En Sin tiempo para morir hubo charlas sobre tampones. En algún lugar entre Daniel Craig liquidando a su millonésimo villano y bajándose su millonésimo martini, ahí puede estar: el brillante y colorido empaque de un producto de higiene femenina. Podría decirse que no es algo muy James Bond. Por supuesto, lo mismo podría decirse sobre la persona que apareció con la idea, Lashana Lynch, la primera mujer 007. "No quería dejar pasar un momento en el que realmente podíamos empujar las cosas un poquito hacia adelante en una franquicia de largo aliento", dice ella sobre la aparición del tampón. La escena finalmente no quedó en la edición final, pero Lynch no necesita preocuparse; de cualquier manera, ella ya sacudió (y revolvió) la franquicia.
La cara de Lynch está por todas partes. Su pelo bien corto y sus suaves pómulos agracian afiches, periódicos, posters y -claro- pantallas de todo el mundo. Pero en la entrevista por Zoom su cámara está apagada. En lugar de eso, su voz surge desde una especie de abismo digital. Lynch habla con frases largas y consideradas, con una franqueza similar a la de Nomi, su personaje en Sin tiempo para morir. Un rectángulo negro que le permite a la actriz de 33 años darse un respiro de la cámara por primera vez en mucho tiempo.
Tras un largo retraso de 18 meses, Sin tiempo para morir llegó a los cines la semana pasada, y desde entonces siguió apretando el acelerador a fondo. No es la primera vez de la intérprete en la cinta transportadora de la promoción publicitaria. Su rol como Maria Rambeau, piloto de la Fuerza Aérea estadounidense y mejor amiga de la superheroína encarnada por Brie Larson en Capitana Marvel (2019), le dio ciertas pistas de qué podía esperar; pero ser la nueva 007 en una película de Bond -la nueva agente 007 negra-... eso es mucho. Pero el papel picado ya se asentó lo suficiente, y el próximo estreno de Lynch está a la vuelta de la esquina.
En ear for eye, de debbie tucker green -la dramaturga ganadora del Bafta que se identifica con minúsculas pero tiene ambiciones mayúsculas-, Lynch interpreta a una estudiante que se enfrenta a un profesor blanco (Demetri Gorsitsas) groseramente condescendiente. Es un personaje que ella ya ha interpretado antes. En una producción teatral de 2018, Lynch fue parte de un elenco casi enteramente negro que interpretó una serie de viñetas sobre el racismo policial en los Estados Unidos y el Reino Unido. Fue un trabajo trascendental, y lo sigue siendo: el British Film Institute y la BBC preparan una adaptación a la pantalla, no solo por su contenido sino por su sintonía con los tiempos.
ear for eye fue filmada en 2020, el año que vio un movimiento global llamado Black Lives Matter. De hecho, las ideas crecieron más: el personaje de Lynch es insultado verbalmente por un hombre blanco mayor que ella que la menosprecia, la interrumpe y la subestima todo el tiempo, y es algo que hoy parece vital representar en pantalla. Pero Lynch se cuida mucho de no elevar demasiado el tono con respecto a ese logro. "Por supuesto, lo celebro", concede. "Pero me niego a alegrarme solo por ser parte de un proyecto con un elenco completamente negro. No es suficientemente bueno para mí ni para mi carrera."
"El mundo está demasiado acostumbrado a darle a la gente negra las sobras", dice la actriz. "A decirle 'Felicitaciones, tuviste lo tuyo y ahora podemos seguir adelante'. La mayoría de los estudios con los que tuve reuniones, la mayoría de las salas de cine en las que me senté y trabajé, tuvieron su obra teatral negra, su película negra o su protagónico negro, y se sentían muy felices con ellos mismos. Y no deberían, y nosotros deberíamos decirles que no deberían". El cambio no podrá concretarse con "solo uno al año". Aunque no hay manera de comprobarlo, el revoleo de ojos de la actriz es casi audible.
De manera irónica, es la misma clase de crítica que se le dirigió a los productores de la saga Bond luego de que se anunciara la elección de Lynch para el elenco. La gran revelación de su nombre como la nueva 007 y potencial receptora de las llaves del Aston Martin trajo a la vez elogios por su intento de progresar y críticas desde algunas esquinas donde acusaron a la franquicia de simplemente estar marcando un casillero o dos. Negro, listo. Mujer, listo. Pero a través de Lynch, Nomi no es simplemente un casillero marcado. Seguro, los gadgets de espía y el chaleco antibalas ayudan a que luzca como corresponde al personaje. Las poleras y los pantalones de tiro alto con onda le dan al personaje su propia mirada como modelo fuera de la pasarela que es sinónimo de James Bond. Pero Lynch le presta a Nomi algo que es propio, una garra y una gracia que ni siquiera la sastrería italiana puede explicar.
En Nomi hay una bien guardada vulnerabilidad que desmiente su barniz helado. Esta es una agente que, sin dudas, ha trabajado el doble de duro para ganar acceso al universo muy masculino y muy blanco de Ian Fleming... todo para que su predecesor aparezca de nuevo y amenace ese flamante estatus tan duramente ganado. Al menos inicialmente, Lynch interpreta el personaje a la defensiva. La actriz le da crédito a Barbara Broccoli, productora de larga data de las películas de James Bond, por la riqueza que Nomi obtiene en la pantalla. "Una cosa que Barbara hace muy bien es escuchar", dice la actriz. "Es la clase de productora blanca que tendrá a un intérprete de color en el elenco y realmente tendrá conversaciones sobre su experiencia negra y lo que cree que el personaje y el guión deben ser."
Lynch cree que es esta voluntad de "los miembro no-negros del mundo" de hacer preguntas y escuchar lo que generará un cambio perdurable. "Hay gente que está siendo abrumada por cosas que ni siquiera saben que están haciendo mal porque están cegadas a ellas. Entiendo que todos tienen puntos ciegos, pero creo que todo se reduce a escuchar."
Pero a veces escuchar no es lo más recomendable. Cuando en julio de 2019 aparecieron reportes que indicaan que a Nomi se le había asignado el número 007, la usina de rumores cobró ardiente vida. Los fans se pusieron a refunfuñar sobre la posibilidad de que ella (¡una mujer!) tomara el manto de Bond. De manera triste pero predecible, pronto aparecieron los trolls. Ser el objeto de un vicioso abuso online es una experiencia desgarradora, una que Lynch describe como "una versión diferente de lo que mis ancestros debieron atravesar." Por supuesto, estipula, "su experiencia se vio muy diferente y fue muy, muy diferente". Pero en términos de "redes sociales, internet y el mundo, esta fue solo otra versión de la opresión", define la actriz.
De todos modos, durante mucho tiempo Lynch no le prestó atención a los trolls. De hecho, ahora se siente agradecida. "Sé que si quedo pegada a algo, o si a alguien no le gusta lo que estoy haciendo, o me encuentran demasiado franca o altiva, entonces probablemente esté haciendo algo bien, o algo radical. En el caso de Bond, estoy haciendo ambas cosas." Hace una pausa y parece que terminó con el análisis del tema, pero sigue adelante. "Cuanta menor atención le prestemos a los trolls, más probabilidades tendremos de realmente conseguir que las cosas se hagan." Se ríe. "Y no hace falta que me preguntes de nuevo. Podés preguntarme cualquier cosa que te parezca bien y me haga sentir bien."
Demos paso a las cosas que hacen bien, entonces, o por lo menos que no sean tan agridulces. El arribo de Lynch a la franquicia Bond aparece encadenado al canto del cisne de Craig. Cualquiera que haya visto la película puede confirmar que es, por decir lo mínimo, una salida que deja secuelas. Ese día en el set las emociones picaron muy alto. Lynch invitó a su madre a presenciar un momento que era el final de una era. "Le dimos al elenco y al equipo sartenes de juguete y pollo y pastas de juguete", recuerda. Su mamá hizo sorrel, una bebida jamaiquina hecha con flores de hibisco. "Queríamos que se sintiera la vibración jamaiquina que tuvimos al inicio de la fimación (partes de Sin tiempo para morir transcurren en Jamaica, donde Ian Fleming también escribió las novelas de Bond) en ese último día", explica.
El sol ya se había puesto para el momento en el que Craig dio su discurso de despedida, una humilde intervención de 20 segundos que Lynch considera afortunado haber presenciado. Y se siente aún más afortunada por haberlo compartido con su madre. "Como actriz querés que todo tenga que ver con vos, pero en realidad se trata de dónde venís", dice.
Quién es Lynch y de dónde viene es algo que nunca está muy lejos de su mente. En la premiere de Sin tiempo para morir, la actriz se mostró con un vestido de Vivienne Westwood en amarillo canario; en la espalda tenía bordado un pájaro doctor, el ave nacional de Jamaica. "Es todo lo que soy", responde cuando se le pregunta por su herencia. Aunque ella nació en Shepherd's Bush, una niña de segunda generación jamaiquina de una familia de Windrush, fue solo por fuera de las paredes de su hogar en el West London donde Lynch realmente se sintió británica. "No es un gran asunto mantenerme conectada con mi cultura jamaiquina". dice. "Más bien se trata de enseñar a la gente que mi cultura está primero. Supongo que tengo que recordarme a mí misma que el mundo no necesariamente sabe de dónde vengo."
Lynch fue una de tres hermanos creciendo en una casa que tenía "un constante zumbido creativo". Su abuelo era propietario de una tienda de discos y su hermano espiritual es coreógrafo. Aunque no hay actores en la familia, puede contar múltiples DJs. "Nunca tuve que sostener ninguna conversación incómoda para convencer a mis padres de que quería cantar o actuar, que en realidad es un honor y un privilegio", dice. Lynch era cantante antes de trasladar su atención tiempo completo a la actuación. Dicho eso, pondrá su voz al servicio de Miss Honey en la adaptación al cine de Matilda, el musical que se estrenará el año próximo.
La gran oportunidad de Lynch pareció llegar en 2012, con el drama deportivo Fast Girls, pero eso llegó y se fue. Entonces llegó esa escena que se robó en Educando a Rita (2015) junto a Lenny Henry, pero eso también pareció disiparse como un globo que se desinfla. Algo parecido sucedió con su papel protagónico en el drama de época Still Star-Crossed. Esa clase de decepciones le cobran un costo a la persona, incluso a una avezada agente secreta. "Vengo de buena madera, pero siempre sucede algo cuando te golpean una y otra vez", dice Lynch. Debe haber sido descorazonador para ella ver cómo todo volvía a fojas cero cada vez. Pero ahora ella ve esos momentos como lo que realmente fueron, lo que su madre definiría como "contratiempos antes del gran momento". Ella lanza el adagio con un dejo de sorna teatral.
Y resultó ser un gran momento. En solo dos años, Lynch ingresó a dos de las más grandes franquicias del mundo. Y aunque ya se le dijo adiós a la Monica Rambeau de Marvel, sería ridículo -y frustrante- ver el lugar de Nomi en Bond relegado a una moneda de cambio pasajera. Igualmente duro es ver a los productores cediendo el reino a una mujer. Pero quizá haya un camino diferente para Lynch.
Desde que Amazon compró MGM, a comienzos de este año, una serie spinoff de Bond parece una posibilidad cada vez más cercana. Y dado el timing de Sin tiempo para morir (y su final), todas las señales apuntan a Nomi como una potencial protagonista. Hasta ahora, Broccoli descartó un movimiento de la franquicia hacia la TV pero... nunca digas nunca jamás. Le transmito todo esto a Lynch, agregando que me gustaría ver su rostro para tratar de rastrear cualquier señal oculta, un guiño o una sonrisa. "Está impasible. Mi cara es bastante impasible. No estoy haciendo nada", asegura con una risita desde la garganta que deja claro que su cara está en este momento cualquier cosa menos impasible. "Amo a Nomi y sería increíble sumergirme un poco más en su mundo", se aventura cuando le pido detalles. "¡Pero no lo sé! ¡No lo sé! De cualquier manera, estoy agradecida de que los fans la hayan aceptado."
Es momento de la pregunta obvia, la búsqueda de una respuesta que hace que la gente se enoje, o se esperance, o se ponga crecientemente apática sobre todo ese interminable debate. ¿Debería el manto de James Bond pasar a una mujer? La pregunta más importante, responde Lynch, es "¿cuándo le daremos a una mujer el protagónico de su propia franquicia?". La actriz se siente agradecida de que conversaciones como esa estén teniendo lugar, o que, por ejemplo, Jodie Whittaker sea la nueva protagonista de Doctor Who. "Pero si constantemente decimos 'Mujer, estás tomando el rol de un hombre en vez de establecer tu propia posición por derecho en este espacio', entonces no le estamos haciendo ningún favor a nuestro sexo."
Lynch continúa: "Y le estamos enseñando a nuestras jóvenes que solo puede haber un reemplazo, que no somos lo suficientemente buenas para tener nuestro propio espacio, lo cual me resulta bizarro, algo jodid..." Se detiene y larga una risa: parece claro que es una madre bien entrenada en el arte de cortar a tiempo una palabrota. "Es algo que confunde la mente, que no quiero enseñar a mi hija ni ejercer yo misma. No sé por qué somos tan complacientes en esas conversaciones. Creo que es algo perezoso para nosotros pensar que una mujer puede asumir un personaje de otro y sentir que con eso está suficientemente bien."
Lynch es cautelosa sobre el supuesto progreso de la industria cinematográfica, y de la sociedad como un todo. "Soy muy, muy reticente a usar la palabra 'cambio' porque en realidad todavía no veo ninguno", dice. "Veo muchos movimientos. Veo muchas respuestas a cosas que suceden, respuestas en la ola del movimiento Black Lives Matter, conversaciones que suceden en los titulares, pero de pronto adiós, nada sucede. Por eso es que sé que no están sucediendo verdaderos cambios en todas partes."
Aun teniendo en cuenta sus trabajos en Bond, Marvel y la notable ear for eye, se muestra similarmente cautelosa para ponerse a celebrar. "Hay algunos titulares realmente buenos que pueden venir con lo que estoy haciendo con mi carrera, lo que es lindo... pero momentáneo". Pero -y es un gran "pero"-, tal como remarca Lynch: todavía hay mucho, mucho trabajo por hacer.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.