La caída de Facebook, Instagram y WhatsApp fue vivida como una jornada caótica por millones de personas en el mundo, que se vieron imposibilitadas de comunicarse por los canales habituales. Al caos general, los especialistas de la compañía debieron sumarle una dificultad extra, ya que la falla hizo que no pudieran acceder a los equipos que debían reconfigurar. Se vivieron momentos de desconcierto.
Facebook, explicó Fernando Schapachnik, director Ejecutivo de la Fundación Sadosky, "es utilizada como proveedor de identidad por un montón de otros sitios webs y aplicaciones"; es decir, "en lugar de loguearte en un sitio web cualquiera, en lugar de poner tu usuario y contraseña, esa autenticación se hace tomando los datos de Facebook".
Por eso, la caída que registró el pasado 4 de octubre generó un efecto cascada. "Una nota de color, tragicómica, que es parte del anecdotario aunque no hace a la cuestión de fondo, es que la propia falla que tuvieron en el sistema impedía que funcionaran los sistemas de control de acceso", dijo Schapachnik.
Esto significó que los propios expertos de Facebook "habían quedado desconectados de los equipos que tenían que reconfigurar y a la vez no podían acceder físicamente a esos equipos porque cuando intentaban entrar con sus credenciales el sistema fallaba porque no lograba conectarse con el servidor central", agregó.
Dependencia en diversas áreas
Esa dificultad evidenció la "dependencia" que "se ha generado de estos servicios en diversas áreas, el nivel de afectación de emprendedores, comerciantes, personas que dependen de esta empresa para sus comunicaciones", opinó en ese sentido Beatriz Busaniche, presidenta de la Fundación Vía Libre.
Para la especialista, "dejó de manifiesto la pésima idea que es utilizar este tipo de servicios de plataformas para otras relaciones como son aquellas con los Estados, con las empresas de medicina prepaga y tantas otras empresas que hoy usan el 'log in' de Facebook o Google para identificar a sus clientes en línea".
También correspondería preguntarse cómo se puede entender la caída de WhatsApp respecto de otros servicios más abiertos. "Es interesante la comparación con el mail que está pensado como el grueso de los protocolos estandarizados de Internet, como una forma de acceso federado, donde no hay un único proveedor de mails, hay un montón de proveedores que interactúan entre sí porque hay una serie de reglas claras", planteó Schapachnik.
"Es como si fuera una receta de cómo hacer una torta y cada uno puede hacer la torta que quiera. Puedo tener un mail de Gmail y mandar desde Hotmail; puedo tener un mail que me da mi empleador o el Estado, todas interactúan entre sí. Con las plataformas de mensajería no está dada esa situación", completó.
Para analizar lo que pasó, el especialista sostuvo que es clave la distinción, por un lado, "entre una app que define su propio protocolo, lo implementa ella sola y nadie más lo puede hacer" y, por otro, "un sistema federado como el del mail o el de las páginas web, que está lleno de proveedores públicos, privados, y en el que hay de todo, todos pueden participar, competir o colaborar".
"Es un tema difícil de entender y profundo; no es una discusión reservada para las y los tecnólogos nada más. Comprender que hoy en día para considerarnos personas informadas haga falta entender de tecnología, es uno de los pasos que tenemos que dar como sociedad", concluyó Schapachnik.