Julián Domínguez cerró un acuerdo en la semana para abrir parcialmente las exportaciones de carne y este fin de semana fue a poner el cuerpo para defenderlo ante los ganaderos en La Pampa. Las entidades que integran la Comisión (o Mesa) de Enlace firmaron, pero posteriormente criticaron la postura del flamante ministro del área y su discurso de presentación del plan de desarrollo agroindustrial, señalando que "reflejan su accionar intervencionista". Domínguez eligió responder desde Santa Rosa, cara a cara con los ganaderos. "Vamos a establecer reglas claras para el futuro: en maíz, trigo y carne vacuna se definirá una ecuación transparente de cuánto se produce y cuánto se consume. El saldo exportable surge de la diferencia entre ambos. Cuando definamos el saldo exportable, una vez que se alcanza cerramos las exportaciones, para que no falte producto para el consumo interno. ¿No querían previsibilidad?", apuntó. 

El planteo podrìa sonar obvio y hay quién afirmaría que es lo que siempre ocurrió. Pero la realidad es más compleja, y una de las cuestiones que la complejiza es la distorsión estadística entre los datos que manejan ciertas entidades y las que se toman de referencia en el sector público. Conciente de esta dificultad, uno de los primeros pasos que dio Domínguez cuando encaró el conflicto de la carne, fue diseñar un informe estadístico y obligó a todos los participantes de la pulseada a debatir a partir de ese cuadro de situación y no otro.

Las estadísticas del ministro dicen que las exportaciones de carne vacuna en 2020, en toneladas, constituyen "un récord histórico en la historia de la ganadería argentina". En este 2021, con el levantamiento parcial de la prohibición de exportación de carne de vaca conserva a China desde este lunes (el resto sigue con las mismas restricciones hasta fin de año, indicó el ministro), aunque por debajo del año pasado, sería el segundo mayor volumen de exportaciones histórico. "Quien diga que las exportaciones estuvieron cerradas, falta a la verdad", recita el ministro.

Esos números también revelan que la relación entre exportaciones y producción de carne bovina alcanzó, el año pasado, al 29%. Este año oscilará entre 27 y 28%. "Los técnicos sostienen que hay un tope, que puede estar en el 22%, o en el 24, que si se supera, salta la térmica", lo que sin metáfora significa que se tensiona el mercado interno por escasez, o aumentan los precios y cae el consumo. Esto último es lo que sucedió en estos dos años. Y es lo que impone que sigan las restricciones a las exportaciones hasta fin de año.

Domínguez llegó el viernes a La Pampa conciente de que entraba en terreno hostil. Son las huestes de Carbap, entidad de base de CRA, que había calentado el ambiente con un documento emitido el jueves a la tarde, en el que reflejaba su rechazo a esos mismos argumentos.

"Al declarar como bien cultural a la producción de maíz, trigo y carne, para administrar con inteligencia los saldos exportables, nos dice que seguirá dejando sujetos a controles las exportaciones de dichos productos", sostuvo Carbap. Además afirma que "las medidas anunciadas referidas a las exportaciones de carne, acompañadas de expresiones en donde se refleja su accionar intervencionista al volver a cupificar o cuotificar en no más del 22/24% la exportación de lo producido, claramente desincentiva y desalienta cualquier inversión ganadera con miras a la exportación". 

El ministro ratificó los dichos que Carbap había criticado en su encuentro del viernes con dirigentes locales en La Pampa --el intercambio se extendió por más de cuatro horas-- y nuevamente el sábado durante la la 95º Exposición Agrícola Ganadera de Santa Rosa. Propuso "dejar ese discurso que sólo hace que los frigoríficos le bajen el precio a la hacienda cuando los dirigentes dicen que no se va a poder exportar" y que se sumen a la propuesta que hará el Ministerio para mejorar los índices de productividad ganadera, el rendimiento (en kilos de carne) por animal, el índice de preñez y "lideremos la producción sustentable, ambientalmente equilibrada del ganado alimentado a pasto, con certificación  de origen". Una "ganadería verde" que, aseguró, redundará en mayor valorización internacional de la carne argentina. 

Domínguez no improvisó sobre la marcha esas alternativas. Son las cartas de una política para el sector que el ministro de Agricultura y Ganadería va desplegando a cada paso, pero sin interrupción. El reordenamiento del mercado de la carne tiene varias aristas y Domínguez no lo quiere dejar circunscripto a una pulseada con la Mesa de Enlace. La certificación en origen de la ganadería sustentable y el plan de incentivo ganadero para mejorar indicadores de producción son parte central de su agenda para 2022. En los próximos días recibirá los estudios académicos sobre los principales productos del agro, los "bienes culturales" maíz, trigo y carne, que definan la ecuación entre producción, exportación y consumo posibles, que luego volcará en las discusiones con los distintos sectores involucrados. 

Asegura que no va a haber conflicto con las entidades rurales de aquí a fin de año y centrará su atención en el comportamiento de los frigoríficos, donde cree que ahora está la clave para evitar que no haya nuevos aumentos hasta las fiestas. 

Llevó el debate al Congreso por una ley para el desarrollo de la agroindustria, consensuado en buena medida con los peso pesado de la agroexportación, pero promete no descuidar a la agricultura familiar. Sector para el cual, esta misma semana, dará a conocer un proyecto de ley de fomento a este modelo productivo. 

Varios en el sector recordaron que su primera actividad pública, apenas asumió como ministro, fue reunirse en el Centro Cultural Kirchner con organizaciones de la Agricultura Familiar de todo el país, oportunidad en la que ya aludió al proyecto de ley que saldrá a la luz esta semana. "No soy el ministro de las corporaciones", le dijo Domìnguez ese día a alguno de sus interlocutores. Lo que le va quedando claro a aliados y adversarios es que vino a poner en debate el modelo productivo y revalorizar el rol del Estado, devolviéndole roles estratégicos, por ejemplo, al INTA y a Senasa.