La facturación de los supermercados, medida en pesos, registró en septiembre un incremento interanual del 29,7 por ciento y las ventas en los shoppings subieron 21,0 por ciento en relación al mismo período el año pasado. La demanda interna constituye uno de los componentes más importantes del PBI y fue el elemento más relevante para explicar la expansión en el nivel de actividad entre 2003 y 2015. Sobre ese pilar se concentró el impacto de las políticas económicas implementadas desde que asumió el gobierno de Mauricio Macri. La caída en el poder adquisitivo del salario y la destrucción de puestos de trabajo resintieron de manera significativa al consumo privado a lo que se sumó la amputación del rol contracíclico del Estado. Por su parte, el amplio instrumental pro-mercado desplegado a lo largo de los últimos doce meses no estimuló la inversión sino que profundizó su contracción frente a una contracción en las ventas al mercado local que todavía no encuentra un piso. Esos datos difundidos ayer por el Indec no computan el impacto de la aceleración inflacionaria enfocada en los bienes ofrecidos en las góndolas y locales de esos establecimientos. Cuando se computan las alzas acumuladas, la disminución de las ventas en cantidades supera los 10 puntos porcentuales.
El informe del IPC elaborado por el Indec no ofrece una estimación para las variaciones interanuales. Por eso, los datos necesarios para dimensionar el impacto sobre el consumo de los sectores populares y algunas capas medias medidas de la población que tuvieron las medidas del gobierno provienen de las publicaciones elaboradas por las autoridades estadísticas porteñas, sus pares puntanos y el movimiento obrero. En septiembre, la medición de la Ciudad de Buenos Aires subió 1,3 por ciento mensual y la variación interanual alcanzó 43,1 por ciento. Los datos de la provincia de San Luis marcaron un aumento del 1,7 por ciento respecto de agosto que llevó a 40 por ciento la comparación con septiembre de 2015. Finalmente, el aumento de precios medido por el movimiento obrero fue del 1,4 por ciento en septiembre y acumula 40,1 en doce meses, aunque para los sectores de menores ingresos, que destinan más recursos a la canasta básica, la suba fue del 44,2. Esos guarismos permiten mensurar las consecuencias de medidas como el tarifazo, la devaluación, la quita de retenciones, el alza en las tasas de interés y el desmantelamiento de los mecanismos de administración de precios sobre el consumo.
Según publicó ayer el Indec, las ventas acumuladas de los supermercados durante los primeros tres trimestres de 2016 registraron un aumento respecto al mismo período del año anterior de 27,1 por ciento. En tanto, la facturación en los shoppings relevados por el organismo estadístico registró una variación del 24,5 por ciento. Ambos guarismos se ubican por debajo de la inflación promedio anualizada a lo largo de ese período. Las caídas en las ventas de los supermercados y shoppings están en línea con las trayectorias en rubros como el consumo de carne, venta de calzados, facturación de comercios minoristas o despachos de cemento.
Con menor rezago temporal que los datos del Indec para los shoppings y supermercados, el Instituto de Trabajo y Economía de la Fundación Germán Abdala estimó anteayer que el consumo registró una caída del 5,2 por ciento contra igual mes de 2015. La cifra representa la mayor caída del año. Otro dato significativo de ese informe es que también se produjo un descenso contra septiembre pasado, del 0,5 por ciento en la medición que despeja cuestiones estacionales.