“¿Quién le debe a quién?”. La pregunta que vienen formulando los feminismos, y que en Argentina impulsan las investigadoras, docentes y activistas Verónica Gago y Luci Cavallero va más allá de las deudas de los estados, y viene a poner el foco en “el sobreendeudamiento de los hogares, especialmente aquellos que están a cargo de mujeres y por lo tanto una dinámica de endeudamiento articulada con mandatos de género”. Así lo define Gago, quien lo describe como un engranaje, enlazado con la “hiperprecarización del trabajo” y el trabajo reproductivo no remunerado. Aquello que durante el gobierno neoliberal se impuso, la pandemia lo agudizó. En la vida cotidiana, significa una sobrecarga que deja exhaustas a las mujeres: la rueda no se detiene y hay que endeudarse para pagar lo más esencial. “Tenemos que poner fin a las nuevas formas de esclavitud por deuda. A la servidumbre involuntaria a la que somete el capital financiero”, es una de las propuestas del libro ¿Quién le debe a quien? Ensayos transnacionales de desobediencia financiera, editado por Silvia Federici, Gago y Cavallero. Mañana, a las 17, las dos activistas argentinas presentarán el libro y darán un seminario web sobre el impacto del endeudamiento en la vida de mujeres y diversidades, en una actividad virtual organizada por el Sindicato de Empleados de Comercio, de forma gratuita.
“La investigación que hicimos desde el año 2017 relevando la forma de endeudamiento, nos mostró un cambio sustancial y muy importante en el macrismo. Un cambio cualitativo. Lo que aparece con Macri es un endeudamiento destinado a comprar bienes y servicios básicos para sostener la vida cotidiana, es decir, para comprar alimentos, medicamentos. Un endeudamiento que ya no se transforma en algo excepcional o en algo que se puede utilizar para financiar algo circunstancialmente, como puede ser festejar un cumpleaños o un viaje o comprar un electrodoméstico, sino que empieza a completar los ingresos e ingresos cada vez más depreciados por el ajuste fiscal, pero también por el avance la inflación”, detalla Luci Cavallero sobre este fenómeno al que las feministas politizaron cuando, en los actos del 8 de Marzo, lanzaron la consigna: Vivas, libres y desendeudxs nos queremos. “El endeudamiento empieza a completar los ingresos, y de una manera nueva, ya que hay varias fuentes endeudamiento”, sigue Cavallero. Las autoras escribieron un libro anterior, “Una lectura feminista de la deuda”, que también se encuentra para descargar en la página del colectivo editorial Tinta Limón.
“No todos los sectores sociales acceden al mismo tipo de financiamiento, pero hay algo muy elocuente que sucede gobierno de Macri que es el endeudamiento masivo de las mujeres a través de la Asignación Universal por Hijo. Ese subsidio que en su momento funcionaba para sostener las necesidades básicas para cumplir con la crianza de un niño o una niña, empieza a depreciarse aceleradamente. Y empieza a ser necesario tomar deuda con el ANSES para poder comprar alimentos. Esas mujeres no tienen una sola deuda, sino que en una casa pueden aparecer varias deudas o varias fuentes de endeudamiento con distintas condiciones”, sigue el relato. Las entidades financieras no bancarias tienen un papel fundamental, sobre todo en los barrios. Así, los hogares tienen una “canasta de deudas”. “Muchas veces se toma deuda para refinanciar otras deudas ya existentes. Entonces se va haciendo una gestión al interior del propio sistema de endeudamiento”, describe Gago.
Para Gago, fue importante “visibilizar la variable endeudamiento como una variable clave, que en general se esconde, por toda esta dimensión de culpa, de vergüenza, de problema privado, que es parte de los rebusques de la economía cotidiana, pero no tomaban una dimensión de problema público”. Por eso, Gago subraya que la politización ha sido “un primer movimiento que se ha logrado instalar”. En el libro, en el manifiesto que firman junto a Federici, está expresado con toda claridad: “La deuda funciona como la máquina más grande de acumulación de riqueza para el capitalismo actual y, simultáneamente, como una forma de control social. La deuda es una herramienta política del capital para explotar y confiscar la vitalidad social y determinar el tiempo futuro”.
Que la presentación del libro sea organizada por el Sindicato de Empleados de Comercio les parece crucial. “Uno de los ejes que a nosotras más nos interesa trabajar es la relación entre deuda y trabajo. Porque eso también rompe ese lugar común de que las finanzas no tienen nada que ver con el mundo del trabajo”, dice Gago, para plantear: “Lo que vemos es todo lo contrario. ¿Cuál es la relación entre el empobrecimiento de las les trabajadores? La pérdida de poder de salario, la pérdida de derechos y la obligación endeudarse para vivir”. Lo que señalan es que “esta dinámica progresiva de endeudamiento obliga a vínculos laborales cada vez más precarios”. Las personas interesadas en participar de la actividad pueden inscribirse en línea.