La erupción del volcán Cumbre Vieja, en la isla canaria de La Palma, sigue repercutiendo en todo el mundo. Esta vez porque las emanaciones de dióxido de azufre llegaron hasta el Caribe, a más de 5.000 kilómetros de distancia. La información fue confirmada por el Servicio de Monitoreo de la Atmósfera europeo Copernicus (CAMS).
Cuando el Cumbre Vieja entró en erupción el pasado 19 de septiembre, las nubes de ceniza y dióxido de azufre (SO2) viajaron inicialmente hacia el norte de África y el sur de Europa, pero luego ingresaron incluso en el norte del continente europeo.
"Sin embargo a principios de octubre la dirección del viento cambió, y el CAMS detectó que las nubes de SO2 se desplazaban hasta una distancia de aproximadamente 5.000 kilómetros, hasta llegar al Caribe", explicó el organismo en un comunicado.
Ese fenómeno coincidió con la llegada de partículas de arena del Sahara a esa región, una situación que no es inusual pero cuya combinación causó un empeoramiento de la calidad del aire en islas como Puerto Rico, indicó el texto.
"El volcán de Cumbre Vieja entró en erupción hace más de un mes, con un amplio impacto en la composición de la atmósfera, además de la devastación local causada por el flujo de lava", explicó Mark Parrington, científico jefe del CAMS.
"Nuestros cálculos indican una inyección inicial (de SO2 en la atmósfera) a una altura aproximadamente de 5 kilómetros", sostuvo el especialista.
"Cuando la nube de SO2 se encuentra a esa altura, como sucedió inicialmente en Europa, el riesgo de reducción de la calidad del aire es muy pequeña. Pero al rastrear la nube 5.000 kilómetros más lejos, en el Caribe, observamos una caída de la calidad del aire a causa de la conversión del SO2 en aerosol de sulfato, lo que coincidió con la llegada de la arena del Sahara", añadió.
Qué es el dióxido de azufre
Es un gas que en gran concentración tiene efectos irritantes y tóxicos y su transformación en aerosol de sulfato es habitual cuando se producen incendios forestales o emisiones volcánicas y tormentas de polvo.
Una gran concentración de aerosoles en la atmósfera produce el efecto conocido como albedo, es decir el reflejo de los rayos solares, lo que enfría la atmósfera.