Roberto Feletti asumió como nuevo titular de la Secretaría de Comercio a comienzos de esta semana y debió ejecutar, de inmediato, el primer paso de la tarea encomendada. Esto es: frenar la escalada de precios. El congelamiento propuesto (1247 productos de la canasta básica) no es un "ordenamiento del sistema de fijación de precios", un aspecto de la política económica que está desmadrado y que requerirá un abordaje político que está en la hoja de ruta del flamante funcionario pero no en las primeras páginas. Lo urgente es frenar la inercia inflacionaria. Pidió colaboración a las empresas dominantes y, si no la tiene, promete "mano dura". Este lunes, Feletti se volverá a ver cara a cara con los formadores de precios en los rubros de alimentos, bebidas y artículos de limpieza. Si no hay acuerdo, deberá echar mano a otra caja de herramientas, la de medidas de disciplinamiento a las firmas dominantes. Una alternativa a la que, hasta ahora, el gobierno de Alberto Fernández rehuyó, incluso en contra de la voluntad por aplicarlas de algunos de sus funcionarios. Puede que ahora haya cambiado el contexto, la lectura de la realidad o sean otras las necesidades. Por voluntad del gobierno o por imposición de los hechos, se abre una etapa distinta.
“Necesitamos parar la pelota para que los alimentos no sigan limando a los salarios”, definió Feletti el jueves. Ya había lanzado la propuesta de congelamiento de precios por 90 días, pero retrotrayendo los precios al 1º de octubre. Los grandes formadores de precios recibieron la demanda en silencio y prometieron posteriormente llevar una "contrapropuesta". Probablemente, traten de imponer una lista "más corta".
La Federación de Almaceneros respaldó el congelamiento, aclarando que "no somos formadores, somos tomadores de los precios que nos fijan grandes empresas, mayoristas y distribuidores". Pero se comprometieron a hacer un seguimiento. "Si recibimos una lista de precios con aumentos que no corresponden, queremos que nos abran un canal, aunque sea un celular, para que inmediatamente lo hagamos saber". Fueron, en realidad, los que recibieron con más entusiasmo el mensaje del secretario de Comercio.
Era la primera vez que en un mismo salón se reunían los representantes de tantos eslabones de la cadena de producción y comercialización de alimentos. Estaban los representantes de grandes cadenas de hipermercados, junto a los titulares de firmas distribuidoras mayoristas, y las cámaras de supermercados y autoservicios de barrio (negocios de cercanía). Algunos, convocados por primea vez a ese ámbito. Los fabricantes de alimentos, no sólo a través de la cámara que agrupa a las grandes firmas, Copal, sino también los representantes directos de grandes empresas con marcas dominantes en sus respectivos rubros (Coca Cola, Pepsi Co, Quilmes, Arcor, Danone, Mondelez, Swift, Sancor, La Virginia, Cabrales, Nestlé, Las Marías). También, los principales conglomerados del rubro limpieza (Unilever, Procter & Gamble, Colgate, Johnson y Johnson).
Son los representantes de mercados altamente concentrados. Un estudio en elaboración del Instituto del Pensamiento y Políticas Públicas refleja el grado de concentración en la gran mayoría de productos básicos de consumo e incluso de insumos críticos:
En alimentos, el 6% de firmas controlan el 85% del mercado. En bebidas, el 7% domina el 93% del mercado. En medicamentos, 11% de firmas controlan el 83% de las ventas. En cemento, el 4% controla el 71%. En insumos metalúrgicos, el 6% controla el 90% de las ventas. Y son sólo un ejemplo del control de mercados por parte de una cúpula empresaria muy reducida.
No sin razón, hay quienes sostienen que en otros países existen niveles de concentración similares y, sin embargo, no existe un fenómeno inflacionario como el argentino. Claudio Lozano, tritular del mencionado instituto, explica que "no es la concentración la que provoca la inflación, sino el control del mercado; en el caso argentino, la ausencia de un sistema de fijación de precios que ordene, que impida que la disputa entre distintas fracciones del capital se definan en la lucha por precios relativos". Y entre el conjunto de esas fracciones del capital y el resto de la sociedad.
La referencia de Feletti a "parar la pelota" alude a la intención que conlleva el congelamiento de precios por 90 días que propuso. Detener el juego, hacer la pausa, frenar la inercia inflacionaria para darse unas semanas y encontrar algún mecanismo de funcionamiento del sistema de precios que evite la remarcación permanente. El mecanismo de "anclas" desde los precios regulados --tipo de cambio con aumentos muy moderados, tarifas congeladas, incluso la de combustibles-- ha demostrado poca eficacia.
En el curso de la próxima semana se iniciará el análisis y seguramente una convocatoria a los productores de insumos difundidos. En esos precios del escalón mayorista tambièn se juega una parte importante de la batalla contra la inflación. Pero antes, será la puja directa con los formadores de los precios a nivel minorista y su respuesta a la propuesta de los 1247 productos congelados. Más que seducción, el gobierno deberá demostrar fortaleza y decisión para empezar a ordenar un problema, la suba de precios, que prácticamente le invalida todo el resto de políticas económicas.