El Banco Mundial proyecta un crecimiento para la Argentina del 7,5 por ciento en 2021 y 2,6 por ciento el próximo año, en un contexto de recuperación global tras la pandemia. Según el análisis realizado por la entidad, a la Argentina le demandaría al menos dos años recuperar lo perdido en 2020 por el impacto de la Covid-19, y tres años volver a los niveles de fines de 2018. Al respecto, William Maloney, el economista jefe del banco para la región sostuvo que “la buena noticia es que la región está creciendo por el avance en la vacunación, pero la recuperación es más lenta porque no estamos recuperando en promedio lo que perdimos. El crecimiento de 2022 es insuficiente para reducir la pobreza”.
A su vez, el economista dijo que no ve una aceleración descontrolada de los precios en el país: “La inflación esta cerca del 50 por ciento, pero el gobierno sigue contando con algunas herramientas para evitar que la crisis se profundice, como llegar a un acuerdo con el FMI y aclarar las expectativas; sin embargo, estamos hablando del corto plazo y una vez que haya más estabilidad, el país debe abordar sus problemas estructurales de mediano plazo porque casi no ha crecido en la última década”.
A nivel regional, las previsiones de crecimiento para 2021 se han actualizado durante el verano del hemisferio norte y se espera que el crecimiento regional se sitúe en el 6,3 por ciento en 2021, lo cual es "insuficiente para revertir las pérdidas del 6,7 por ciento de 2020", indicó Maloney. En el informe, el banco consideró que “se necesitan reformas urgentes para impulsar el crecimiento y evitar otra década perdida en América Latina y el Caribe”.
Maloney pidió bajar los subsidios energéticos a los sectores que no los necesitan para mejorar la eficiencia del gasto público. Entre las "reformas fundamentales" alentadas, el informe señala la ineficiencia en el gasto y en las contrataciones públicas.
"No se trata de recortar el gasto de forma generalizada -como se ha hecho tantas veces a lo largo del tiempo, y que ha resultado en fuertes efectos contractivos-, sino que significa hacer un mejor uso de los recursos existentes", sugirió el Banco, entre otras recomendaciones.
Desde 2010 hasta que se desató la pandemia, la región de América Latina creció un 2,2 por ciento anual, al mismo tiempo que el resto del mundo creció a un 3,1 por ciento; "los pronósticos para 2022 y 2023 son igualmente mediocres: 2,8 por ciento y 2,6 por ciento respectivamente", indicó el organismo.
Añadió que "la deslucida recuperación, sumada a las bajas tasas de crecimiento de la década anterior, sugiere la existencia de problemas estructurales internos en la región y apunta a la urgencia de abordar la lista de déficits internos ampliamente conocidos en materia de infraestructura, educación, política energética, capacidad empresarial e innovación, y de afrontar al mismo tiempo algunos nuevos retos relacionados con el cambio climático".
"Tenemos que hacer nuestras industrias más competitivas y con mejores tareas para nuestros trabajadores y definir cómo nos insertamos en el mercado mundial", planteó para hacer frente a la pobreza en la región que aumentó en todos los países con excepción de Brasil, que el año próximo crecerá 7,1 por ciento, mientras que Paraguay avanzará un 4 por ciento y Uruguay un 3,1 por ciento, entre otros.
El Banco Mundial advierte que la recuperación no será fácil. Señala que podrán surgir nuevas cepas de virus que pueden impactar sobre el crecimiento y también alerta sobre las presiones inflacionarias globales (algo que también preocupa al FMI) que podrían derivar en subas de tasas de interés.