Era agosto, plena crisis pandémica, y cientos de enfermeras y enfermeros salían a las calles con carteles y barbijos. Reclamaban por sus condiciones salariales, por la precarización laboral y, por sobre todo, por ser reconocidxs como trabajadores de la salud y no como personal administrativo. La ley 6035 permite a los profesionales de la salud tener una serie de derechos y obligaciones que involucren condiciones dignas y equitativas de labor y la posibilidad de acceder a un salario más justo, además de reconocer a la carrera que esté en el marco de esa ley. Pero, en CABA, enfermería no está incluída y por lo tanto son considerados trabajadores administrativos, en muchísimos casos recurriendo al pluriempleo para poder tener un salario que les permita subsistir.

Cali B. es enfermera y el año pasado fue una de las personas golpeadas por la policía de la Ciudad afuera de la legislatura porteña. Las imágenes de la cara ensangrentada de Cali recorrieron las tapas de los diarios y ella aún espera respuesta de parte del gobierno.

“A un año de la entrega de petitorios y de que nos cagara a palos la policía de Larreta, ni siquiera nos respondieron de ninguna forma, hicieron estrategias políticas para cansarnos y dividir al conjunto de trabajadores de la salud, nos hicieron reuniones fantasma donde marcan la gravedad del asunto y defienden a los sindicatos poniendo un nivel de chantaje de aplanamiento a la carrera de enfermería”, cuenta a Las12. Si bien con la disminución de los casos bajó un poco la presión en los hospitales, las consecuencias de haber trabajado 18 meses sin descanso, se sienten hasta en los huesos. "Tenemos mucho estrés psicológico, físico, muchos compañeros con pérdidas familiares, emocionales, y sobre todo una sensación de tristeza e ira porque no fuimos escuchados e incluso hicieron un proyecto de ley sin escuchar a enfermería”, explica.

Cali fue una de las enfermeras reprimidas el año pasado, el mismo día que se celebra a los y las trabajadoras de la sanidad


Enfermerxs agotadxs

La vida post pandemia en muchos hospitales de la Ciudad disminuyó la presión sobre enfermeros y enfermeras, que vivieron con las salas abarrotadas de pacientes de coronavirus y unidades de terapia intensivas con todas las camas ocupadas. En la Ciudad, hay aproximadamente 10.000 enfermeros y enfermeras. El año pasado, pudieron organizarse y la movilización del sector fue federal: se sumaron trabajadores de la salud de distintos puntos del país, además de pedir por mejores condiciones salariales, laborales y más insumos.

Laura cumple jornadas de trabajo muy extensas y tiene que prepararse para volver al ruedo en unas horas. Es enfermera en el área de cirugía cardiovascular del Hospital Gutiérrez desde hace 3 años y se hace un tiempo para contar el panorama a este suplemento. La lucha de lxs enfermerxs ya no tiene casi cobertura mediática, explica, pero la pandemia tuvo un costado positivo: el fortalecimiento de la unión de lxs enfermerxs. “Considero que estamos aún haciendo procesos de reencuentro con otras compañeras, estamos más empoderadas. Enfermería fue, dentro el equipo de salud, el área que más salió a protestar porque somos uno de los sectores más precarizados y los que más expuestos estuvimos, aunque también hubo otros sectores como limpieza que en muchas ocasiones no tenían barbijos para trabajar”, explica.

El año pasado, lxs enfermerxs tuvieron las licencias limitadas o canceladas por la situación de emergencia por la pandemia. Ahora se habilitaron, pero con varias restricciones. Esto genera conflictos en una enorme masa de trabajadores agotados. Para que puedan tomarse las licencias, tienen que ser avaladas por la dirección médica. “Nosotras todavía estamos bajo la emergencia sanitaria, hay contrataciones cada vez más precarias y se está queriendo impulsar un sistema de jornada que rompe el sistema rotativo y esto va a ser grave. Además, los sueldos siguen siendo miserables: hay compañeras con sueldos de 14.000 pesos de básico”, dice.

El proyecto de ley que no alcanza

Gladys N. es enfermera en el hospital Argerich. Durante la pandemia, sintió la presión al máximo para atender la emergencia sanitaria y ahora, quedan pocas. “Muchas de las compañeras contratadas en la pandemia fueron desafectadas y algunas volvieron a encontrar trabajo en vacunatorios, pero otras no. Se las utilizó para reforzar el recurso humano pero luego, siendo muy necesarias, no les renovaron el contrato. Muchas colegas quedaron sin trabajo por la baja de casos y no debería ser así: siempre fue muy necesario más personal en el sistema de salud”, dice.

En junio, el presidente Alberto Fernández presentó un proyecto de ley dirigido a este sector tan golpeado: la Ley de Promoción de la Formación y del Desarrollo de la Enfermería. Según el proyecto, se promoverá el acompañamiento en la profesionalización de los auxiliares de enfermería que actualmente integran el sistema de salud, tanto público como privado, para que validen sus conocimientos y puedan acceder a tecnicaturas y licenciaturas. Pero el proyecto no tuvo buen recibimiento en un amplio sector de enfermerxs.

"En el proyecto apuntan al perfeccionamiento de enfermería sin reconocer que hay grandes profesionales. La gente no estudia enfermería por las condiciones laborales, las cargas horarias, los magros salarios y el pluriempleo que no nos permiten a veces formarnos porque no alcanzamos a pagar un magister o postgrado. No ponen el presupuesto en las herramientas para los que ya estamos formados e hicimos mucho sacrificio. Por ejemplo, yo tengo un posgrado y estoy terminando la licenciatura, me falta la tesis, y no puedo pagar otra diplomatura de 7000 pesos por lo que gano. En definitiva, el proyecto es un plan de formación de técnicos, baratos para el empleador y una transferencia de recursos del Estado a los privados. Nosotras pedimos reconocimiento profesional, una paritaria nacional y un piso salarial más elevado, y sin embargo ofrecen esto" dice Gladys.

La nueva situación epidemiológica dejó a enfermería con muchas interrogantes a reclamos históricos. También, pone en cuestionamiento si el poder político entendió la real importancia de lxs trabajadores de salud con o sin pandemia. “El reconocimiento siempre fue de agradecimientos verbales porque las condiciones de trabajo son iguales o peores. Hubo despidos y cesantías aún con el decreto presidencial en varios hospitales de la ciudad. Cuando los contratados vuelven a ser desestimados en sus puestos, vuelve la sobrecarga de trabajo sobre los que quedamos. Los enfermerxs somos los grandes olvidados del sistema”, dice, con resignación.