Los situaciones inesperadas son las que muchas veces terminan sentenciando una infinidad de circunstancias. El duelo entre River y Boca ofreció un momento en el cual una reacción intempestiva fue el factor clave para lo que transcurrió después.
La experiencia de Marcos Rojo no se notó cuando el árbitro Rapallini sancionó una falta, por una infracción violenta cerca de la mitad de la cancha. El jugador de 31 años se quejó de forma vehemente por la sanción, e inmediatamente recibió la segunda tarjeta amarilla y se fue expulsado.
El episodio con el ex Manchester United ocurrió a los 16 minutos. Lo que sucedió después fue algo que no estaba en los planes de ninguno de los entrenadores: Sebastián Battaglia y Marcelo Gallardo.
El conductor de Boca tuvo que reamar el equipo con el ingreso de otro marcador central (Zambrano), y resignó al hombre más creativo con el que contaba: Cardona. Del otro lado, el entrenador también analizó la posibilidad de una modificación para juntar más gente en ataque, teniendo en cuenta que poseía un jugador de más.
El joven Julián Alvarez, ocho minutos después de la salida de Rojo, realizó una maniobra que detuvo cualquier decisión de Gallardo, con una resolución individual que terminó en el primer gol del partido. El delantero se sacó a su marcador de encima, y definió por arriba de Rossi con un remate que terminó sorprendiendo hasta a sus propios compañeros. La pelota bajó de golpe y se metió por el medio del arco.
El partido tomaba un rumbo diferente en ese instante. Boca se veía obligado a salir a atacar para intentar el empate, pero con diez hombres le resultaba muy difícil. A eso había que agregarle que ya no contaba con su enlace clásico, y armar jugadas en ofensiva parecía una utopía.
River tenía todo a su favor: un futbolista y un gol. La tranquilidad fue ganando espacio en el conjunto local, y se adueñó de la tenencia de la pelota, en una postura tradicional bajo el mando de Gallardo. Las aproximaciones hacia el área visitante fueron apareciendo con frecuencia, y Alvarez volvió a aparecer en el final de la primera etapa para volver a festejar.
Santiago Simón desbordó por la derecha, lanzó la pelota al centro del área, y Alvarez tocó suave para ubicar la pelota en el palo derecho de Rossi. La ventaja de River también era futbolística, debido a que en el desarrollo era muy superior.
Battaglia volvió a reordenar las piezas en el segundo tiempo, con los ingresos de Rolón y Medina, pero siguió careciendo de elementos que le permitan desequilibrio en el campo rival. Los ingresos de Molinas y Vázquez fueron demasiado tarde, y apenas le alcanzó para encontrar un gol en el descuento, con un cabezazo de Zambrano que no pudo controlar el arquero Armani.
River logró la primera victoria sobre su máximo rival en torneos locales bajo el mando de Gallardo, con el agregado de que lo depositó en lo más alto de la tabla de posiciones, hasta que Talleres juegue su compromiso. El despegue que significa una victoria de estas características es lo que tal vez necesite el plantel para poder saldar la deuda pendiente: un título en el fútbol argentino. El festejo de los jugadores en una ronda sobre el círculo central fue el reflejo de lo que significa lograr tres puntos de esta manera.