Una encuesta del Ministerio de Seguridad hacia el interior de la Policía de Santa Fe indagó en el ser y parecer de los hombres y mujeres de uniforme, y su autopercepción acerca del oficio de garantizar seguridad pública. Una tropa de 21.500 efectivos que, a grandes rasgos, señala varios déficits de la institución, reconoce que la connivencia con el narcotráfico es innegable, que la corrupción es un problema grave, pero a la vez tiene una valoración importante acerca de sí misma, aunque se siente mal remunerada.

El relevamiento revelado esta semana es el Censo del Personal Policial 2020 que corrió por cuenta del Observatorio de Seguridad Pública ministerial y del programa Delito y Sociedad, de la UNL, sobre los 19.100 policías que lo respondieron (89%). Pero esta nota traduce un recorte parcial de lo que refiere al ámbito de la Unidad Regional II, de Rosario. 

Siete de cada diez policías dijeron haber elegido esa carrera por vocación, pero un 20,5% lo hizo por la estabilidad laboral y el salario seguro que depara. Esta proporción sube al 83% cuando se les preguntó si esta seguridad de empleo es el motivo de elección de los nuevos agentes. Con todo, 23% evalúa hoy de manera negativa su elección de ser policía, a pesar de que también hasta el 77% se declaró satisfecho con su trabajo en la fuerza.

La mitad de los encuestados consideró que su formación ha sido "bastante buena". Pero la mitad dijo que su formación duró solo de "1 a 6 meses". El 18% dijo que se instruyó durante 1 año, y el 20% dijo que lo hizo durante 2 años. 

Los temas más valorados: la “formación jurídica”, la “instrucción en materia táctica y operativa” y las “normas de mando y obediencia". Y el 50% opinó que debe mejorar la instrucción táctica y operativa, y el uso de armas de fuego. De todos modos, 8 de cada 10 opina que la práctica cotidiana es la principal fuente de formación policial, y el 93% considera que la especialización adquirida es la adecuada para cumplir la función actual.

El sondeo permite una aproximación a la situación de las personas que integran la fuerza de seguridad. El 42% de los y las policías de Santa Fe tienen entre 30 y 39 años, y solo el 5% tiene más de 50. La antigüedad promedio es de 12,5 años. Hay un 28,6% con estudios terciarios completos, y solo 5% completó una carrera universitaria.

Un tercio alquila su hogar, y solo es propietario el 28%. El 12% tiene otro ingreso por algún trabajo ajeno a la Policía. Y en el 80% de los casos su sueldo es el principal sostén económico del hogar. El 17,5% no vive en el departamento Rosario, donde trabaja.

Surgió aquí un dato curioso: antes de ser policía, el 37% de los consultados intentó ingresar al Ejército, y en menores proporciones a otras fuerzas como PFA, Prefectura, Gendarmería, Marina, etc. 

Valores y modus operandi

Los policías en Rosario consideran que su función primordial es prevenir el delito. Tres de cada diez asume que la institución cumple su deber de manera poco o nada satisfactoria. 

La mitad opinó como algo negativo que la institución no es independiente del poder político y que es ineficaz para prevenir su corrupción intrínseca. Asimismo, el 73% consideró que la Policía es buena en cuanto al respeto de los derechos humanos de la población. Y no tanto en cuanto al respeto de los derechos de los miembros de la fuerza. Esta percepción explica que el 88% está de acuerdo con tener una asociación sindical reconocida legalmente, algo que hasta ahora no sucede. 

Más del 70% tiene una valoración positiva de la corrección policial en el uso de la fuerza física y el empleo de armas de fuego, como así también en su capacidad para investigar delitos. 

Ante una serie de afirmaciones, la mayoría se mostró en desacuerdo con que la policía trate de peor manera a los pobres que a los ricos, a los jóvenes que a los adultos, que no trate de manera adecuada a las víctimas de violencia de género, y que su participación en la venta ilegal de armas se encuentre muy extendida. 

La mayoría de los policías encuestados discrepa con esos asertos. Pero esa proporción disminuye cuando se le afirma que "la corrupción policial relacionada con el narcotráfico se encuentra muy extendida". Aquí más de la mitad asintió y manifestó ciertos niveles de acuerdo al respecto, "lo que parece reflejar el grado de presencia y extensión de las articulaciones ilegales existentes entre narcotráfico y policía en el territorio de la Unidad Regional II", concluye el informe. De hecho, el 92% asume que la corrupción en la policía es un problema ya de suma gravedad.

Más de seis de cada diez agentes identificaron la baja remuneración como el principal problema. Se sienten mal remunerados y es el principal impedimento para cumplir su labor de manera adecuada. En segundo lugar, se ubicó la falta de equipamiento (elegida por más de cuatro de cada diez) y, en tercer lugar, la falta de personal (con casi uno/a de cada cuatro). Más de un quinto y poco más de un cuarto de los/as trabajadores/as policiales escogieron como problemas principales “la falta de capacitación y formación de los/as policías” y el “exceso de derechos y garantías para los/as delincuentes”

La encuesta reveló la coexistencia de regímenes laborales diferentes: unos trabajan 24 horas y descansan 48, otros lo hacen en relación 12-24 hs, y otros 8 horas diarias.

Seis de cada diez contestaron que debieron tomar licencia médica, y en este grupo casi un tercio respondió que fue por más de 60 días. De aquí, el 28% respondió que el motivo fue su salud mental. 

El 54% respondió que a lo largo de su carrera ha enfrentado alguna situación crítica, y de estos, la gran mayoría aseguró que no recibió acompañamiento psicológico posterior.

El 70% afirmó que la comida que reciben en servicio es mala, ni responde a una dieta equilibrada ni es una ración suficiente. La gran mayoría dijo que realiza actividad física regular, pero el 23% dijo que no. 

En cuanto al trato hacia dentro de la fuerza, un tercio admitió haber recibido "gritos y ofensas verbales" alguna vez, en menor medida (15%) comentarios ofensivos sobre su género o sexualidad, y un 10% sobre aspectos de etnia y condición socioeconómica. 

En la encuesta emergieron algunas arbitrariedades y motivos de malestar por órdenes de superiores: incremento injustificado de carga laboral, sanciones sin causa justa, traslados injustificados, cambios arbitrarios de horarios y turnos. Tan grave como eso es que el 93% reconoció que nunca denunció estos maltratos. 

Ellas

Una amplia mayoría valora de manera positiva el ingreso de mujeres a la institución, pero casi un tercio se mostró en desacuerdo con aumentar la proporción femenina en la tropa. 

La percepción del techo de cristal para el ascenso profesional de mujeres policías no es muy significativo (14%). Pero alrededor de la mitad coincide en que la mujer en un cargo de mando debe lidiar con la subestimación de superiores y la falta de reconocimiento de sus subordinados. 

Alrededor del 20% de las mujeres consultadas reveló haber sufrido acoso sexual alguna vez por parte de un compañero o un superior. Y de este total, el 88% no denunció tal violencia machista. Y entre quienes sí denunciaron, más de la mitad quedó insatisfecha con el trato brindado a su denuncia.