España fue el origen del ataque que se diseminó por buena parte del mundo. Comenzó en la red interna de Telefónica, pero afectó al sistema de salud de Gran Bretaña y llegó a Estados Unidos, Rusia, Taiwán, China, Italia, entre otros 74 países.
En total, hubo al menos 57 mil ataques cibernéticos usando un software llamado WannaCry. Se trata de un programa que al ejecutarse secuestra archivos y pide un rescate al afectado. El ataque fue posible por una brecha de seguridad que había sido alertado por Microsoft el 14 de marzo. El virus viaja a través de correos electrónicos infectados.
"No estaba dirigido contra el Servicio Nacional de Salud. Es un ataque internacional que ha afectado a diversos países y organizaciones", afirmó la premier Theresa May, del Reino Unido, donde fueron afectados 25 hospitales.
Si bien todo indica que el virus se propagó desde China, el primer país afectado fue España, donde los empleados de Telefónica recibieron la orden de apagar sus computadoras cuando se detectó el virus en la red corporativa. Los hackers exigieron un rescate en bitcoins, una moneda virtual, que en metálico, en el caso español, alcanzaría a 300 euros por computadora afectada. En total, medio millón de euros, aproximadamente. Tras el primer ataque, otras empresas españolas apagaron sus ordenadores, mientras chequeaban si habían sido afectadas o no.
Los expertos estiman que el ataque no será el último de 2017, aunque destacan su contundencia. El gran temor es que los hackers puedan actuar sobre dispositivos que hasta ahora fueron inmunes al terrorismo cibernético: los smartphones.