Maten a Hamlet - 8 puntos
De Los Macocos y Sebastián Irigo.
Elenco: Los Macocos Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf y Marcelo Xicarts.
Diseño de vestuario: Analía Morales.
Diseño escenográfico: Adriana Maestri y Romina Del Prete.
Diseño de luces: Leandra Rodríguez.
Música original: Axel Krygier.
Títere: Gerardo Porion.
Producción ejecutiva: Mechi Castillo.
Asistente Dirección: Lucila Casalis.
Dirección: Sebastián Irigo.
Funciones: viernes y sábados a las 20 y domingos a las 12.30, en el Centro Cultural 25 de Mayo (Triunvirato 4444).
“Desde 1985 deshaciendo teatro”. Así describen su impronta Los Macocos, y su última creación, Maten a Hamlet, no hace más que ratificar esa definición, porque en escena logran, precisamente, deshacer y reinventar la emblemática pieza de William Shakespeare transformando la tragedia en una singular y desopilante comedia de enredos. Si alguna vez alguien pensó que ya se había visto todo sobre el drama del príncipe danés, Los Macocos lo desmienten y redoblan la apuesta.
Con dirección de Sebastián Irigo, el grupo teatral integrado por Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf y Marcelo Xicarts lleva adelante con este proyecto su primer estreno después de 16 años, luego de que en 2005 estrenaran Super Crisol (Open 24). En este caso, los cuatro intérpretes se animaron al desafío de encarar un material con mucho recorrido para, de cierta manera, refundarlo con el humor que los caracteriza.
Ambientada en Dinamarca en el siglo XIII, la comedia gira en torno a cuatro bufones trashumantes que, sin trabajo, comida ni hospedaje, llegan al Castillo de Elsinor con la esperanza de revertir su situación miserable. Ellos son Falda (Salazar), Chasco (Wolf) y Lelo (Casablanca), quienes acuden al lugar guiados por Jefe (Xicarts), el líder del grupo que busca encontrarse allí con su tío Yorick, el bufón del rey, para que los saque de la malaria. Pero el cuarteto de cómicos no tardará en saber que Yorick ha muerto hace mucho tiempo y es el dueño de la célebre calavera que el príncipe Hamlet sostiene en una de las escenas y que se ha transformado en el símbolo de la obra.
Con ese disparador, Los Macocos se disponen a entregar “lo que William no se animó a contar” en la pieza donde el protagonista, príncipe de Dinamarca, busca vengar a su padre, el rey, tras ser asesinado por su hermano Claudio para reemplazarlo en el trono y casarse con la reina. Pero en esta ocasión, el protagonismo no está en los nobles, sino más bien lo contrario. En la versión macocal, quienes comandan la historia son unos cómicos empobrecidos, y desde ese cambio radical del punto de vista se construye todo lo que acontece.
Si en Hamlet existe una instancia metateatral, con la cual Shakespeare buscaba rendir homenaje al teatro como un vehículo para revelar verdades - a través de la inclusión de una representación teatral en la misma ficción, dirigida por el príncipe-, el talentoso elenco se sirve de ese recurso para también rendir su propio tributo a la figura del comediante, ese oficio que ejecutan desde hace 35 años.
Muy lejos de la solemnidad con la que se encararon otras versiones, los actores se divierten en escena interpretando a múltiples personajes y con un ritmo vertiginoso en el que sus bufones dialogan con las criaturas concebidas por Shakespeare. Con pasajes de comedia musical, un vestuario bien pensado, acorde a la propuesta, y guiños sutiles a la obra del autor inglés, Los Macocos resignifican la esencia shakesperiana y consiguen que algo no huela mal en Dinamarca.