Una frase indica que La Plata es la ciudad de los empleados públicos y los estudiantes universitarios. Aunque exagera, parte de una premisa cierta: como capital bonaerense cobija numeras reparticiones provinciales, a la vez que es sede de las quince facultades de la Universidad Nacional. Un magneto de mano de obra y de jóvenes que -a grandes rasgos- habilita a prefigurar un perfil.
La Plata es una ciudad intensa y migrante, con sus historias y una lucha cultural que muchos se divierten resumiendo en la estatua del arquero sin arco de Plaza Moreno: aunque sin flecha, apunta a las torres de la Catedral. ¿Un mensaje? ¿Una utopía? Otros tantos, en cambio, le quitan importancia a esa alegoría. Pero, por las dudas, entre medio de ambas creaciones colocaron tres árboles. Una barrera natural, por si la estatua se mueve cuando Dios está distraído.
Poco después de la medianoche del sábado -en el exacto punto medio del último fin de semana largo- La Plata se debatía entre la algidez del feriado XXL y la calma que vive toda ciudad cuando se abre una ventana turística: como en los veranos pre-covid, las metrópolis drenaron gentes hacia otros puntos y el movimiento de masas quedó repartido.
► Coordenadas desordenadas
Entre todos los nodos de salida nocturna y agite cultural que tiene La Plata, el Meridiano V se había convertido —para los porteñocentristas— en una especie de San Telmo al otro extremo del área AMBA. Está en el lado sur; específicamente, en el margen apoyado sobre las vías de la vieja estación de tren, reconvertido hace veinte años en un espacio cultural que activó la zona.
Con Calle 71 como eje, la zona del Meridiano V fue un punto alternativo hasta que la pandemia se lo llevó puesto. Todavía no era siquiera la madrugada del domingo y quedaban apenas tres bares abiertos, esperando el cierre de sus últimas mesas. Sólo se mantenía en pie Ciudad de Gatos, un espacio cultural que sobrevivió a la peste con una trasnoche cuidada de DJs y música electrónica en 17 y 70.
No muy lejos de ahí, a unas veinte cuadras, el Pura Vida aprovecha los aforos para volver a abrir la puerta a bandas nuevas, habitués de siempre y curiosos de ocasión. En simultáneo, están reacomodando su radio y experimentando en Twitch desde el mismo lugar: el búnker de Diagonal 78 y 61, frente a la plazoleta La Noche de los Lápices y a metros de la facultad de Artes de la UNLP, donde durante muchos años funcionó Radio Universidad. Mientras tanto, el bar se anima a extenderse hasta la hora límite con un público cautivo y el encanto de pivotear entre la sala y la vereda en plena primavera.
El tiempo ubicó el centro gastronómico de La Plata sobre Diagonal 74: bares, restaurants, birrerías, hamburguesas gourmet, helado artesanal y hasta un pool se encienden a partir de Plaza Italia en un corredor ATP que siempre arrancaba temprano y depuraba público joven pasada la medianoche.
En agosto del año pasado, cuando la cuarentena comenzaba a ceder algunos encuentros y desplazamientos, se planteó la idea de peatonalizar ese corredor que llega hasta Plaza Moreno para revitalizar el eje. Pero el proyecto no prosperó. Y “el diagonal” (platense SIC) sale de la cuarentena con precauciones: a partir de las 00 horas empiezan a apagarse las luces.
► Esperando una escena final
A diferencia de Buenos Aires, que salió desaforada a recuperar sus noches perdidas, La Plata parece moverse con otra cautela en esto que parece ser la previa de la pospandemia. Estamos asistiendo al número soporte de un acto principal que es sorpresa, todavía no lo sabemos.
Desde la costa bonaerense llegaban imágenes de eventos, festivales, interacción pública: las vacunas atemperaron cierta paranoia y el humano hipermediatizado del siglo XXI no está preparado para capear confinamientos. Pero en la capital de la provincia los tiempos parecen acomodarse con otra dinámica. Todavía no vimos la escena final de esta película.
Así las cosas, no sobraban muchas opciones para el que quería algo más que irse a dormir a la una de la madrugada del domingo en La Plata. Por ahí sobrevivía alguna de las varias franquicias que tiene la primera gran marca de cerveza artesanal (¿un oxímoron?). Y, claro, el legendario 24x7 platense: El Morenito.
En rigor de verdad, un mito: ya no se llama así (en 2019, los nuevos dueños le pusieron “Patio Grande”); y ni siquiera es el único, ya que en otra esquina de Plaza Moreno está El Pulpito. Ambos puestos conservan el mismo diseño y el mismo menú en un eje que atraviesa la plaza fundacional de La Plata en una diagonal (¿qué otra cosa podría ser?) desde la esquina de 54 y 12 hasta la de 50 y 14.
Cuando toda cocina está cerrada y el bagre pica, El Morenito (como concepto) es la procesión hacia la Meca del bajón. Al costado del viejo Morenito hay un espacio de juegos para nenes. Se puede ver de refilón en esa especie de box con paneles de plástico que delimita el espacio de las mesas y las sillas. Rumiando una hamburguesa con papas intoxicadas de aceite, tres de las cuatro hamacas permanecen quietas: lógico, nadie había columpiándolas. Pero una comenzó a moverse, sola, sin viento que la empuje. Distopías en un fin de semana largo que incluyó cuatro días, y sino de ellos el que le dio motivo: el 12 de octubre, que cayó martes, día laboral, nada para festejar.