Sin convivio no hay performance. Los cuerpos vuelven al espacio público. “¿Cómo se pasa de la vulnerabilidad a la potencia?”, fue la pregunta que intentaron responder Graciela Casabé (directora general), Maricel Álvarez (curadora de la programación artística) y Susana Tambutti (directora académica) a la hora de pensar la cuarta Bienal de Performance (BP.21), que tendrá un nuevo formato extendido y se realizará del 19 de noviembre al 16 de abril de 2022. Se presentarán más de veinte creaciones en carácter de estreno mundial; un programa académico anclado en la diversidad y la disidencia, y dos programas invitados: Impulso cazadores, curado por Mariana Obersztern y Festival de Arte Queer-FAQ-, con curaduría de Lisa Kerner y Violeta Uman. La apertura será con Inflation, de Diego Bianchi, una videoinstalación en la que un grupo de performers utilizan mega prótesis corpóreas como trajes para reflexionar sobre cómo el cuerpo contiene todo lo vivido, lo comido como lo gozado; y Toborochi, con el artista Jorge Crowe, el músico Javier Bustos y la bailarina y coreógrafa Leticia Mazur, tres cuerpos que deambularán por la Plaza Rubén Darío portando ensamblajes técnico-orgánicos, generando luz y sonido, afectándose y transformándose recíprocamente.

La Bienal –que cuenta con el apoyo de la Fundación Santander a través del programa Mecenazgo Cultural del Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires- cerrará su programación con el estreno de los dos proyectos seleccionados en la primera convocatoria abierta que organiza desde su creación en 2015. El jurado que elegirá estos trabajos está integrado por Alejandra Aguado, Mercedes Halfon y Fernando Rubio. “Lo que ha pasado nos ha cambiado y como Bienal nos hizo pensar qué estábamos haciendo, para quién, hacia dónde deberíamos seguir”, dijo Casabé, la directora general, durante la presentación de esta cuarta edición que pasó de mayo a noviembre para aprovechar los meses más lindos para la apropiación del espacio público. “Los artistas, muy golpeados por la pandemia, necesitan que les abramos la mayor cantidad de puertas posibles”, destacó Casabé.

Las puertas están abiertas para Mercedes Azpilicueta y Agustina Muñoz con la propuesta El ala interior, un homenaje a las mujeres y adolescentes que vivían y trabajaban en las casas de las familias de la oligarquía de fines del siglo XIX y comienzos del XX, cuyas vidas quedaban por completo ligadas y supeditadas a las necesidades de sus empleadores. Se programará una pieza icónica de Azpilicueta: Yegua-Yeta-Yuta, compuesta a partir de una letanía de cientos de insultos peyorativos, abusivos y vulgares, dirigidos a las mujeres en la Argentina. En Arco reflejo (acupuntura/nuevos altares), Sofía Durrieu trabaja con una serie de situaciones en las cuales un grupo de dispositivos (altares quirúrgicos) articula una serie de contactos muy específicos y regulados entre un operario y una persona que decide participar. El cuerpo del mago de la danza contemporánea no está en la BP.21; es el cuerpo del bailarín y coreógrafo, el cordobés Luis Biasotto, cofundador del grupo Krapp junto a Luciana Acuña, que murió en mayo de este año, a los 49 años, a causa del coronavirus. En Réquiem: la última cinta del grupo Krapp, un “concierto performativo sobre la muerte, el vacío, la fragilidad y la magia”, los creadores del grupo parten de la siguiente premisa: la ausencia de uno de sus miembros fundadores es un agujero que ninguna estrategia compositiva o espectacular puede llenar, sino apenas evidenciar.

“La programación se construye a partir de una conversación que iniciamos con los artistas y que continuamos hasta el momento en que estrenan sus piezas en la Bienal. Por lo tanto, la palabra, el poder performativo de la palabra, pero también el poder de la palabra para traer algo de sosiego en tiempos tan difíciles, fue esencial en el momento de diseñar la programación artística”, subrayó Álvarez sobre ese trabajo previo tan fundamental para los artistas, que necesitan ser escuchados y acompañados en los procesos creativos. En Soy tu performer”, Iván Haider hará un ejercicio de acumulación en el que un cuerpo es ofrecido como materia para ser intervenido de ocho maneras y perspectivas distintas. Tamara Kuselman en El testimonio y sus huesos desplegará una experiencia inmersiva sobre cómo las vivencias traumáticas marcan pero no definen la identidad. Algunas notas para inventar otros mundos, de la Compañía La Mujer Mutante, con Victoria Roland y Juan Coulasso, es una experiencia transgenérica, una pieza diseñada para ser escuchada en movimiento por una comunidad de caminantes en un rincón periférico de la ciudad. La programación artística se completa con las creaciones de Gonzalo Lagos, Guille Mongan, Jor Mongan, Mariano Llinás, Rabih Mroué (actor, dramaturgo y artista visual libanés), Andrea Servera, Mariana Tirantte y Lisandro Rodríguez.

El programa académico, “Cuerpos (re) situados”, contará con propuestas de Vir Cano, Bernardita Epelbaum, Marsha Gall, Margarita Molfino, Alina Marinelli, Lía García (La Novia Sirena), Po Shitsa, Mariana Moreno, Ricardo Manetti, María Valdez, Florencia Mazzadi,Mariela Bond, Dolores Curia y Georgina Orellano. “La idea es visibilizar discursos, corporalidades y praxis que no encajan en la normatividad, que irrumpieron interviniéndola o transgrediéndola. Los cuerpos resituados cruzan límites y renuevan los léxicos conceptuales desde sus diversas posiciones”, planteó Tambutti. Regresa el vértigo de los cuerpos que construyen espacios de resistencia.