El país que cae en default con el Fondo pasa a ser un “paria internacional” a quien nadie está dispuesto a prestarle, señaló el ex director del FMI para el Hemisferio Occidental, Claudio Loser. Para el economista argentino, la necesidad de acordar es casi de “vida o muerte”, porque si bien el país hace tiempo que está fuera de los mercados internacionales, conserva la ventanilla de los organismos y otros prestamistas oficiales.
“El Banco Mundial suspendería inmediatamente cualquier programa crediticio con la Argentina y es muy probable que el BID haga lo mismo; seguramente esto también impactaría en asistencia de países como China”, advierte. Con este panorama, Martín Guzmán no tendría demasiadas chances de imponer condiciones en las negociaciones.
Los argumentos para asustar al Gobierno y forzar una mala negociación carecen de realidad. No sólo porque los mercados voluntarios de deuda que saturó el macrismo y no pudo reabrir Guzmán en su renegociación de la deuda privada permanecerán cerrados más allá del resultado de la negociación con el Fondo.
También porque los desembolsos de los demás organismos internacionales son similares a los pagos que hay que hacer, sin contar los cerca de 2400 millones de dólares que busca cobrar el Club de París. Bajo esa óptica, si no se acuerda con el FMI y se frenan desembolsos y pagos con organismos internacionales, la Argentina no perdería ninguna fuente significativa de financiamiento y se ahorraría más de 20 mil millones de dólares de vencimientos al FMI y Club de París.
Tampoco China frenaría ningún desembolso. La supeditación del swap de monedas a un acuerdo con el Fondo no había sido una exigencia de China sino un pedido del propio Federico Sturzenegger cuando negoció ese instrumento como presidente del BCRA en tiempos de Macri. De hecho, la última renegociación del swap bajo el mandato de Alberto Fernández eliminó esa exigencia autoimpuesta.
Por último, la advertencia sobre las presiones sobre el paralelo y los precios en la Argentina del presente es como amenazar con un cuchillo a alguien que ya molieron a machetazos. La Argentina tiene fuertes restricciones a la compra de dólares, una brecha cambiaria del 80 por ciento y una inflación del 51 por ciento, por lo que puede esperar tomando mate las “terribles” presiones del mercado ante la falta de un acuerdo.
Ese argumento ya fue esgrimido cuando se negoció con los acreedores privados y paradójicamente la corrida cambiaria igualmente se desató, no porque fracasaron las negociaciones, sino porque se logró un acuerdo. Algunas financieras extranjeras que tenían títulos en pesos aprovecharon el contexto de la negociación exitosa para tratar de venderlos a buen precio y tomarse un vuelo a la calidad. No vaya a ser que un acuerdo con el FMI sea otro buen contexto para que liquiden las posiciones que les faltan.
En lugar de negociar apurados y cediendo posiciones, la Argentina debe mantener una posición firme e intransigente para lograr una fuerte extensión de los plazos sin condicionamientos de su política económica.
@AndresAsiain