El Primer Concurso Regional de Ensayo de La Quiaca y la Primera Feria Regional del Libro, organizados por la Municipalidad de La Quiaca, permitieron conocer distintos relatos sobre la historia argentina. Entre ellos, se destacó el ensayo ganador del jujeño Luis Alejandro Burgos, el joven estudiante de historia de la Universidad Nacional de Tucumán, que investigó sobre la participación y contribución de la población indígena de la Puna, en la época de la Revolución de la Independencia.
Burgos dialogó con Salta/12 y comentó los puntos principales de su ensayo "Tras las huellas de los indígenas del Regimiento Peruano. Revolución e Independencia desde la puna de Jujuy en 1816". El escrito se desarrolló en el marco de un concurso por el Bicentenario del Fallecimiento de Manuel Belgrano, en 2020, lo que posibilitó al futuro historiador, investigar sobre algo de lo que poco se sabe en la provincia jujeña: el papel que tuvo el Regimiento Peruano en la época de revolución.
Fue a inicios de 1816, que se creó este batallón de infantería comandado por Juan José Fernández Campero, IV Marqués del Valle de Tojo, más conocido como el Marqués de Yavi. Su formación se dio para la defensa del territorio puneño de los ataques realistas, y en un claro acuerdo a la tarea que venía desarrollando, Martín Miguel de Güemes, quien era gobernador de Salta, cuyo territorio en ese entonces comprendía las provincias de Salta, Jujuy, y el departamento de Tarija (Bolivia).
En esa época, "estamos en pleno proceso de la declaración de unidad de Sudamérica", por lo tanto, "había un territorio qué defender", sostuvo Burgos. Esa urgencia para los patriotas, llevó a sumar a los sectores populares, que según los historiadores, eran los indígenas, esclavos, mestizos, campesinos y colonos. La inquietud de la investigación de Burgos, se debió casi nulo, registro que existe sobre el regimiento; y que sólo pudo ser reconstruido a través de las correspondencias del Marqués de Yavi y el General Güemes.
A partir de allí, se sabe que las personas que conformaban este regimiento, eran en su mayoría indígenas de la Puna jujeña. Por lo que, para Burgos, es "sustancial e importante revalorizar y destacar la participación indígena de la Puna, en este proceso de revolución e independencia". El Regimiento Peruano actuó solo en 1816, lo que no quita que su vida "transcurre en los tiempos de la proclamación de la Independencia de las Provincias Unidas de Sudamérica", se lee en el ensayo.
Todo su accionar, se situó en lo que hoy sería la puna jujeña, Iruya y Santa Victoria. El historiador Gabriel Di Meglio, diría que quienes constituyeron esta tropa "la mayoría era indígena, muy especialmente en la Puna -donde se concentraba casi un tercio de la población jujeña- y casi todos hablaban en quechua". Estos quedaron a cargo del Marqués, al que Güemes otorgó el cargo de Comandante General de la Puna.
El Regimiento Peruano sale victorioso en los enfrentamientos en Abra Pampa (Jujuy) y Santa Victoria (Salta). De allí, el Marqués, más las "divisiones del Regimiento Peruano, acompañados por los gauchos de Güemes, entran triunfantes a Yavi". Allí queda el capitán Juan Antonio Rojas, como el encargado de vigilar un eventual ataque realista, pero al poco tiempo, abandona el puesto junto a su tropa, "pues una orden, aparentemente mal redactada, así se lo hace entender", dice el ensayo.
Sin defensa en Yavi, el 15 de noviembre, los realistas avanzan y de sorpresa invaden el pueblo, acción en la que son arrestados el Marqués, 36 oficiales y 340 combatientes, lo que según Burgos, representó la pérdida de más de la mitad del ejército y el fin del regimiento. Aún así, el ensayista puso en valor el trabajo de los indígenas porque este último combate "deja al descubierto la zona que protegía el Regimiento Peruano", permitiendo un inminente avance de las fuerzas realistas en el territorio jujeño.
Acción que se concreta cuando "las tropas realistas al mando de Pedro Antonio de Olañeta Marquiegui desplegaron un continuo avance hacia el sur de la actual provincia de Jujuy". Olañeta pasó Humahuaca sin combatir, y tiempo después tomó San Salvador de Jujuy en 1817.
A pesar de la derrota, es el propio Manuel Belgrano quien reconoce el valor del Regimiento Peruano para el territorio de la puna jujeña, y le consulta a Güemes sobre el mismo: “Dígame Ud. ¿no sería conveniente que la gente que fue del Peruano se reorganice? López, el José Gregorio y Ruiz de Llanos podrían emprender esta obra; deme usted su parecer en el particular para que entremos en esta obra, porque el asunto es hallarnos con gente útil […]”.
El salteño le respondió de inmediato: "Infinitas órdenes he librado para que la gente del Peruano se reúna, pero como los más eran indios de los terrenos del Marqués se han remontado y ganado las Cuevas. Sin embargo, en el Toro y en Suques hay algunos reunidos y Madrid puede reunir otros más, tomando allí noticias de los lugares donde existan". El territorio de las Cuevas, sería hoy la zona de la Quebrada de Huamahuaca.
Los bomberos y Diego Cala
En la batalla sorpresa de Yavi, "no sólo cae la mitad del regimiento, sino que también caen sus máximos líderes", agregó Burgos. La referencia no es sólo hacia el detenido Marqués, sino también al indígena Diego Cala, que para ese entonces era capitán del regimiento. El estudiante de historia, aclaró que "no se nombraba (capitán) a cualquier persona", y Cala, "era una persona de confianza tanto para Manuel Belgrano y Güemes".
Así lo demostró una correspondencia entre el héroe salteño y el Marqués: "Ya supongo que nuestro Cala te habrá avisado lo que por uno de sus bomberos ha sabido y es que la fuerza enemiga que entró en Tarija se ha replegado a Yavi y que querían sorprender a la partida de dicha Cala". Además, fue el capitán indígena el único asesinado en el combate en Yavi.
Cala tenía a su mando el desempeño y accionar del grupo de bomberos, que tenía la misión de "bombear", tal como se denominaba a las tareas de espionaje. Allí, los indígenas observaban los movimientos del enemigo, y "cualquier detalle, por pequeño que fuere, que pudiera ser útil a la hora de tomar ventaja sobre el enemigo realista era registrado por ellos", dirá Burgos en su ensayo.
La tarea de bombear era relevante porque sin ella, no se daba ninguna estrategia defensiva u ofensiva. A eso se sumaba, el traslado de correspondencias a diferentes puntos de la región. Por esta situación es posible pensar que, "en el grupo de bomberos, existían jerarquías a partir de su selección. Es decir, la tarea de trasladar cartas, mensajes y comunicaciones relvantes, no lo desempeñaba cualquier bombero ya que antes debía ganarse la confianza de sus superiores para dicha tarea", sostuvo.
Por eso, los bomberos eran focos constantes de apresamiento por parte de los realistas. Güemes, lo pone de manifiesto en una carta al Marqués donde dice: "Espero con ansias el resultado de los bomberos que tomaron tus avanzadas y la correspondencia, que me anuncias, llevaban o traían". Aún así, en mayo, el Marqués mostraba su preocupación por la deserción en el propio regimiento sin saber los motivos. Aunque siempre mantenía la sospecha de traición, y con ello, el castigo de muerte ante los desertores.
Para Burgos, Cala es asesinado porque "era uno de los líderes del Regimiento Peruano, y había que matar a todo tipo de líder". El historiador Normando Saiquita, dirá que la muerte del capitán indígena también fue por su actuación en el Combate de Colpayo, donde murió el coronel realista Zabala.
"Había que atemorizar a quienes se atrevieran, no solo a sumarse a las tropas independentistas, sino a quienes fueran capaces de generar movilización independentista", agregó Burgos. Para los realistas, Diego Cala, "debía morir por su proyección política y sus características personales a favor de la causa independentista", concluyó el estudiante de historia.