La Bombonera, esa que es reconocida en el mundo por latir gracias a sus hinchas, merecía el mejor reencuentro con ese público xeneize que llena de vida a la mole de cemento. Y eso fue lo que pasó anoche en la victoria que Boca conquistó sobre Lanús por 4-2, esa que hizo felices a quienes regresaron al mítico estadio luego de 578 días.

El reencuentro en la Bombonera -donde se vio mucha gente en las populares, reavivando la polémica por la cuestión del aforo- tuvo también su perlita curiosa. Porque fue Lanús el que abrió el marcador, en la primera y única llegada que tuvo en un tiempo inicial teñido de protagonismo xeneize. Fue cuando se entendieron perfectamente entre José López, el que desbordó a Carlos Izquierdoz y lanzó el centro, e Ignacio Malcorra, el que mezcló potencia y precisión para definir con cara externa.

Pero Boca (que era más que Lanús cuando llegó el 1-0) no pareció sentir el golpe, mecido su fútbol por la canción que hacían bajar de las tribunas sus hinchas. Todo lo contrario. Tanto que, en siete minutos, dio vuelta el marcador con un shot ofensivo que empezó a marear al elenco granate. El empate lo firmó Marcelo Weigandt, de cabeza, tras un centro perfecto de Edwin Cardona.

Agustín Almendra fue el comodín del ataque xeneize en ese primer tiempo de dominio. El juvenil de 21 años participó del primer gol -un buen cambio de frente suyo le puso la pelota en los pies a Cardona- y fue el que gritó el 2-1, cuando sacó un derechazo fuerte y esquinado desde afuera del área.

El segundo tiempo xeneize le regaló a sus hinchas más fútbol y más emoción. El pibe Luis Vázquez entregó un golazo para sellar el 3-1. En pleno caos defensivo, Pepe Sand terminó asistiendo al juvenil, quien controló la pelota a puro engaño en el área antes de definir con lujo. La música humana bajaba desde las gradas azules y amarillas y los jovencitos de Boca atacaban la pelota al compás de esa melodía feliz.

Lanús descontó en medio de esos sonidos del fútbol, apremiado por sus aspiraciones y acorralado por los gritos de aliento xeneize. A minutos del final, Pablo Echavarría vio una falta sobre Weigandt en el área, cobró penal y Cristian Pavón, otro de buena actuación, se llevó su gol. En pleno rugir de esas emociones se cerró la noche en la Bombonera, con una victoria que los de Battaglia necesitaban después del superclásico pero que, sobre todo, selló un reencuentro feliz con su gente.