El Filba Internacional 2021 empezó con la palabra de una poeta excepcional, que está por cumplir 98 años, el próximo 2 de noviembre. “El feminismo influyó en el hecho que la actividad de la mujer en el Uruguay estuvo libre, desde bastante temprano, del agobio y las trabas de una concepción exclusivamente masculina de la sociedad”, planteó Ida Vitale durante la inauguración de la 13ª edición del festival de literatura, que se realizará hasta el domingo 24 en formato híbrido (online y presencial), con la participación de 30 autores extranjeros y 60 argentinos, entre los que se destacan la canadiense Rachel Cusk, los estadounidenses Lydia Davis, Siri Hustvedt y Paul Auster, la japonesa Minae Mizumura, la francomarroquí Leila Slimani, las mexicanas Margo Glantz y Elena Poniatwoska, el guatemalteco Eduardo Halfon, la moldava Tatiana Tibuleac, el brasileño Tiago Ferro y los españoles Andrés Barba y Milena Busquets.

Vitale (Montevideo, 1923) trazó un itinerario de poetas que fueron importantes para ella, como Gabriela Mistral y “su prosa solitaria, sabrosa, inconfundible, ejemplar”; Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez, Julio Herrera y Reissig, Emily Dickinson, Mallarmé, Jules Supervielle, César Vallejo y Pablo Neruda. En la biblioteca familiar estaban los libros de las poetas uruguayas María Eugenia Vaz Ferreira y Delmira Agustini. Al principio no se dio cuenta del “desequilibrio que relegaba un tanto a las escritoras”, pero ella, lectora “sin red”, fue descubriendo a las poetas uruguayas Sara Ibáñez, “representante de un barroquismo moderno, inusual en ese momento americano”; Susana Soca, Esther de Cáceres y Clara Silva, autoras que “no deberían ser olvidadas”, aclaró. “La poesía estaba cerca de nosotros. La buscábamos, la leíamos, respetábamos con alegría ciertos nombres”, dijo la poeta uruguaya, que el sábado 23 a las 21 compartirá una selección de sus poemas, también por el canal de Youtube del Filba, presentada por la poeta y editora Nurit Kasztelan.

“La poesía es un puente, no de palabras siempre claras, sino riesgoso, lleno de fisuras, cubierto con las angustias invisibles que quizás solo valen para quien lo construyó -definió Vitale-. El puente, fuese o no el Mirabeau, desde el que un gran poeta, Paul Celan, quizá uno de los más trágicos de todos, saltó hacia la muerte”. La poeta uruguaya, que acaba de publicar su nuevo libro de poemas Tiempo sin claves (Tusquets), afirmó que la poesía parte de cosas concretas y recordó que Pablo Neruda declaró en un momento: “Dios me libre de inventar cosas cuando estoy cantando”. Para Vitale “la obra de arte nace siempre por cesárea” y será el poeta quien establecerá “la justeza de ese corte, primer desprendimiento necesario de un todo secreto”, con la seguridad de que “hay que ser breve”, precisó la autora de La luz de esta memoria, Palabra dada, Cada uno en su noche, Paso a paso, Oidor andante, Jardín de sílice, Sueños de la constancia, Serie del sinsonte, Procura de lo imposible, Reducción del infinito y Plantas y animales, entre otros poemarios.

“El poema es la interrupción noble de un silencio, de ese silencio que reina, maravilloso, en el mundo, mientras no es derrotado la emergencia de un continuo que está dentro del poeta, coherencia interior que puede o no ser nítidamente evidente, que incluso puede no serlo para el propio autor, pero que en los mejores casos une secretamente un poema con otro”, explicó la poeta uruguaya, que ha traducido a autores franceses e italianos, entre los que se destacan Simone de Beauvoir, Benjamin Péret, Gaston Bachelard, Jacques Lafaye y Luigi Pirandello. Vitale estableció que hay dos vertientes: quienes apuestan a una creación totalizadora “que hace pasar la realidad por el poema que va a decirlo todo” y los que creen que la riqueza del mundo es infinita y se reduce y menoscaba si se pretende comunicarla. “Wallace Stevens decía que un poema es un meteoro, es decir, algo fugaz y que se lo capta en ese paso veloz o se pierde. El surgimiento de ese instante iluminado, antes de su posible desaparición, es un misterio”, reconoció la poeta uruguaya, que afirmó que el misterio es “un llamado a la participación del poeta en lo real y del lector en el poema”.

La poesía exige una participación activa para la poeta uruguaya. “La quietud bajo campana es incompatible con la condición de la poesía, nunca estática, porque en su imperfección respecto a su propio ideal encierra su inquietud, en virtud del misterio que tiende a ser develado, como una puerta existe para ser abierta”, concluyó Vitale.