Es sabido que los clásicos son partidos aparte, como si fueran aventuras que interrumpen en la continuidad. En ellos se impone una lógica diferente, extraña incluso a los antecedentes, a cómo llegan sus protagonistas. El Superclásico ha dado sobradas muestras de esto. No importa quién llegue mejor, ni siquiera el juego desplegado en las fechas previas. El trámite puede ser intenso y vertiginoso o tener un desarrollo denso, aburrido, trabado. Dependerá del registro que se imponga: el del ímpetu de gloria y la búsqueda frenética de la victoria o el del cálculo y la cautela excesiva. El hincha lo palpita durante una larga previa y espera ansioso el desenlace. Cuando a las 17 de hoy el árbitro Patricio Loustau pite el comienzo del Boca-River en la Bombonera se acabarán las especulaciones.
Los dos conjuntos llegan al partido presionados, pero también obligados a protagonizar un espectáculo que esté a la altura de sus propias expectativas. Boca lidera con 49 puntos el torneo y con un triunfo mataría dos pájaros de un tiro: se afirmaría en la punta y estiraría su ventaja sobre uno de sus rivales directos en la lucha por el título. En el caso de River, que está siete unidades pero con un partido pendiente –ante Atlético Tucumán, se jugará el 6 de junio–, la victoria lo dejaría a tiro del puntero, ya que en caso de ganar su partido en Tucumán, podría quedar a sólo un punto del xeneize.
Los escoltas Newell’s, San Lorenzo y Colón, y unos escalones más abajo Racing, Banfield y Estudiantes, también estarán pendientes de lo que ocurra esta tarde en La Boca. A todos les conviene un traspié del dueño de casa, que sin dudas le daría a la recta final del torneo una espectacular cuota de picante y también dramatismo. Los perseguidores también podrían beneficiarse con una igualdad, que les permitiría recortar distancias. Para los protagonistas, en cambio, ese sería un resultado corto, aunque esto, por supuesto, dependerá finalmente de las circunstancias.
“Pase lo que pase vamos a seguir punteros”, se atajó Guillermo Barros Schelotto. Sin embargo, hacia adentro, el mensaje no fue de cautela. El DT remarcó la importancia del duelo para lo que resta del campeonato y trató de quitarles presión a sus dirigidos: “Es el partido más lindo por jugar”.
En cuando a las formaciones, no hubo sorpresas. El Mellizo presentará el mismo equipo que paró la semana pasada en para el empate en La Plata frente a Estudiantes. La apuesta pasa por controlar la pelota en el medio con Pérez, Gago y Bentancur, aprovechar el desequilibrio de Pavón y Centurión, y la contundencia de Benedetto, quien lidera la tabla de goleadores con 14 conquistas.
El equipo de Marcelo Gallardo, por su parte, llega entonado por su goleada 4-1 frente a Temperley la semana pasada en el Monumental, y por la clasificación con un equipo alternativo a los octavos de final de la Copa Libertadores del último miércoles en el mismo escenario. “Ganar en la Bombonera es la chance fundamental que tenemos para acercarnos y para poder pelear hasta el final”, anticipó el Muñeco, cuyo equipo ha demostrado tener un valioso equilibrio entre sus líneas y cuenta, además, con jugadores como Rojas, Alario y Driussi –13 goles en el torneo–, quienes atraviesan su mejor momento.