Los grandes fondos de inversión no quieren abandonar sus apuestas por las acciones norteamericanas. La semana pasada, dos grandes bancos de Estados Unidos como Goldman Sachs y JP Morgan aseguraron que la volatilidad sobre el precio de la bolsa estadounidense es transitoria y en los próximos meses el S&P 500 volverá a subir en la medida que los inversores confíen en que la aceleración de la inflación es un fenómeno pasajero.

La apuesta por continuar comprando empresas de Wall Street, a pesar de las recomendaciones de los grandes fondos, parece requerir de un exceso de confianza. El valor de las acciones norteamericanas es el doble del que tenían en marzo de 2020 y se ubica en picos históricos. ¿Las subas pueden continuar en forma indefinida? ¿Los problemas de la economía global no tendrán a corto plazo un impacto sobre el valor de los activos?

Estas preguntas resuenan cada vez más entre economistas de distintas corrientes. Los problemas que enfrentan países desarrollados y también emergentes son profundos. Se trata de tensiones que van desde altos niveles de endeudamiento hasta dificultades para recuperar el crecimiento de la producción y de la demanda en los mercados internos.

A esto se suman conflictos que empiezan a encender luces de alerta como el cuello de botella que aparece en la cadena de suministro global, el precio de los alimentos para consumo de los minoristas entre los valores más altos de los últimos 60 años y la crisis energética que preocupa principalmente a muchas de las potencias europeas.

En una de sus últimas columnas de opinión, la investigadora de Cambridge Diane Coyle considera que no es posible asegurar que la escasez generalizada de insumos industriales sea temporal y no una señal o evidencia que anticipa un colapso en los sistemas de producción globales.

“Existen cuellos de botella generalizados apareciendo en todo el mundo. Desde los mercados de gasolina hasta el transporte, los fertilizantes, los juguetes, los muebles listos para ensamblar, los iPhones o los chips de computadora”, considera.

“¿Estos choques de oferta significan simplemente una interrupción temporal a medida que la economía global se recupera del impacto de la pandemia? ¿O estamos asistiendo en cambio a una gran destrucción del sistema de producción global?”, se pregunta.

El alto grado de concentración y de especialización de la fabricación de insumos vuelve vulnerable a muchas cadenas de valor que van desde el desarrollo de semiconductores hasta la producción de alimentos. A este problema se le suma el desabastecimiento en materia de transporte o de combustible en países desarrollados como Inglaterra, que impacta en la logística y refuerza los problemas para la producción, limitando la oferta y subiendo costos.

En este mundo en que no resulta clara la capacidad de las economías de recuperarse sostenidamente de la crisis sanitaria y en el que aparecen cada vez más desequilibrios, no es extraño que existan dudas con los augurios de los fondos de inversión de nuevas subas de las acciones. En Wall Street no todos mantienen el optimismo.

Entre los principales problemas que ahora siguen de cerca los más críticos se encuentra la crisis del gas que tiene a Europa en vilo previo a la llegada del invierno. El precio se disparó durante los últimos meses. El rubro energía del índice de inflación europeo subió en septiembre un 17 por ciento y el precio de los futuros de gas se triplicó en pocas semanas.

La expectativa es que los precios no bajarán con la llegada del frío y las facturas de calefacción de los hogares tendrían un alto costo que impactará a nivel macroeconomía con un recorte sobre otros consumos. De esta manera se observa un nuevo problema para sostener el rebote del PIB ya no sólo en países emergentes sino en los desarrollados.

Parte las tensiones de precios se explicarían por una menor entrega de Rusia, que es el proveedor de la tercera parte del gas consumido en el Viejo Continente, y por otro lado por una falta de cargamentos de gas licuado natural a nivel mundial. A esto se suma que la generación de energía eólica fue menor de la esperada.