Con sólo un par de titulares habituales en cancha, River consiguió salir victorioso de su visita a Banfield y conservó con éxito la punta de la Liga Profesional que adquirió el fin de semana pasado en el Superclásico ante Boca. Fue 1-0 en el Florencio Sola para los dirigidos por Marcelo Gallardo gracias a un gol contra del defensor Gustavo Canto a los 17 minutos, tras una buena jugada individual de Agustín Palavecino y definición errada de Federico Girotti que el defensor del Taladro mandó a guardar.

Con este éxito, el elenco millonario llegó a los 33 puntos (y estiró su invicto a 10 partidos) y aventaja por cuatro a Talleres de Córdoba, que el lunes se medirá con Atlético Tucumán.

A sabiendas de que las ausencias -por lesiones y convocados a las Eliminatorias- podían complicarlo, River asumió el partido de otra manera: dejó el protagonismo de otras jornadas para calzarse el traje de equipo utilitario, que trató de sacarle provecho a sus aproximaciones a la valla adversaria.

Luego de un arranque a todo ritmo, con dos equipos jugados a buscar el desnivel, el elenco de Núñez se mostró más punzante, con un Girotti gravitante y un Palavecino que intentó tomar contacto continuo con el balón. El mediocampista hizo gala de su habilidad en la jugada del gol: se sacó de encima a un defensor y disparó desde la puerta del área un remate que complicó a Facundo Altamirano. El rebote fue a parar a Girotti quien -sin problema de confianza alguno- intentó amagarse al arquero, que le llegó a tocar la pelota y lo dejó con poco ángulo. Su remate salió dispuesto a cruzar el arco sin destino de red, pero el propio Canto se encargó de corregirle la dirección en su intento de despeje.

River justificó la diferencia conseguida en los siguientes minutos, no sólo otorgándole mayor fluidez al traslado sino cortando los eventuales circuitos que podía diseñar el Taladro, que no contó con Jesús Dátolo, lesionado. Otro zurdo habilidoso, Agustín Urzi, casi consigue el empate con un gran tiro libre que exigió una muy buena respuesta de Enrique Bologna.

A medida que se acercaba el final, las acciones se tornaron algo más friccionadas e imprecisas. River eligió recostarse más atrás y cederle a Banfield la posesión de la pelota, pero ese contexto terminó perjudicando al local que cargó con tozudez pero poco ingenio. El equipo de Gallardo, cansado por el despliegue físico, empezó a recurrir cada vez más a la falta táctica para sostener un resultado que le permitió consolidarse en lo más alto, aun cuando no tuvo el brillo de otros partidos.