Raúl Porchetto está de estreno y de regreso. Hace unos días presentó en la Feria del Libro de Córdoba Bebiendo el universo (2021), una publicación que reúne su antología poética y cuenta su historia personal con la música. “Fue increíble la respuesta de la gente. Estoy acostumbrado a presentar discos, pero no libros”, se sorprende Porchetto, quien está cumpliendo 50 años de trayectoria con la música y dice que componer le sigue apasionando como el primer día. En simultáneo, lanzó una nueva canción después de varios años sin mostrar material: “Alguien, bebiendo al universo”, “Siempre es un desafío para un músico mostrar una canción. Con la edad que tengo, todavía se me sigue moviendo la estantería”, resalta el cantante, guitarrista, pianista y compositor. Después de un año y medio, además, volverá a presentarse en vivo con público. La cita será el viernes 22 de octubre a las 20.30 en Café la Humedad (Carlos Calvo 2540).

El libro en cuestión fue publicado por la editorial de la Universidad de Córdoba y le llevó dos años y medio de trabajo. Está dividido en dos partes. La primera parte recopila las letras de las canciones desde Cristo Rock (1972) hasta Sombras en el cielo (2018). “Cada dos discos, cambiaba la poética, además de la parte musical. Al principio la poética era surrealista y dadaísta. Después, en la época de la dictadura se empieza a hablar más con metáforas y en los ochenta y en la democracia se va más al formato canción”, precisa Porchetto, referente del colectivo Arte por la Paz. Y la segunda parte está centrada en su historia musical, desde los comienzos. En las páginas, aparecen anécdotas, charlas con amigos, colegas y “algunas cosas que no forman parte de la historia oficial”. Y también hay palabras de Estela de Carlotto, un prólogo de Gustavo Béliz y un texto de León Gieco.

“En algunas partes del libro relato mis experiencias con Sandro, que me decía que era el hermano que nunca tuvo. Tuvimos una relación maravillosa que hoy extraño. Nos juntábamos mucho en su casa y me parecía importante compartirlo”, cuenta el músico. “Y también quería que quedaran expresadas en el libro mis diferentes búsquedas más allá de la música, como mi relación con chi kung, la meditación, la medicina china o mi trabajo sobre las frecuencias de sonido para ayudar a la salud”. Y también le dedica unas páginas a su vínculo con Charly García. “En 1972, cuando se me da la posibilidad de grabar Cristo Rock ahí lo convoco a Charly y fue difícil sostenerlo. Él se había consustanciado con el espíritu del disco que yo quería hacer. Y realmente fue muy difícil mantenerlo porque a la gente de la compañía no le gustaba Charly y yo dije que el límite mío era ése, no solo porque era amigo sino porque era un genio. Entonces, logré sostenerlo ahí a Carlitos y esa anécdota la explico bien en el libro”.

-Más allá de la dimensión musical, Gieco habla de "estatura" en términos de "lo que se hace en la vida". ¿Se refiere a una ética sostenida a lo largo del tiempo?

-Yo diría filosofía de vida. La ética y la estética hacen un buen complemento verbal. Pero más que nada traté de ser coherente con mis ideas. Cuando había que decir que sí, dije que sí y cuando había que decir que no, dije que no, pagando precios a veces altos. Pero hice lo que quería y como lo quería. Era muy importante ser fiel a lo que sentía y hasta el día de hoy creo que eso es fundamental. Es importante ser coherente con uno, no con el ego o con la mente. Así como el músico no está dentro del parlantito del teléfono, el ser de uno suena desde otros lugares más interesantes. Entonces, desde ese lugar configuro todo, no es mejor ni peor. Un artista tiene que tener una expresión, ser inclusivo, entender la vida y respetar a todos los seres sensibles.

-Además de lanzar el libro, salió la canción "Alguien, bebiendo el universo". ¿La compusiste pensando que dialogara con la salida del libro?

-Traté de aprovechar la salida del libro. En realidad, el tema se llama “Alguien” y después yo le puse "Alguien, bebiendo el universo". Porque al libro yo le había puesto así y justo tenía ganas de sacar ese tema que lo hice hace muy poquito. Y me pareció como un regalo, porque en el libro hay un QR para escuchar la canción en plataformas. Fue darle un marco a algo tan movilizante como el libro y después de tanto tiempo estar presentando de vuelta un tema. Siempre es un desafío para un músico mostrar una canción. Con la edad que tengo, todavía se me sigue moviendo la estantería. Esta canción nace desde una emoción, cuando vos querés decirle a alguien que le importás. Desde el 2018 que no grababa y sacaba una canción nueva. Porque todo el tiempo estoy componiendo. Estoy cumpliendo 50 años de carrera y es lindo hacer una canción y que le siga gustando a la gente. Tengo la misma pasión para componer que cuando tenía 30. Soy más vago para escribir, pero para la música agarro la guitarra o el piano y ya está. Pero pensar ya en un disco implica toda una parafernalia...

-Pero seguís encontrando la inspiración para componer. ¿No se agota ese combustible?

-Hacer canciones es como respirar, es mi lenguaje. Eso no lo pienso y no es que sea irracional. La creatividad es lo mismo, no hay regla, es algo intangible. La música no le pertenece al género humano, todo tiene reverberancia, el planeta mismo. Cada artista trata de capturar y materializar la música de la forma que puede, con las herramientas que tiene. Y hay tantas formas como seres. Lo que le da integridad a un artista de verdad es la búsqueda de la excelencia. Y después la perdurabilidad le da la excelencia que haya alcanzado, que va a estar medida con la sinergia o empatía que encuentra con la gente que escucha. Pero esa búsqueda le da una magnitud que lo exime de que la mediocridad lo seduzca.

-Tu música estuvo muy presente en el proceso de regreso a la democracia y también en la etapa previa. ¿Cómo ves el momento actual de la democracia argentina?

-Es algo que siempre me interesó. Me parecía fundamental armar Arte por la Paz con las Abuelas de Plaza de Mayo como cimiento para la democracia y para que no sucediera más lo que pasó (en tiempos de dictadura). Cuando dicen que la democracia está en peligro yo no lo veo así. Los golpes de estado eran cívico-militares. Yo me imagino a algunos “protagonistas” hoy, si estuviéramos en los sesenta o setenta, que ya hubieran ido diez veces a golpear los cuarteles. Estaría muy claro quién podría hacerlo. Hoy no pasa eso. Pero sí veo que la democracia se encuentra en un momento difícil, en un desafío: cómo sostenerse, cómo desarrollarse, cómo crecer, cómo alcanzar una madurez. Porque venimos de épocas en las que quisieron apuntalar una tontocracia. La democracia es el poder del pueblo entregado “a consignación” no para que la vendan, sino para que la desarrollen. Que sean representantes del pueblo. Me refiero a desarrollar desde la justicia social, la igualdad, los derechos humanos, las diferentes expresiones. Todos merecemos las mismas posibilidades y no quiere decir que seamos todos iguales. Se ha caminado mucho, pero hay mucho para hacer y recomponer.