Este 10 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Salud Mental y UNICEF presentó un informe titulado "Estado Mundial de la Infancia 2021, En mi mente: promover, proteger y cuidar la salud mental de la infancia". Allí advirtió que los efectos de la pandemia de coronavirus en la salud mental y el bienestar de niños, niñas y adolescentes podrían prolongarse por años y exigió a los gobiernos mayor compromiso con esa problemática.
Según la encuesta realizada junto a Gallup en 21 países, 1 de cada 5 jóvenes de entre 15 y 24 años dijo sentirse deprimido o con poco interés en realizar algún tipo de actividad. La encuesta también reveló que al menos 1 de cada 7 niñes se vio directamente afectado por los confinamientos, mientras que más de 1.600 millones de niñes sufrieron alguna pérdida en su educación.
"La alteración de las rutinas, la educación y el ocio, así como la preocupación de las familias por los ingresos y la salud, hacen que muchos jóvenes sientan miedo, rabia y preocupación por su futuro", aseguró el informe.
En Argentina, Unicef realizó en mayo una encuesta rápida que recabó que el 33 por ciento de las y los adolescentes se siente angustiado frente a la pandemia, mientras que el 25 por ciento dijo estar asustado frente a la incertidumbre del contexto. El 72 por ciento, además, "sintió la necesidad de pedir algún tipo de apoyo en relación a su bienestar emocional". "Las y los adolescentes se vieron mayormente afectados emocionalmente, especialmente ligado a la pérdida de proyectos, la disminución de sus posibilidades de participación y la construcción de vínculos sociales", puntualizó el informe.
Suicidio y factores de protección
Según Unicef, cada año en el mundo se suicidan 46.000 adolescentes, lo que lo convierte en una de las cinco principales causas de muerte para este grupo de edad. En Argentina, en tanto, un total de 459 adolescentes murieron a causa de suicidio en 2019, lo que representa el 15 por ciento del total de muertes adolescentes, pasando a ser la primera causa de muerte por causas externas.
De acuerdo con el informe, la salud mental de los niños, niñas y adolescentes se conforma por una "combinación de aspectos genéticos, experiencias personales y factores ambientales", entre los que destaca la calidad de la crianza, la exposición a la violencia o los abusos sexuales, la escolarización, las oportunidades de participación, la discriminación, la pobreza, las crisis humanitarias y las emergencias sanitarias, como el covid-19.
En ese sentido, los "factores de protección", como la presencia de cuidadores afectuosos, entornos escolares seguros y relaciones positivas con las y los pares, pueden reducir el riesgo de padecer trastornos en salud mental. Sin embargo, hay importantes obstáculos, "como la estigmatización y la falta de financiación de servicios adecuados, que impiden a demasiados niños y niñas gozar de una salud mental positiva o acceder al apoyo que necesitan", alertó el organismo.
En ese marco, Unicef pidió a los gobiernos y a los asociados de los sectores público y privado un mayor compromiso con el tema, con más inversión en programas de prevención, promoción y cuidado de la salud mental, y un trabajo intersectorial más integrado, que contenga a todos los factores de protección, desde madres, padres, cuidadores, hasta escuelas y sectores de salud. "Es necesario romper el silencio que rodea a las enfermedades mentales, afrontando el estigma, promoviendo una mejor comprensión de la salud mental y tomando en serio las experiencias de los niños, niñas y los jóvenes", concluyó el informe.