Su ¡grrriquísimo! es tan tentador que cualquiera puede caer en sus garras. Pero aunque Lautaro Cura zafó de los célebres copos azucarados, no lo hizo de su figura protagónica: el Tigre Tony. De hecho, el primer adelanto de su nuevo disco aludía, más que a la marca de cereales, a los encantos del felino en vías de extinción publicitaria. A tal punto que el arte de tapa tiene a uno de los tigres más populares de todos los tiempos en primer plano, aunque bajo los encantos de la lisergia química. O eso pareciera. Lo que sí está claro es que el título de la canción es un juego de palabras que resume todo: Su carita.

"Cuando lo compuse, el chiste salía solo", evoca el creador y frontman del laboratorio sonoro Isla de Caras. "Me cayó la ficha automáticamente, y me casé con que el estribillo fuera así. Estuve incluso a punto de cambiar el nombre del tema. Era una reverencia a la cultura pop", explica. Sin embargo, apareció el fantasma de la intimidación legal.

El arrebato había surgido luego que la cantante indie pop Clairo hiciera Flamin' Hot Cheetos. "Si me preguntás desde dónde compongo, ésa fue la excepción. No hay otros chistes en el disco", advierte el músico. "Viene de adentro, del sentimiento. Y cuando no lo hacés, hay algo que te queda apretado", dice sobre el nuevo repertorio, que presentará el 15 de octubre en la Ciudad Cultual Konex.

► Una caricia de verano

En tanto saborea un café, Lautaro comparte su reciente experiencia recitalera en España. "Estuvo hermosa", sintetiza. “Armé algo medio Ivi Lee, de Nairobi, en plan de dubmaster. Eso me permitió jugar con la cosa más psicodélica de este pop psicodélico que tiene el proyecto. Tuneo, valles, subidas y afinación. Se generó todo eso."

Una caricia se llama el flamante álbum de Isla de Caras, donde siguiendo el epítome de buenas costumbres de la modernidad argentina hace una traducción impecable de la contemporaneidad musical. "Si mi disco anterior, Chango (2018), era muy de calendario de lo que nos gustaba, acá hay una transformación a partir de la ausencia", define.

Grabado entre Buenos Aires y Berlín, el costado alemán radicó en los sintetizadores y bajos. "Alquilamos un estudio que supuestamente era de sintetizadores, y cuando llegamos era la casa de un tipo con un cuarto lleno de sintes, uno sobre el otro", hilvana. "A diferencia del primero, este disco fue grabado en capas distintas. Y eso se traduce en su polifonía."

Debajo de esos estratos, el disco desborda información. "En un tema como Idiota, el bajo es acid house", ejemplifica. "Hay un montón de cosas de la electrónica llevadas a planos cancioneros. Una referencia es Chica del verano; si le apagás la guitarra y la armonía y le dejás la programación, es un techno", describe el hit estival 2021 que tiene feat de Clara Cava, ex compañera suya de la facultad.

► La isla mutante

Una caricia es, por sobre todo, una oda al pop. "Si la música urbana ocupa los spotlights, quizá ésa es la nueva música pop", reflexiona. "Nunca tuve prejuicios con el pop. Escuchaba a Christina Aguilera en una época en la que arranqué con los bongós. Es música popular, anti esnob. No hay demasiada ciencia."

A pesar de que el indie, el romance y lo latino giran en torno al segundo disco de Isla de Caras, Lautaro insiste en rescatar su veta pop. Una, por cierto, bien onírica. "Me gusta decir que hacemos eso porque la canción sigue siendo el núcleo de la composición, pero desde un lugar poco convencional", justifica.

Además de la evolución del proyecto, la secuela de Isla de Caras representa el link entre el existencialismo milénico y el ímpetu centennial. "El primer EP, Todo lo sólido se desvanece en el aire, de 2016, tenía más componentes electrónicos", desempolva. "Pero cuando esto se volvió una banda, volvimos a las programaciones."

Esto despierta el interrogante de si estamos ante un emprendimiento solista o una avanzada grupal. "Isla de Caras tiene el potencial de cambiar y ser flexible en cuanto a su formación", aclara. "Hay un montón de proyectos que funcionan de esa manera: Helado Negro, LCD Soundsystem. Existe algo en ese híbrido medio misterioso que me sigue convocando."

► La crisis del pop sensible

Mientras musicalmente Una caricia era atravesado por las teclas, las letras iban tomando forma de ruptura, tanto en el amor como con la ciudad o la identidad. Según su autor, es un disco acerca de la crisis y la fragilidad. Por eso es una caricia, y no dos. "Una sola caricia es una especie de despedida, pero también el inicio de otra cosa", dice.

Matías Cella y Ezequiel Kronemberg le metieron manos, cabeza y corazón a esta construcción por etapas. Al tiempo que Rosario Ortega, Delfina Campos, Juana Rozas, la mexicana Vanessa Zamora, Axel Fiks y Clara Cava prestaron sus voces y talento en algunas de las 10 canciones que constituyen este repertorio.

Uno de los ausentes fue Guacho Bleu. Pero Lautaro advierte que ya están afinando ese déficit. "En la pandemia, necesitaba que me tiraran un centro emocional. Cuando lo escuché, tuve una sobredosis de empatía. Le escribí, nos juntamos y pegamos un ondón. Lo quiero tener dando vueltas en mi órbita. Él es una muestra de que hay lugar para propuestas sensiblonas como las nuestras."