancía más de la cual extraer ganancias a cualquier precio. La crisis ambiental acecha el futuro de las próximas generaciones. El cambio climático provocará escenarios peores: el aumento de las temperaturas que ya se está experimentando, bajantes de grandes ríos, sequías y acidificación de los océanos (por el aumento de las emisiones de dióxido de carbono). Ciudad verde es una nueva revista digital creada por el Defensor del Pueblo Adjunto, Arturo Pozzali, con la colaboración de la titular del área de Conducción Ejecutiva de Derechos Urbanos, Espacio Público y Medio Ambiente, la arquitecta Bárbara Rossen, y el responsable de Coordinación Operativa de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Hernán Invernizzi. “El desafío es articular la perspectiva ambiental con el urbanismo y el desarrollo económico porque la forma de producción y consumo nos va llevando a una ciudad cada vez más insalubre. Queremos poner en agenda la dimensión ambiental como derecho humano”, dice Rossen a Página/12.
En los artículos de la primera edición de Ciudad verde, titulada “Ambiente y Pandemia”, se aborda el cruce entre derechos ambientales y humanos, el cambio de paradigma en el contexto de la pospandemia y la relación de los seres humanos con la naturaleza, entre otros temas de esta revista de carácter trimestral. Escriben el responsable del Observatorio Ambiental de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, Elio Brailovsky; la integrante de la Asociación Argentina de Médicos por el Medio Ambiente (AAMMA)y de la International Society of Doctors for the Environment (ISDE), Lilian Corra; el director ejecutivo de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN), Andrés Nápoli; la legisladora porteña Manuela Thourte; y el activista de Consciente Colectivo, Isidro Blanco Strasser, entre otros.
Rossen inscribe la revista Ciudad verde como parte del trabajo que está realizando la Defensoría del Pueblo de la Ciudad en la protección y defensa de derechos. “La dimensión ambiental es trasversal; lo que hacemos es tener una mirada integral urbano-ambiental de la ciudad. La pandemia pone en evidencia la importancia de la sustentabilidad como principio rector en toda política pública”, advierte Rossen. “Ecologizar la ciudad significa recuperar y resignificar los paisajes naturales. Nuestro mejor paisaje natural es el Río de La Plata –plantea Rossen-. Queremos recomponer la relación de la ciudad con el río y también preservar las tierras públicas, que son la oportunidad para incrementar los espacios verdes como lugar de la vida comunitaria donde se construye identidad colectiva; poder preservar la biodiversidad; crear huertas orgánicas; tener más presente el ciclo de la vida dentro de la vida humana, que tiene que ver con tener una vida más saludable”.
En el artículo que escribió para la revista, Rossen recuerda un fragmento del “Mensaje Ambiental a los Pueblos y Gobiernos del Mundo”, de Juan Domingo Perón: “El ser humano ya no puede ser concebido independientemente del medio ambiente que él mismo ha creado. Ya es una poderosa fuerza biológica, y si continúa destruyendo los recursos vitales que le brinda la Tierra, solo puede esperar verdaderas catástrofes sociales para las próximas décadas”. Cincuenta años después, continúa interpelando con la misma potencia, pero con más urgencia. “Los japoneses dicen que cuando uno hace un proyecto tiene que pensar en cómo impacta en las próximas siete generaciones. La sustentabilidad te permite que la vida urbana progrese y no se enferme a sí misma porque las ciudades se enferman por su forma de producir y de vivir. Hay que incorporar la sustentabilidad pensando en las generaciones futuras. Perón lo pensó y me asombra que sea tan vigente un discurso de hace cincuenta años”, concluye Rossen.
¿Por qué el Estado y las organizaciones políticas minimizan la gravedad de la crisis ambiental? “Años atrás la mayor parte de la política minimizaba el problema de los derechos humanos; fueron los organismos los que instalaron el problema en la agenda política. Más recientemente la política minimizaba las demandas de los feminismos, que instalaron el asunto a través de sus movilizaciones. Ahora está pasando algo semejante con la catástrofe ambiental. Mientras la política mira para otro lado, la sociedad civil le recuerda que tenemos un solo planeta y que no hay Plan B”, explica Hernán Invernizzi, editor de Ciudad verde. “Las dirigencias políticas de los países centrales tienden a minimizar la crisis ambiental por presión de las grandes corporaciones económicas, para las cuales la naturaleza es una mercancía como cualquier otra. En las dirigencias de los países pobres y dependientes como el nuestro, predomina una teoría, falsa, según la cual hay una contradicción entre desarrollo y cuidado del ambiente –advierte Invernizzi-. Se cree que la única manera de equilibrar el déficit de divisas o de superar la desocupación es con la sobre explotación de la naturaleza. Se suma a eso la fuerte presión de un modelo empresarial que hace décadas se ha instalado en la lógica de las altas ganancias a corto plazo”.
Invernizzi, autor de Un golpe a los libros junto a Judit Gociol, hilvana una reflexión que suma luchas del pasado y el presente. “Gracias a la movilización de los organismos de Derechos Humanos nuestro país evitó una catástrofe moral. Gracias a la movilización de las mujeres nuestra sociedad comienza a desafiar al patriarcado. Quizá la movilización de los ambientalistas consiga instalar en la agenda política que no hay desarrollo sin cuidado ambiental, y que no hay ganancias, votos ni futuro si se siguen repitiendo los mismos errores que nos trajeron a esta situación”.