"No estamos aprovechando la oportunidad para corregir la evasión de impuestos, que es uno de los aspectos más tóxicos de la globalización. Además, hay falta de proporcionalidad entre los compromisos que los países en desarrollo deben asumir y los escasos beneficios que obtienen". De esa forma, el ministro de Economía, Martín Guzmán, criticó la propuesta que avanza en el marco del G20 para introducir un impuesto mínimo global a las corporaciones del 15 por ciento.
Guzmán participó de un seminario organizado por la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (ICRICT) junto a otros reconocidos economistas, entre ellos el Premio Nobel Joseph Stiglitz, quien consideró que "es un acuerdo en favor de las economías más avanzadas".
En esa línea también se manifestó el reconocido economista Thomas Piketty, al señalar que "la tasa de 15 por ciento que se propone es ridículamente baja y además solo los países ricos van a compartir entre ellos la base impositiva. Los países del Sur no obtienen casi nada".
La propuesta
El 1 de julio pasado, el G20 anunció un acuerdo en relación a la introducción de un impuesto mínimo global. Se trata de una tasa corporativa global del 15 por ciento, más austera de la fórmula anterior de "al menos el 15 por ciento" que se modificó para obtener el apoyo de Irlanda.
La tasa aplica por un lado sobre unas 100 megacompañías digitales. También impacta sobre firmas de otros sectores que facturan más de 750 millones de dólares, un total de unas cuatro mil corporaciones. El criterio para la tributación sería en función de la locación de la casa matriz y no de las actividades reales en cada país.
Los países implicados en la negociación de este nuevo marco fiscal global para las multinacionales intentarán este viernes cerrar la propuesta para que se discuta abiertamente en la cumbre del G20 de finales de mes y se aplique desde 2023.
Críticas
"El acuerdo, de momento, sólo sirve a los intereses de un puñado de países, los más ricos. Los países del G7 ganarían el 60 por ciento de los ingresos adicionales generados por el nuevo acuerdo fiscal, a pesar de tener sólo el 10 por ciento de la población mundial", advierte la ICRICT, que propone, junto a la Argentina, una tasa de al menos el 21 por ciento e idealmente del 25 por ciento.
"Si esta reforma se estuviera haciendo en Estados Unidos, evaluaríamos quién está ganando y quién pierde y sus consecuencias en términos de actividad económica. Pero esto no está sobre la mesa y en cambio se le pide a los países que firmen un cheque en blanco. Si se hiciera esa evaluación de posibles resultados mostraría que esto no es un cambio mayúsculo ni un cambio en favor de los países en desarrollo. Apenas quieren cambiar la fachada", advirtió Stiglitz.
"Los países en desarrollo deben aceptar el acuerdo pero no enteramente. Porque no les supone grandes beneficios y en cambio establece obligaciones, como por ejemplo que no pueden definir impuestos adicionales sobre los gigantes digitales. No tiene sentido atarse de mano por un beneficio que es muy bajo", agregó el Nobel.
El ministro Guzmán consideró que "lo que se recibe es malo, muy poco, aunque peor es nada. Lo cierto es que no estamos aprovechando esta oportunidad para corregir uno de los aspectos más tóxicos de la globalización, que es la evasión de impuestos".
"Argentina acompaña la propuesta, pero hemos expresado una serie de preocupaciones que deben ser tenidas en cuenta. En particular, hemos notado que la metodología para definir esta solución global no ha sido transparente. Deberíamos tener acceso a la base de datos que se usa para estimar el impacto de la propuesta. Estamos preocupados por la falta de proporcionalidad entre los compromisos que los países en desarrollo deben asumir, por ejemplo la prohibición de adoptar medidas unilaterales para las multinacionales y por el otro lado los beneficios para los países en desarrollo. Podemos y debemos dar un paso mucho más importante", agregó el ministro.