La ópera prima de Peta Rivero y Hornos, Cato, marca el debut en el cine del joven y popular freestyler Tiago PZK, protagonista de una ficción que tiene algo de superación y mucho de trágica, en la cual el arte juega un rol decisivo en el marco de un contexto de violencia y exclusión. En el film -que se estrena este jueves-, Tiago PZK interpreta a Cato, un músico que busca triunfar en el mundo del trap desde un barrio popular del conurbano bonaerense. El ayuda a su mamá y su hermana menor, pero no de la mejor manera. Casi cuando le llega la oportunidad que esperaba, se ve involucrado en una tragedia que no sólo incidirá en su vida para siempre, sino que amenazará los sueños que tiene por salir junto a su familia de ese barrio, donde la pobreza y la marginalidad son moneda corriente. El largometraje también cuenta con las actuaciones de Alberto Ajaka y Magela Zanotta, con la participación especial de Daniel Aráoz.
Peta Rivero y Hornos no es sólo cineasta sino también publicista y guionista. En 2000, comenzó su carrera audiovisual realizando más de cien cortos publicitarios y contenidos audiovisuales, muchos de los cuales han ganado premios en los festivales de Cannes y San Sebastián, entre otros, donde además participa frecuentemente como jurado de cine publicitario. Ha dirigido videoclips para artistas como Wos, Acru, Dakilah, Toto Ferro, Neo Pistea y la Bomba de Tiempo, y el cortometraje de ficción titulado ¿Quién eres?, que ha ganado premios en los festivales independientes de los Estados Unidos, India, Alemania, España, Italia, Uruguay y Argentina.
"Nació como un corto. Se llamaba Mi vida es una mierda. Arrancaba igualmente que el largometraje hasta el punto de giro del guión de Cato", cuenta Rivero y Hornos en diálogo con Página/12. "Justó estalló la pandemia y estando en casa pensé que daba para un largo. Me puse a escribir el largo y lo convoqué a Javier De Nevares, que es el coguionista. Empezamos a trabajar y quedó", afirma. El director también señala que Cato también nació de aspectos de su vida: "Yo siempre estuve muy relacionado con la música, fui DJ casi veinte años de mi vida. Siempre tuve relación con los músicos, con el under, porque pasaba mucha música del under de Buenos Aires", agrega el flamante cineasta.
-¿Pensaste en Tiago a la par que pensabas la película o fue algo que surgió después?
-No, surgió después, completamente después. Cuando escribí el guión y la idea era todo abstracto, no tenía una persona en la cabeza ni nada. Pasó algo muy raro: cuando le mostré a el guión a Tiago por primera vez, se quedó medio impactado porque había un montón de cosas que se asemejaban un poco a su vida. Eso fue fuerte, en algún sentido, porque nos miramos como diciendo "Yo no te conocía, vos no me conocías" y eran muchas cosas en común. Fue algo medio mágico. Yo vengo del mundo de la publicidad y siempre estuve relacionado con el mundo audiovisual. Y pensé que lo primero era empezar por algo que me guste. Empecé a filmar videclips para todos los chicos del mundo del rap y del trap. Eso me dio mucho conocimiento de su mundo y muchas cosas se traspasan al papel. Vi la vida de muchos de estos chicos, que es muy sufrida, la de otros no tanto, pero empecé a entender lo que cuesta llegar. Esta cosa de la autosuperación porque es difícil tener un sueño y poder alcanzarlo. Se ve lejano y más para chicos tan chicos. No nos olvidemos que cuando Tiago filmó la película tenía 19 años y ahora tiene 20.
-¿Y cómo analizás ahora su faceta actoral?
-Lo de Tiago fue muy especial. Cuando escribí el guion, empecé a buscar quién podía ser. Un día vi un videoclip de Tiago y dije: "Qué buenas caras que pone este chico". Podía actuar con la cara, algo que no es fácil. Empecé a seguir un poco su carrera y me pareció muy interesante, porque me resultaban muy importantes dos cosas: la película tenía que ser lo más real posible (me gusta mucho el realismo) y Tiago es muy real, muy sensible. Es un tipo que tiene una cualidad que no muchos tienen: transmite muchísimo ya sea con su música, con sus gestos o con su forma de ser. Es tan real el chico que tiene algo que atraviesa la pantalla. Y te encariñás muy rápido. Otra cosa que yo me había propuesto era buscar a alguien que estuviera ascendiendo, no a alguien ya consagrado porque no es lo mismo lo que te puede dar una persona ya consagrada de lo que te puede dar una persona que está evolucionando. Tiene mucho que ver con la película también esto de la autosuperación.
-¿Cómo trabajaron la construcción del personaje?
-Lo primero que le dije a Tiago fue: "Sé vos mismo" porque la historia ya estaba emparentada con él, de alguna manera, porque su vínculo familiar era muy parecido: una mamá y una hermana. Y cuando hicimos los ensayos, ya automáticamente hubo una simbiosis entre los tres que fue muy especial. Te dabas cuenta (y esto lo hablé con él) que Tiago sentía que era su familia. Era muy interesante la simbiosis que se daba. Lo he visto a Tiago llorar en los ensayos. Es muy realista. Y yo le decía: "Todavía no sos famoso, recién estás empezando, tenés que retrotraerte un poquito (porque él ya era conocido cuando filmamos) y sentir eso que sentías cuando la estabas luchando, cuando estabas viendo cómo hacías". Obviamente, la historia tiene ficción y tiene una mala influencia que un chico de 19 años que no sabe bien qué quiere ser o sabe bien qué quiere hacer pero que no sabe bien cómo lograrlo, bueno, a veces, las malas influencias te empiezan a llevar por lugares que no son los que querés. Pero en el espíritu de él era tan fuerte lo familiar, que lo familiar le termina ganando a cualquier desviación. El vínculo familiar es muy potente.
-¿Cómo fue la elección del lugar donde filmar la historia?
-Cuando empecé con la historia me había propuesto de entrada hacer algo diferente: no quería retratar ni cómo viven en la villa, ni mostrar la mugre ni nada porque es algo muy recorrido y que a mi particularmente no me parece que refleje realmente lo que es el barrio. Me interesó mucho para la película esto que pasó de la cantidad de pymes de la Argentina, fábricas que cerraron, y la cantidad de barrios que fueron construidos alrededor de las fábricas y que quedaron sin su fuente, que era precisamente una fábrica. Y yo quería retratar un poco ese tipo de conurbano. Me propuse buscar lugares que me llevaran a eso. Buscando por Internet y con la gente de locaciones, tuve la suerte de encontrar la fábrica abandonada. Estaba realmente abandonada, tuvimos que apuntalar, fue todo un laburo importante. Pero era el lugar. No quería que la gente se junte en la plaza sino en una fábrica abandonada, que es su barrio, su territorio. No hay una plaza en ese barrio. Eso le daba un condimento muy lindo, aparte de tener el Riachuelo justo alrededor, y todo lo que es lo humilde. Toda la parte donde el personaje vive es Villa Tranquila, un lugar que tuve la suerte de conocer. Y lo que veo ahí no es como usualmente te lo muestran en las películas, que todo es malo, que todo es una porquería, que todo es gris. No, vos ves gente que está feliz donde vive. No hay que denigrar ni nada. Te das cuenta de que sucede eso. Hay de todo como en todos los lugares.