El lunes último concluyó la Primera Feria Regional del Libro, organizada por la Municipalidad de La Quiaca, y el espacio se convirtió en un escenario de revindicación y manifestación de la historia jujeña.
Un ejemplo de ello, fue la participación del docente, investigador y escritor Reynaldo Castro, que presentó la tercera edición ampliada del libro "Con vida se lo llevaron. Memorias de madres y familiares de detenidos desaparecidos de San Salvador de Jujuy, Argentina".
Castro dialogó con Salta/12, y contó que la nueva edición se realizó en abril de este año, a través de 500 armas, editorial que representa un contra-homenaje al gobernador Gerardo Morales, quien dijo que en el barrio Alto Comedero la Tupac Amaru tenía escondido un arsenal con 500 armas. Además, reiteró en la Feria del Libro, que también se creó una versión digital, "que circulará libremente para todos y todas".
El libro, reúne el testimonio de familiares de detenidos desaparecidos de la provincia junto a las declaraciones dichas en el Juicio a las Juntas, las memorias que quedaron grabadas en el Nunca más y los recuerdos marginales que estuvieron a punto de diluirse, las solicitudes de paraderos, los hábeas corpus, algunos poemas, un puñado de canciones de la época y textos que vienen de otras páginas, explicó el escritor.
Para Castro, la liberación del material no es una novedad, porque es algo que sucedió con la primera edición, en 2004, momento en el cual la Asociación de ex Presos Políticos de Jujuy le pidió escanearlo y hacerlo circular. Después de ese pedido, "me puse a pensar que era una cuestión saludable", ya que allí se reflejaban "memorias que han estado tapadas", incluso por los propios sobrevivientes, que por miedo, decidieron no hablar por muchos años.
En ese sentido, afirmó que lo registrado son "memorias victoriosas", que nacieron de un grupo que logró reunirse, articular luchas y desafiar a la dictadura. "Son memorias ejemplares que merecen ser difundidas, sobre todo, por las actuales luchas". El escritor realizó una comparación con el presente y puntualizó en la alta tasa de femicidios que vive la provincia gobernada por el radical Morales.
Sostuvo que lo vivido en la actualidad también habla de un sometimiento y violación de los derechos; que en este caso, es visibilizado por la militancia y lucha de las mujeres jujeñas. Castro consideró que es preciso unir las memorias de aquel tormentoso pasado, con lo que sucede hoy, para "que las víctimas y familiares de las chicas también puedan organizarse y ser mucho más solidarios", en ese transitar impuesto.
Además de reconocerse como un libro "objeto de memorias", Castro también afirmó que es un "libro de combate", que dialoga con otro de sus escritos: Cómo hacer identidades con las memorias (2016). Y que para fines de este año, lo hará con Tejer con hilos rotos: Terrorismo estatal en Jujuy, que incluye trabajos que reflexionan sobre cómo la dictadura se niega a pasar.
El autor insiste en dos cuestiones en esta nueva edición. La primera, en seguir convocando a personas que tengan algún dato, documento o información, que puede ser enviado al mail [email protected]. La segunda cuestión, es pedir por la circulación del escrito, "para que estas memorias sean conocidas por personas que no vivieron en aquellos tiempos difíciles, para que todos y todas tengan la posibilidad de escuchar las voces que vienen del pasado y reclaman justicia".
"Así como es imposible recordar todo; nadie puede borrar íntegramente el pasado. Ahora, con esta edición digital, tenemos un nuevo reservorio para este legado y también una plataforma que hará más fluida la transmisión de memorias. Un libro libre", manifestó el docente universitario. Quien desee leerlo, puede hacerlo desde aqui
Con la edición online, que contiene 465 páginas, también se hizo una edición gutenbergniana, con el diseño de tapa de Remo Bianchedi, la edición de Gabriela Letizia y una excelente encuadernación con hojas pegadas y cosidas.
"La historia también pasó por acá"
Si bien el libro vio la luz en 2004, toda su producción se dio mucho tiempo antes, y de la mano de su maestro, Andrés Fidalgo. El ensayista, poeta y abogado defensor de presos políticos, lo llamó para un primer trabajo vinculado a los derechos humanos, que concluyó con la publicación de su libro Jujuy, 1966/1983, que sirvió de "plataforma" para el libro de Castro, que para ese entonces, fue contratado como secretario.
"Ahora entiendo que no me necesitaba, sino que él intuyó que yo podría escribir un libro como el que hoy nos convoca. Me pagó un buen sueldo, mes a mes, para enseñarme a escribir sobre la memoria", dijo Castro en el acto de presentación de la primera edición, realizado en el salón Auditorium del Ministerio de Bienestar Social de Jujuy, un 23 de marzo de 2004.
El escritor no se cansa de destacar que el libro representa una construcción colectiva de la historia jujeña. "Siempre estamos acostrumbrados a que los grandes hechos y acciones, suceden en las grandes ciudades, alejadas, pero nunca en las nuestras", confesó. Esa idea, le fue derrumbada gracias a Fidalgo, ya que con él, se enteró que en Jujuy existían más de 100 desaparecidos.
Precisamente, el libro Con vida se los llevaron, cierra con el listado de las 129 personas, que fueron detenidas desaparecidas, asesinadas o víctimas de desaparición forzada en la provincia. Con ese baldazo de agua fría, reconocer los lugares de detención en Jujuy, como el Centro Clandestino de Detención de Guerrero, lo llevó a decir en voz alta que "la historia también pasó por acá". "Poder nombrar eso, es vencer la impunidad y el miedo", admitió.
Con su jefe no sólo mantuvo un vínculo laboral, sino también afectivo. Un momento donde esto quedó reflejado, fue cuando Castro, en su puesto de secretario, inició la construcción de las fichas de las personas detenidas desaparecidas.
Bajo esa tarea, tenía que repasar los nombres de las personas desaparecidas. En ese listado estaba el nombre de Alcira Fidalgo, hija de Andrés y Nélida Pizarro, secuestrada por Alfredo Astiz, y que estuvo un tiempo detenida en la ESMA. Su secuestro fue comprobado y recordado porque fue el caso número 500 en el Juicio a las Juntas Militares.
Fue Nélida quien animó y hasta exigió, a Castro que escribiera el libro. Lo hizo después de que le encomendara la tarea de que editara un libro de poemas de su hija. Ese primer trabajo juntos, lo llevó a tener varias historias sueltas de lo sucedido durante el terrorismo de Estado, que luego se decidió a retomar. Lo hizo a principios de los 2000, cuando le consultó a Nélida si podía entrevistar a familiares de detenidos desaparecidos. La propuesta se aceptó de inmediato y en 2002 y 2003, entrevistó grupalmente a madres y familiares de detenidos desaparecidos.
Ese ímpetu por contar que tenía Nélida, también lo encontró en las madres, hermanas y esposas, que accedieron a dar su testimonio. Dicho escenario, lo llevó a saber que el título del libro debía centrarse en la vida. "Estaba preparado para sentir historias tristes, pero la vitalidad con las que ellas tocaron el tema, me dieron una lección que me hizo salir de mis propios prejuicios. Ellas luchaban por la vida", expresó a Salta/12.
Y destacó la labor de las mujeres. Para Castro, ellas "son las guardianas de la memoria". Recordó que cuando Nélida lo "empujó" a hacer el libro de Alcira, fue a su casa y "tenía todo el material rotulado y ordenado", lo que para él significó que "ella mantenía esa cuestión de pensar en el otro, en su hija, y pensar en las otras mujeres". "Lograron trascender la condición de personas únicas, para adoptar una identidad colectiva", manfiestó.
Un cambio de época
El escritor contó que se guardó un año para ordenar toda la información recolectada, luego la trasladó a cada persona que prestó su testimonio, y con la última revisión de Andrés Fidalgo, se aventuró a buscar una editorial para su publicación.
No fue fácil. La Universidad Nacional de Jujuy (UNJu) manifestó que pantes de una publicación, el escrito tenía que pasar por una revisión obligatoria por parte de sus abogados. Castro no volvió. Buscó en Buenos Aires y otras editoriales cooperativas, pero no acusaban respuestas. Hasta que la editorial La Rosa Blindada, de José Luis Mangieri, dijo que sí. La publicación se dio gracias al aporte económico de Mangieri, los Fidalgo, los familiares, y el autor, y un 23 de marzo de 2004, se presentó.
Al día siguiente, el entonces presidente Néstor Kirchner, pronunciaría un discurso en la ESMA, en el que pidió perdón por el silencio de Estado ante los crímenes de lesa humanidad vividos en la última dictadura militar. Fue toda una sorpresa. Castro recordó que cuando apenas iniciaban el trabajo de recopilación, el conjunto no veía "ningún horizonte posible de justicia y creíamos que no había ninguna posibilidad de que (los genocidas) sean llevados al banquillo".
Lo de Néstor "fue un impulso muy grande", que luego, "llevó a la práctica con una política de derechos humanos". Años después, la UNJu realizó una segunda edición, de manera veloz; y bajo el amparo de políticas nacionales que permitió consolidar un escenario a favor de la memoria, la verdad y la justicia.
Sin embargo, consideró que existió una etapa de "relajamiento", que lo incluyó a él también. "Yo pensaba que ya había hecho mi tarea y podía dedicarme a otra cosa", pero llegó el macrismo con la primera gobernación de Morales, y en Jujuy todo cambió. "Empezaron los allanamientos y se dio una gran despliegue persecutorio contra cualquier tipo de protesta, con presos incluidos", recordando no sólo a Milagro Sala, sino a miembros de la Tupac, también presentes en las causas contra la dirigente.
"Por eso tenemos que seguir hablando de la dictadura", señaló, para relatar lo sucedido y para que también sean juzgados todos los actores involucrados en los delitos de lesa humanidad en Jujuy, como es el caso del empresario Carlos Blaquier, dueño de Ledesma. Recordó que con el macrismo se profundizó la demora en los juicios, que recién hoy, se vuelven a retomar las causas, como las del propio Blaquier.