La llegada a una meta dispara de inmediato el recuerdo del recorrido que se transitó para poder alcanzarla. El análisis toma preponderancia, a partir de ese lugar, para determinar si el desenlace fue lo suficientemente satisfactorio. Agustín Vernice participó por primera vez de un Juego Olímpico, en Tokio, y en este tiempo continúa buscando conclusiones por todo lo realizado.
El atleta logró el octavo puesto en la final A de la modalidad K1 1000 metros, en el Canal Sea Forest de la capital japonesa, y pudo experimentar las sensaciones que significan competir frente a los mejores del mundo.
El palista que se consagró campeón del mundo sub 23 en 2017, en Rumania, y que hace dos años se colgó el oro panamericano en Lima 2019, todavía tiene sueños por cumplir en el futuro. Y no sólo en el plano deportivo, sino también a nivel personal. El protagonista, en un evento organizado por GP Sports, dialogó con Página/12.
--¿Pudiste analizar todo lo que transitaste en los Juegos Olímpicos?
--Pude analizar no sólo los Juegos Olímpicos, sino los cinco años de preparación, que se pasaron demasiado rápido. Pero cuando miro para atrás me veo sorprendido, porque creo que si se pasó rápido es porque lo disfruté, y de alguna manera me da la pauta de que hay que optimizar el tiempo lo máximo posible, y no mal gastarlo. Cuando te querés dar cuenta las cosas pasan rápido. Los Juegos parecían un cuento y ya se fueron.
--¿Esa sorpresa que mencionás es grata o lo contrario?
--Sí, gratamente lo digo. Por el resultado no, porque no era el objetivo para lo que estábamos trabajando, pero si por todo lo que aprendí en el camino. Una competencia te forma para un montón de cosas, y te hace ver la vida de otra manera. En lo personal estoy satisfecho, porque ser finalista olímpico no es poco. Si bien aspiraba a estar más arriba, no subestimo estar dentro de los ocho mejores. Esa ambición por querer más y la insatisfacción que me provoca, es lo que me llevó hasta acá.
--¿La expectativa que tenías era llegar al podio?
--Sí. Uno sabía que era muy difícil, y con el nivel que tiene un Juego Olímpico podés estar peleando el podio o afuera de los 15 primeros. Las diferencias son muy pocas. Era realista y acepto que el podio no se podía dar, pero el enfoque estaba en ese lugar.
--¿Tuviste todas las herramientas para estar entre los tres primeros?
--Creo que de las cosas buenas y las malas el responsable soy yo. Después hay factores que influyen en mayor o menor medida, y estar rodeado de potencias mundiales, en ese lugar los argentinos siempre corremos de atrás. Pero no quiero poner excusa porque la situación no es fácil en ningún sector, y me gusta pensar que puedo transmitir un ejemplo en cuanto a pelear más allá de las circunstancias que nos toquen.
--¿En qué se puede mejorar?
--Hay muchísimas cosas, sobre todo en el deporte. Pero no creo que yo sea el indicado para victimizarse en ese sentido. Los que vienen atrás mío la tienen más difícil todavía, porque su desarrollo tendrá varios obstáculos.
La historia de Vernice con la disciplina comenzó cuando tenía 12 años, en el club Estudiantes de Olavarría. Para él se inició como un entretenimiento: alquilaba un kayak en los veranos, y disfrutaba de la tarde en el arroyo a escondidas de su madre debido a que ella no sabía.
El secreto se mantenía ya que a la madre le provocaba temor que su hijo esté cerca del agua, lo cual consideraba peligroso. Cuando Vernice terminó revelando lo que hacía, el profesor que le enseñaba le comentó a la mamá en qué consistía el deporte, y ella se terminó tranquilizando al punto de apoyar la decisión de su hijo.
--¿Hasta dónde puede crecer el deporte en Argentina?
--El deporte puede crecer en nivel general, y no porque yo esté peleando una medalla. Como dijo (Carlos, entrenador del seleccionado femenino de hockey) Retegui, sacar un chico de la calle y que esté haciendo deporte es más importante que cualquier medalla. Soy un afortunado de poder practicar deporte y vivir de esto.
--¿Cuándo proyectás el futuro sos cauto o sos audaz?
--Un poco y un poco. Hay que tener un equilibrio y pensar lo justo y necesario para no perder el horizonte. Pero también hay que ir mes a mes trabajando lo que hay que trabajar, compitiendo lo que hay que competir, y pasando por todo lo que hay que pasar. Pienso en París, pero también pienso en todo lo que tengo que hacer en el medio. Ahora necesitaba un descanso psicológico, sobre todo para refrescar ideas y volver con todo.
--Y desde lo psicológico, ¿vas imaginando otra cosa fuera del remo?
--Me voy preparando para lo que venga después, aunque todavía no lo tengo muy claro. Sé lo que no quiero, pero lo voy pensando de a poco. Con el tiempo maduraré para ciertas cosas y tomar algunas decisiones.
--¿Te refugiás en tu familia?
--Sí. La vida no es solamente remar en el agua.