La militancia política empieza en las calles. “Votá contra el ajuste, votá al Frente de Izquierda”, se presenta Gabriel y ofrece un volante con los candidatos, Myriam Bregman y Gabriel Solano, en una de las esquinas de Scalabrini Ortiz y Corrientes. Gabriel está desde las once de la mañana, cuando colocó la mesa y aseguró con cinta scotch el diario Prensa obrera y los volantes que entregará hasta el mediodía. Trabaja como asesor de salud y cuenta que aporta parte de su tiempo y un porcentaje de su salario (que no llega al 5 por ciento) al Partido Obrero, donde milita hace cinco años. “La única salida es la izquierda”, subraya mientras sigue repartiendo volantes. A unos cinco metros, hay una mesa de Juntos por el Cambio, con dos hombres y una mujer que entregan el volante con los cuatro candidatos porteños, María Eugenia Vidal, Martín Tetaz, Paula Oliveto y Ricardo López Murphy, con el cartel “yo fiscalizo”, “voto y cuido el voto”.
“Yo no milito, solamente le estoy haciendo una gauchada al que milita para entregar volantes. Soy apolítico”, aclara Jaime y continúa repartiendo volantes.
-¿A quién le está haciendo la gauchada?
-A López Murphy. Siempre estuve en Juntos por el Cambio.
-¿Por qué se define como apolítico, si está en una fuerza política?
-Yo no pertenezco ni a Juntos por el Cambio, ni a los radicales. Los voto porque hasta ahora son los que más me interesan, pero no pertenezco al partido.
A Jaime no le gusta hablar, solo estira el brazo y, si tiene suerte, del otro lado manotean un volante más. “A veces me hacen la V”, cuenta y el barbijo se mueve dejando adivinar la mueca de una sonrisa. Jaime estuvo volanteando en esta misma esquina, Scalabrini Ortiz y Corrientes, en las elecciones presidenciales de 2019. “Ahí sí que fueron agresivos”, recuerda. “Si esta gente hizo las cosas mal, no es para que te puteen. No estás de acuerdo, está bien –admite usando la tercera persona para hablar de la coalición que él mismo votó-. Ahora está más parejo porque esta gente (Frente de Todos) prometió cosas y no hizo nada con el verso de la pandemia. Todos los partidos se escudan en la pandemia. Y no creo que sea la excusa para no hacer lo que prometieron. Por eso no me meto en política, porque una vez que ganaron hacen todo lo contrario a lo que te prometieron”.
En el monumento a Pugliese, justo donde asoma la calle Luis María Drago, corazón de Villa Crespo, conviven las mesas “frentistas”: Frente de Todos y Frente de Izquierda. Jazmín Tello, 29 años, comunera del Frente de Todos en la Comuna 15, milita en Tierra, Techo y Trabajo y en el Nuevo Espacio de Participación (NEP). Como todos los sábados está junto a Akira, un joven de 21 años, y Rosi, correntina que vive hace muchos años en Villa Crespo, volanteando y hablando con los vecinos.
El viento agita los rulos de Marga, que agarra el volante con la palabra “Escuchamos” (“estamos haciendo los cambios necesarios para mejorar la calidad de vida de las argentinas y los argentinos”), y declara: “Yo voy a votar a (Leandro) Santoro y (Gisela) Marziotta muy convencida”. Marga tiene ganas de conversar. “Me gustaría que se les enseñara historia a los chicos desde primer grado, decirles quiénes son, porque los chicos tienen que saber lo que hace la derecha en el país, para que haya memoria desde los seis años. Hay que enseñarles cómo se tomó la deuda externa y cómo se terminó pagando”. Marga militó en el Partido Intransigente de Oscar Allende. “Una va evolucionando, así como evolucionó Santoro”, compara, saluda y sus rulos se alejan por la avenida Corrientes.
“Muchos salen a la calle cargados de odio, no solo contra el Frente de Todos sino contra cualquier partido, sin saber que cada uno de nosotros viene acá a militar y a dar lo mejor de sí mismo. Hay mucho odio o muchos aliados; no hay un punto medio. O vienen y te dicen ‘chorros’ o te felicitan por lo que estás haciendo”, explica Akira, que empezó a militar hace un año y medio, al comienzo de la pandemia, en Tierra, Techo y Trabajo. “Militar es ponerse al frente de una causa y llevarla adelante”, subraya.
A tres metros está Juliana, del Frente de Izquierda, socióloga fogueada en la militancia universitaria en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Volantea junto a Flor y Rocío. “Se percibe un descontento muy grande luego de las PASO. Lo que arrojaron las urnas, lejos de revertirse, está creciendo. Eso se combina con una corriente de simpatía al Frente de Izquierda. Ayer (viernes) estuvimos acá de cinco a seis de la tarde. De toda la gente con la que hablé en esa hora, seis personas me dijeron que nos votaban”.
Juliana confiesa que a veces discute con los que volantean para el Frente de Todos. “Había uno que estaba empecinado en que firmemos el petitorio en defensa de Costa Salguero y los espacios verdes. Y yo les decía que era un acto de hipocresía porque ellos están votando en la Legislatura la entrega de todos los espacios verdes y los terrenos de la ciudad. No se los voy a firmar, le dije en buenos términos”.
Fervor y corazón
El clima ayuda; el sol y la música levantan la temperatura ambiente en una de las esquinas más emblemáticas de Caballito, Acoyte y Rivadavia. La muchachada calienta motores para el 17 de octubre y canta la marcha peronista. Pablo integra el Frente Unidad Peronista. “Este es un barrio muy gorila –advierte-. Por eso invitamos a los compañeros a que se comprometan activamente en un momento crucial, la única herramienta que tenemos es militar en la calle”.
Susana, acompañada por su perro Filipo, revela que el FUP viene trabajando en esa esquina desde el advenimiento de la democracia. “Este es un barrio adverso, siempre lo fue, ponemos mucho fervor militante, lo hacemos con corazón. Pero más allá de eso nos ligamos bastante insultos. Recién un señor me dijo ‘chorra’; hace mucho tiempo nos decían ‘viva el cáncer’”, recuerda Susana.
Jackie, del Frente de Izquierda, explica el código práctico en la repartición de las cuatro esquinas de Acoyte y Rivadavia. “Uno viene temprano, pone la mesita y se agarra la esquina; podés cruzar, volantear, pero tratamos de respetar el espacio de cada uno”. Jackie dice que hay una “empatía” hacia los candidatos de la izquierda, “los únicos que plantean las problemáticas que vivimos los trabajadores”.
Por aquí no se ven militantes de Milei: "ellos ponen mesas en otros barrios, Botánico y Barrio Norte. Y cuando nos veían en Santa Fe y Pueyrredón, nos gritaban 'zurdos' como insulto", cuenta Jackie.
Claudio, del FUP, reflexiona sobre lo que implica volantear en un barrio hostil para el peronismo. “Una de las cosas que me ponen del tomate es que me digan ‘chorro’. ¿Qué se puede decir de un hombre como (Mauricio) Macri? Es un delincuente de alto vuelo que tiene toda su plata en el exterior. Cuando van a buscar cuentas a Cristina (Fernández), le encuentran plata robada a Macri. ¡Es una cosa de locos! Yo no sé si tienen el cerebro lavado, no se quieren dar cuenta, o no les interesa. En el fondo, es una cuestión de odio hacia el peronismo”.