Riki dice que Leo le dijo que el disco Canciones del corazón estaba buenísimo, pero que los anteriores del que por entonces era su grupo le habían parecido una “cagada frita”. No se sabe cómo reaccionó cada uno –al decir y escuchar justamente eso: cagada frita– pero es válido imaginarlo. Por ejemplo, Riki arqueando levemente las cejas, asomando la mirada por sobre sus anteojos, sonriendo apenas pero cruzado por una carcajada interior y Leo diciendo aquello y nada más, quieto su bigote, imperturbable. Por su parte Leo dice que no, que no guarda el papelito ese que Riki dice que le dio hace veinte años por una canción que iban a ensayar juntos pero que sí tiene, en casette, una copia de Farmacia, aquel trabajo solista de Riki de 1993.

Así las cosas. Así de raras, así de normales.

Riki es Ricardo Musso –fundador y parte de El Cuarteto de Nos hasta 2009– y Leo es Maslíah, figura polémica y querida, popular e impopular de la música y la literatura uruguaya. Ambos se conocen desde hace mucho tiempo y desde hace mucho también que vienen compartiendo proyectos: Maslíah llegó a grabar y tocar en vivo con El Cuarteto y desde principios de los noventa dirigió en algunas obras de teatro a Riki. Y éste, a su vez, mezcló una gran parte de los discos de Leo –y eso es mucho decir, dada la cantidad enorme de discos editados: más de cuarenta y contando. Es Riki el que recuerda: “Yo lo fui a ver varias veces antes de que nos presentasen, en recitales para treinta o cuarenta personas que se armaban a fines de la dictadura en cooperativas de vivienda o en el salón de los funcionarios de tal o cual oficio. Solía tocar con Carlitos Morales, un gran guitarrista que grabó con él sus primeros discos. Nos fuimos cruzando en las cocinas de esos escenarios, en Uruguay no existe el concepto de camarín”. Y agrega: “Después de aquel despacho de sinceridad brutal –se refiere a aquella ‘cagada frita’– si nos encontrábamos en la calle ya nos quedábamos charlando”. Además, lo dicho: Riki ha mezclado muchos discos de Maslíah –casi la mitad, según el decir de ambos. “Cuando escucho una canción suya, ya sea voz acompañada por dos guitarras, a puro piano o a plena orquesta, mi cerebro se retuerce porque no le puedo seguir la lógica musical”, confiesa Riki. “Con otros compositores me salta eso de: ‘oh, un dejo de Bola de Nieve o de Caetano o de Hendrix’. A veces en sus latineces hay Wawancó y Pérez Prado conviviendo en armonía o en un ajustado equilibrio antagónico. Es increíble. El graba casi todo en su casa; salvo los discos en vivo, claro. Cuando trabajamos en sus discos, últimamente me entrega la música prácticamente editada y mezclada. De modo que trato de ser muy cuidadoso con no modificar la esencia de todo eso. Que yo quisiera juntarme a hacer cosas con él es natural: es mi ídolo. Pero que un genio como Maslíah muestre interés por lo que hago, es una de las cosas que más me enorgullecen”.

¿Y vos, Leo, cuándo escuchaste las primeras cosas de Riki?

–Fue esa vez en que lo escuché a dúo con Roberto, pero no me acuerdo qué canciones eran ni si eran de uno o del otro. Sí me acuerdo bien de la presentación que hizo de su primer disco solista, que era casette en esa época. Años después, a las increíbles canciones se sumaban fabulosos trabajos de video, veta que Riki siguió desarrollando luego y que lo convirtieron en el mejor realizador de clips musicales y cortometrajes. El disco ¡Formidable!, el más reciente, me parece excelente. En realidad, sus cuatro discos individuales me parecen de lo mejor de la música uruguaya de las últimas décadas. Por desgracia, los tres primeros los conoce muy poca gente.

UN PAR DISPAR

Cada uno por su lado ha ido ensanchando una obra propia. Mientras las canciones de Riki, a través de El Cuarteto de Nos –se alejó por diferencias internas y cuestiones musicales en 2009, justo cuando la banda se masificó–, de sus cuatro discos solistas –con el último ganó varios Grafitti, algo así como los premios Gardel uruguayos— y de la colaboración en bandas como Exilio Psíquico, Buenos Muchachos, La Hermana Menor– resuenan en un rock clásico y bien guitarrero; la casi inabarcable obra de Maslíah –que incluye además teatro, literatura, periodismo– de alguna manera se ubica en la música popular y también en llamada “música culta”: música de cámara, obras clásicas, óperas y operetas, canciones con ensamble, a sólo piano, a sola guitarra, relatos, monólogos y demás. 

La afinidad musical, entonces, viene dada no sólo por la admiración mutua sino también por la manera –oblicua, personal, uruguaya, tragicómica– en que ambos se cargan el humor, la ironía, el delirio, el sarcasmo: el goce de contar a través de ello. Riki dice: “En mi caso no tengo idea. Yo no escribo las letras de mis canciones sino que las voy grabando junto a la melodía. Si encuentro frases conexas por alguna causa, las dejo y sigo por ese lado. A veces no. En ocasiones quedan cómicas y en otras no. Lo mismo pasa con las partes musicales. A veces escuchaba y sentía qué cómico en las milongas o chamarritas de protesta cuando de golpe se transformaban en mayor para emitir la proclama. Eso es muy gracioso”. Y Maslíah, lacónico: “A mí me gusta mucho su trabajo pero no soy capaz de determinar si hay o no cosas en común en lo que hacemos”.

Entonces, en lo que hace cada uno de ustedes, ¿encuentran repliques o resonancias en lo que se puede considerar lo más importante de la música uruguaya, como Zitarrosa, Mateo, Jaime, el candombe, el candombe beat, Fattoruso?

Maslíah: Hubo muchas vertientes en la música popular uruguaya, algunas simultáneas como las que mencionás y otras anteriores. Este año se cumple el centenario de que un muchacho uruguayo en Montevideo compusiera “La Cumparsita”. También hubo muchas cosas en la música impopular o “culta”, como quisiera llamarla Carlos Vega. Creo que tanto nosotros como otros, entre los que pueden estar los que nombrás, nos vamos constituyendo como síntesis de cosas surgidas en estos lados, en países vecinos y en otros distantes.

Musso: El sonido de Zitarrosa en sí deriva del Gardel de guitarras, Jaime Roos emergió del movimiento de candombe y Eduardo Mateo simplemente era de otro planeta. Pero hay un montón de neo Zitarrosas y neo Jaimes. De neo Mateos muchos más. Un neo Maslíah sería impensable. En mi caso no veo parecido el sonido de un disco mío al de otro disco mío. Sin duda que cada tema, o a lo mejor cada parte de tema se remite a una suma, promedio o más bien confusión de recuerdos de sonidos de canciones, cortinas de programas, de sonidos de los barrios en que viví y esas cosas. Yo nací y viví casi toda mi vida en el barrio Sur de Montevideo, donde hay tambores todos los domingos y feriados, sin embargo nunca hice un candombe. Mi padre escuchaba Gardel sin parar y marchas militares. Mi madre a Palito Ortega, Leonardo Favio y Roberto Vicario, este último me influyó mucho. En la feria sonaban siempre los Wawancó. Cuando descubrí una música por la mía, que me gustara por decisión propia, fueron los Beatles, los Creedence, los Carpenters. Más de grande los Talking Heads. De Uruguay recién conocí cosas interesantes más de adolescente: Los Que Iban Cantando, Maslíah, Mateo, Cabrera, Viglietti, Marcos Velázquez, Roos... pero eran casi mis contemporáneos, porque no había un pasado musical permitido en dictadura.

Y Riki agrega, para terminar ese capítulo histórico: “A esta altura Maslíah ya es tan clásico como Mateo, Zitarrosa o Jaime”.

DE AMBOS LADOS DEL RíO

Que casi no ensayan juntos, que puede que repasen algunas canciones, que lo que a Riki puede llevarle tres semanas seguidas sacar e interpretar un tema de Leo, a éste le lleva unos minutos. Que durante los ensayos a veces hacen mate: la última vez hicieron pero se olvidaron que estaba allí. Esas cosas cuentan ambos, siempre a medio paso entre el humor y la ironía. Y Musso, austero, se refiere a las presentaciones que están haciendo por estos días: “Hay músicas, canciones, lecturas de prosa y poesía, recitado de prosa y poesía de memoria. Videos sonoros autónomos. Videos mudos que interactúan con algunas canciones o poesías. Videos sonoros que interactúan con algunas canciones. Todo esto en las variedades de Leo solo, Riki solo, Leo más Riki y Riki más Leo”.

A la distancia, y ya pasadas algunas polémicas y algunos años desde que dejaste la banda ¿qué es El Cuarteto de Nos para vos hoy, Riki?

–A la distancia, en el tiempo, era una banda que le costó treinta años hacerse conocida y lo logró cuando ya no tenía nada interesante para ofrecer. Y me incluyo. A la distancia en el espacio, ya que en el tiempo aún hoy continúa existiendo, es una banda que no me interesa pero que a cientos de miles de personas en Latinoamérica sí, así que les va muy bien. No me acuerdo de haber polemizado sobre el Cuarteto ¿a quién le interesa mi opinión? Respondo a veces alguna pregunta al respecto pero no creo que afecte a nadie. Ocurre que hay gente que polemiza sobre Cuarteto de antes o de ahora. El Cuarteto es el de ahora. El de antes no le interesa ni a mí ni a ellos, sólo a gente que cree que todo tiempo pasado fue mejor porque, claro, ellos eran más jóvenes y no les dolía el lumbago como ahora, pero eso no se debe a la música que escuchaban.

Leo, en su momento se armó cierto revuelo en Uruguay ante tu “renuncia” a seguir colaborando con el diario montevideano La Diaria por, entre otras cosas, el poco interés hacia la música hecha y producida localmente; en contraposición al espacio que se le dan a músicas angloparlantes...

–Mucha de la mejor música popular uruguaya actual, y ni hablemos de la impopular, como la que hacen Herman Klang, Carlos Quintana, Tercera Fundación y otros, tiene muy poca cobertura o difusión. Pero son cosas que pasan en casi todas partes del mundo, salvo en momentos muy especiales donde hay una avidez especial del público y entonces los que empiezan a tocar en esos momentos logran una difusión más amplia que logra luego volverlos algo como lo que ahora está de moda llamar “referentes”. Pero por ejemplo en Argentina ¿cuántos escuchan a Agostina Elzegbe o a Lorena Rizzo? Andá a contarlos y volvé, vas a ver que no demorás más de quince minutos.

“Biromes y servilletas” (de Maslíah y reversionada por, entre otros, Jaime Roos, Milton Nascimiento y Andrés Calamaro) es una canción, un relato, una descripción hermosa, y triste y alucinada de Montevideo. Es probable que escuchada hoy, y a la luz y sombra del encuentro de Leo y Riki, se pueda hallar a ambos –juntos y por separado– en varios pasajes que se cuentan allí. Por ejemplo es válido pensar, entonces: hablan de la aurora hasta cansarse, cansarse, cansarse sin tener miedo a plagiarse, plagiarse, plagiarse; nada de eso importa ya mientras escriban, escriban, escriban su manía su locura su neurosis obsesiva.

Leo Maslíah y Riki Musso ofrecerán dos únicos conciertos el viernes 19 y el sábado 20 de mayo, en Café Vinilo, Gorriti 3780. A las 21.