Un subcomisario de la Policía Federal Argentina mató ayer de un balazo a un adolescente de 17 años luego de perseguirlo diez cuadras con su auto porque le había robado las tazas del vehículo en la localidad bonaerense de Villa Tesei, partido de Hurlingham. Alrededor de las 12, José Pérez Buscarolo, de 46 años, quien presta servicio en la División Investigaciones Patrimoniales de la fuerza, se encontraba en su casa y por una ventana advirtió que un joven le estaba robando las tazas. Tras cometer el hecho, el ladrón subió a un auto en el que lo esperaba un cómplice y escapó.

El policía comenzó a perseguir al auto y a las 10 cuadras sacó su pistola reglamentaria calibre 9 milímetros y efectuó al menos un disparo. El balazo entró por el baúl y el ladrón, que viajaba en el asiento del acompañante, recibió el impactó en la zona izquierda de la espalda y el proyectil le salió por el pecho. El conductor y presunto cómplice detuvo el auto. Cuando llegó la asistencia médica, se constató que el joven falleció allí mismo desangrado.

La víctima es Tiago Avalos, de 17 años, y no estaba armado. Tampoco el joven que lo acompañaba, que quedó demorado en la comisaría 2ª de Villa Tesei. Pérez Buscarolo permaneció en el lugar del hecho hasta que ellos llegaron y luego fue aprehendido.

Un vecino, consternado, dijo: “Son las tazas de un auto, ni siquiera le llevó el auto. Además, era un menor y no estaba armado”.

El caso quedó en manos de la Unidad Funcional de Instrucción 6 de Morón, a cargo de María Silvana Bonini y Sergio Di Leo, que ordenó la aprehensión del subcomisario bajo la acusación de “homicidio agravado por su condición de miembro de una fuerza de seguridad”, que tiene una pena de prisión perpetua.

Este caso se asemeja al del ingeniero Horacio Santos, quien el 16 de junio de 1990 persiguió a dos jóvenes que le habían robado un pasacasete de su cupé Renault Fuego en Villa Devoto y los mató.

Ese día, el ingeniero de por entonces 42 años (a quien le habían robado varias veces) estaba en una zapatería con su mujer cuando oyó la alarma del auto, por lo que subió con su esposa al vehículo y persiguió a los ladrones. Santos encerró a asaltantes y los mató, pese a que no estaban armados, lo cual originó un debate en la sociedad e hizo surgir el término “justiciero”.

En un primer fallo, Santos fue condenado a doce años de cárcel por homicidio simple pero luego se entendió que fue un caso de “exceso en la legítima defensa” y recibió tres años de cárcel en suspenso.