Jodorowsky's Dune

Frank Pavich

2013

El excéntrico actor, director de teatro, cineasta independiente, tarotista y creador de la psicomagia Alejandro Jodorowsky venía de volarles la cabeza a varios espectadores con La montaña sagrada (1973) cuando la propuesta de hacer una película de presupuesto importante y enormes ambiciones se transformó en un proyecto cinematográfico quijotesco: la adaptación a gran escala de la novela Duna, que idealmente tendría una duración de diez o más horas. El irresistible documental de Frank Pavich comienza con el propio Jodorowsky recordando algunos detalles del comienzo del viaje y los primeros nombres que comenzaron a dar el sí: los dibujantes Jean Giraud y Chris Foss, el especialista en efectos especiales Dan O'Bannon y el artista plástico H. R. Giger, futuro creador del octavo pasajero de Alien, quienes llegaron a producir una gran cantidad de piezas gráficas entre bosquejos, diseños y storyboards. Cada uno por su lado, el cineasta y el productor Michel Seydoux describen la reunión con la banda Pink Floyd, cuya intención no era otra que lograr su participación en la banda sonora, amén de otros encuentros con posibles candidatos para integrar el reparto, entre otros Orson Welles, Salvador Dalí, Mick Jagger, David Carradine y Gloria Swanson. Brontis Jodorowsky, hijo adolescente del realizador, fue de inmediato encomendado a un especialista en artes marciales para su preparación para el rol de Paul Atreides, duro entrenamiento que, en el recuerdo, parece rozar el abuso físico. Dos años y medio después del chispazo inicial el proyecto se desmoronó como un castillo de naipes por falta de presupuesto y Duna, la película, comenzaba su carrera como leyenda cinematográfica, aunque la influencia de sus diseños y provocadoras ideas –condensadas en un enorme libro de miles de páginas, objeto de colección con aires de santo grial– terminarían transformadas en realidad en historietas como El Incal o  largometrajes futuros como Flash Gordon, La guerra de las galaxias, Terminator y la propia Alien.

Duna

David Lynch 

1984

Contra un cielo estrellado, una jovencísima Virgina Madsen relata la historia de un joven llamado Paul Atreides y de cómo llegó junto a su familia al planeta Arrakis, también conocido como Duna. En su primer papel protagónico, Kyle MacLachlan es Paul y las primeras escenas lo muestran practicando las artes de la guerra junto a sus tres profesores y mentores en la vida cortesana. Desde un primer momento, el director de Eraserhead y El hombre elefante –sus dos películas realizadas hasta la fecha– transforma el texto de Frank Herbert en un relato que intenta maridar la fantasía futurista con sus particulares intereses formales. El resultado es un híbrido que parece funcionar si se divide en partes pero nunca en su conjunto, no ayudado precisamente por un montaje que eliminó gran cantidad de escenas para llegar a una duración potable para los exhibidores, 137 minutos. En varias escenas, Duna cosecha 84 conserva sin embargo un carácter iconoclasta e imaginativo, como los extraños sueños de Paul –que incluyen explosiones estelares alla 2001, odisea del espacio y vidas intrauterinas– o la descripción visual de las costumbres algo vampíricas del barón Harkonnen. Pero la lucha entre los intereses del productor Dino de Laurentiis, que sin duda deseaba repetir el éxito de la adaptación de Flash Gordon (1980), y los impulsos creativamente radicales de Lynch dieron como resultado una masa algo informe, más allá de todos los talentos involucrados. La fotografía del veterano camarógrafo y realizador Freddie Francis –que acompañaría a Lynch nuevamente en Una historia sencilla(1999)– es notable, y la participación en pantalla de glorias pasadas y contemporáneas como Silvana Mangano, José Ferrer, Max von Sydow, Dean Stockwell y Brad Dourif no dejan de ser caramelitos oculares de alto impacto. Con sus pelos parados y mirada enloquecida, Sting se hace una fiesta como uno de los ayudantes del villano, mientras la música de Toto y Brian Eno acompañan la travesía.

Duna, de Frank Herbert

John Harrison

2000

Luego de la Duna lyncheana y antes del esfuerzo de Denis Villeneuve existió otro Arrakis audiovisual, la miniserie escrita y dirigida por John Harrison que, a lo largo de tres capítulos de 90 minutos, intentó trasladar fielmente el texto original a la pantalla de tevé. Con fotografía del legendario Vittorio Storaro y la participación de actores como William Hurt, Alec Newman, Saskia Reeves, Julie Cox y Giancarlo Giannini, la adaptación fue una de las primeras superproducciones pensadas para la televisión en la era de oro del cable y, en ese sentido, es un antepasado directo de las producciones actuales de gran envergadura que no pasan por las salas de cine y alimentan regularmente las plataformas de streaming. A nivel creativo, sin embargo, la obsesiva fidelidad a las situaciones descritas en el libro de Herbert y el formato de las novedades incluidas en el guion –como una subtrama que involucra a la Princesa Irulan– convierten a Duna 2000 en un ejemplo involuntario de teatro filmado, sensación que las escenas de acción nunca logran eliminar por completo. El productor Richard Rubinstein, colaborador de George A. Romero en films como El amanecer de los muertos, Creepshow y Martin, declaró en su momento que la miniserie era “ciencia ficción para la gente que no gusta de la ciencia ficción. La saga Duna les gusta a las espectadoras en parte porque tiene personajes femeninos poderosos”, anticipando una tendencia que hoy puede verse con fuerza en adaptaciones como la reciente Fundación, en la cual muchos personajes originalmente masculinos han cambiado de sexo. El estreno de los tres capítulos en el Sci Fi Channel fue exitoso, y la miniserie original fue seguida tres años más tarde por Hijos de Duna, dirigida por Greg Yaitanes y con la incorporación actoral de Susan Sarandon como la Princesa Wensicia, miembro de la Casa Corrino.