Un grupo de científicos de la Universidad de California en San Francisco (UCSF) desarrolló un dispositivo de “estimulación cerebral profunda” que “elimina” los pensamientos negativos con una estimulación eléctrica para prevenir la depresión.
Según especificaron en el estudio publicado recientemente en la revista científica Nature, se trata del primer caso en el mundo en demostrar que la estimulación altamente dirigida en un circuito cerebral específico que incluye patrones cerebrales depresivos podría ser ser una forma efectiva de tratamiento para la depresión severa, que afecta aproximadamente al 5 por ciento de los adultos en todo el mundo, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Hemos desarrollado un enfoque de medicina de precisión que ha manejado con éxito la depresión resistente al tratamiento de nuestra paciente al identificar y modular el circuito en su cerebro que está asociado de manera única con sus síntomas”, dijo Andrew Krystal, profesor de psiquiatría, miembro del Instituto Weill de Neurociencias de UCSF y uno de los científicos detrás del desarrollo del dispositivo en un comunicado de prensa.
El caso de Sarah
La investigación fue realizada a partir del caso de Sarah, una mujer de 38 años con depresión severa que había tenido pensamientos suicidas en 2016.
Sarah había experimentado con alrededor de 20 medicamentos para la depresión, meses en un programa diurno en un centro hospitalario, terapia electroconvulsiva y estimulación magnética transcraneal, entre otros tratamientos, pero sin resultados.
Hasta que llegó al laboratorio del grupo de investigadores de la UCSF, quienes le implantaron en el cerebro un dispositivo que funciona con baterías del tamaño de una caja de fósforos, una especie de “marcapasos para el cerebro” calibrado para detectar el patrón de actividad neuronal que ocurre cuando se presentan los síntomas de la depresión. Allí, descarga pulsaciones de estimulación eléctrica para evitarla.
Según el artículo publicado en Nature, 12 días después de implantar el dispositivo, el puntaje de Sarah en la escala estándar de depresión bajó de 33 a 14. Varios meses después cayó por debajo de 10, lo que significó un estado de remisión, informaron los autores del paper científico.
“El dispositivo ha mantenido mi depresión bajo control, me ha permitido volver a ser la mejor versión de mí misma y reconstruir una vida que vale la pena vivir”, contó Sarah.
“Nuestro objetivo no era hacer feliz a esta paciente, sino eliminar su depresión”
Andrew Krystal señaló: “Lo que creemos que está sucediendo en esta primera paciente es que algo en el entorno desencadena un proceso que provocaría un sentimiento negativo, el comienzo de lo que empeora su depresión. Lo detectamos antes de que se convierta en una depresión significativa y básicamente lo eliminamos”.
“Nuestro objetivo no era hacer feliz a esta paciente, sino eliminar su depresión”, aseguró.
Por su parte, Katherine Scangos, psiquiatra y autora principal de la investigación, afirmó: “Pudimos brindar este tratamiento personalizado a un paciente con depresión y alivió sus síntomas, no hemos podido hacer este tipo de terapia personalizada anteriormente en psiquiatría”.
Scangos contó que en este momento hay dos pacientes más que forman parte del ensayo y el objetivo es incluir otros nueve más adelante. El tratamiento todavía no cuenta con la aprobación de la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, según sus siglas en inglés).
Las críticas
La implementación de este tratamiento ha recibido críticas porque modificar los pensamientos de un individuo, señalaron, implica un posible dilema ético.
“Una persona a la que se le haya implantado un sistema de circuito cerrado para atacar sus episodios depresivos podría verse incapaz de experimentar alguna fenomenología depresiva cuando es perfectamente normal experimentar este resultado, como en un funeral”, opinó Frederic Gilbert, filósofo experto en neuroética y profesor titular de Ética en la Universidad de Tasmania, de Australia.
Gilbert afirmó que un dispositivo que detecta solo la actividad cerebral no captará el contexto del sentimiento. “Los sistemas invasivos automatizados implantados en el cerebro podrían intensificar constantemente su toma de decisiones y como resultado, podría comprometerlo a usted como agente de pensamiento libre”, advirtió.