“Cuando yo uso una palabra –dijo Humpty Dumpty con algo de desprecio– significa lo que me da la gana que signifique, ni más ni menos.
“El problema –dijo Alicia– es si se puede hacer que las palabras signifiquen cosas diferentes”.
“El problema –zanjó Humpty Dumpty– es saber quién manda. Eso es todo”
Lewis Carroll “Alicia a través del espejo”.
El fiscal federal Carlos Stornelli inició el ciclo de prófugos macristas. Un fiscal federal prófugo… no hay más preguntas señor juez.
El segundo PROfugo es Fabián Martínez Simón (a) Pepín. Condimenta su condición de fugitivo con una petición descarada: ser reconocido como refugiado político. Cobarde y caradura, solo para empezar.
El expresidente Mauricio Macri es el tercer cambiemita que se escabulle ante una citación judicial. Se negó a prestar declaración indagatoria, deber que a la vez es derecho de defensa en juicio. Interpuso una recusación berreta, ya desestimada por el juez Martín Bava quien fijó nueva audiencia. Todo indica que el expresidente no comparecerá.
La conducta sería desaconsejable para cualquier ciudadano común en circunstancias similares. Concurrir a esa audiencia complica mucho menos la vida que rebelarse ante una citación en regla.
La garantía de defensa en juicio permite al indagado rehusarse a responder preguntas o a hablar. El silencio no puede ser interpretado en su contra. El sujeto va, calla, firma y se va… Cualquier abogado penalista aconsejaría eso a cualquier sospechoso de robar gallinas o estafar incautos. Pero Mauricio es Macri y todo cambia.
La insolencia del exmandatario no obedece, entonces, a motivos procesales. El abogado Pablo Lanusse viene cayendo cada vez más bajo desde hace años pero conserva su formación técnica. Le habrá aconsejado a Macri deducir las recusaciones ya mencionadas, fundadas en prejuicios. Y le habrá sugerido “estar a derecho”, la única conducta admisible que es “barata” en sus consecuencias.
Macri hurta el cuerpo, conducta sin precedentes en la recuperación democrática, para enviar un mensaje al juez Bava, al fiscal de la causa y a otros magistrados y funcionarios. “Me ne frego de los tribunales, de las leyes”. No aceptaré ser juzgado como si fuera gente común. Contaré con el apoyo de mi coalición, de los medios hegemónicos y de unos cuantos jueces o fiscales sin decoro ni apego a la ley. No los respeto, no les obedezco, mejor vayan preparándose para mis ataques. Cualquier parecido con un mensaje mafioso no es pura coincidencia.
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La narrativa de la derecha aduce que se investiga un “presunto espionaje” a las víctimas de la tragedia del ARA San Juan. El espionaje no es presunto, está requete recontra probado. Hay evidencias documentales, fotos, informes oficiales. Las pruebas instrumentales fueron reconocidas por ex funcionarios macristas de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI).
El expediente no busca dilucidar la existencia del hecho, comprobada, sino si hay responsabilidades penales de exfuncionarios, con Macri a la cabeza. A fuer de garantistas, se insiste: gozan de la presunción de inocencia pero sus conductas tienen que pesquisarse.
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El expresidente se victimiza denunciando persecución política. Fiel a sí mismo, reincide en maltratar y ningunear a los familiares, víctimas por partida doble. Son ellos, insultados por la búsqueda de impunidad, quienes querellan, quienes exigen que se lo lleve por la fuerza pública o se lo detenga. No los motiva la campaña electoral, iniciada años después de la tragedia. Buscan verdad y justicia, prolongando una honrosa tradición. Nada indica que los conduzca La Cámpora o que sean, en proporción mayor a la media, votantes del Frente de Todos. Insinuarlo añade una infamia adicional.
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La plana mayor de Juntos por el Cambio se encolumna con Macri, avala un comportamiento antijurídico. Se encuadran todes o casi todes, se verá con el correr de los días. Denunciadoras seriales como Graciela Ocaña o Margarita Stolbizer consienten que el sospechoso decida si cumple o no una orden judicial. La división de poderes te la debo. La derecha “republicana” queda expuesta, en off side sin necesidad de VAR.
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El candidato bonaerense Facundo Manes se diferencia, de modo encomiable … y solitario al cierre de esta nota cuando cae la noche del miércoles. Critica con argumentos irrebatibles la conducta del expresidente. Toma distancia respecto de la caterva cambiemita que propala off the record virulentos en su contra. Alegan que le conviene distinguirse porque tiene ambiciones presidenciales. Podrá ser pero en cualquier caso el médico radical combinó lo correcto con lo funcional a sus intereses.
Este cronista intuye que pagará la osadía con invisibilización en radios y canales afines a Macri… o de su propiedad, vaya uno a saber.
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Desfilar por los Tribunales mortifica y genera ansiedades. Un karma para las autoridades salientes, en especial. No siempre termina de derrotarlos ni sacarlos del ring pero les roba tiempo y les quita energías.
El macrismo encarceló opositores antes de que fueran condenados o aún procesados. Rompió reglas de juego que regían desde 1983. Se ensañó con sus antecesores en la Casa Rosada, empezando por la ahora vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Se urdieron cantidades de causas en su contra, la mayoría insostenibles. Cristina siempre estuvo a derecho. Se dio maña para defenderse en el serpentario de Comodoro Py y al mismo tiempo “politizar” los casos. Una sola vez se convocó a una movilización masiva para bancarla, en la primera audiencia que le notificó el fallecido juez federal Claudio Bonadio. En las demás se presentó, fundamentó, expuso su posición, reclamó que las audiencias fueran públicas y televisadas. Las mismas personas que cuestionaron dicha visibilidad (en esencia democrática) ahora justifican al huidizo Macri o miran para otro lado.
El fallecido canciller Héctor Timerman se sometió voluntariamente a la ordalía de declarar estando gravemente enfermo, dolorido. Lo pidió, se expuso, se defendió. Recibió un trato lindante con los tormentos. Macri, que viene de “trabajar” en Europa, escapa.
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Entre tanto, en otros barrios de Ciudad Gótica los grandes formadores de precios alegan que se los amenaza… con aplicar la ley. Delicias del lenguaje vernáculo.
En paralelo informan que si se cumpliera la “amenaza” habrá desabastecimiento. Un salame o un distraído o un escandinavo recién llegado a nuestras pampas pensaría que el desabastecimiento es un hecho de la naturaleza, como un chaparrón o un torrente de lava. Pero no hay tal. El desabastecimiento --de concretarse el vaticinio-- sería una conducta deliberada, casi seguro dolosa. Si eso no se llama amenaza, las amenazas donde están.
Macri da un pésimo ejemplo y ostenta poder; se coloca por encima de la ley. La cita de Lewis Carroll, usada tiempo atrás en esta columna, conserva vigencia, ay.