Las Leonas son el seleccionado femenino más ganador en la historia del deporte argentino. En dos décadas, alrededor de ellas hubo kinesiólogas, jefas de equipo y preparadoras físicas. Pero solamente tuvieron a una mujer dentro de su cuerpo técnico: María Paz Ferrari, que integró el plantel en su nacimiento en Sydney 2000 y se consagró campeona mundial en Perth 2002, fue asistente en dos breves etapas. Esa situación de las entrenadoras de hockey sobre césped se replica en los clubes de todo el país. Especialmente en Primera.
“Cuesta entrar. También somos pocas las mujeres que estamos interesadas en dirigir. Aunque el panorama se abrió un montón en los últimos años, todavía no hay igualdad y eso lo hace difícil. Se sigue viendo un tema de mucho machismo en general. Un trato distinto. Eso te corta el camino como entrenadora. En los clubes, los dirigentes no se animan al cambio y siempre prefieren a los hombres”, explica Ferrari.
La escasez de entrenadoras llama la atención porque en el mundo existen ejemplos de mujeres al frente de seleccionados femeninos. El número uno es el de Alyson Annan, la australiana con un brillante pasado como jugadora, que en 2015 comenzó su ciclo con Países Bajos y consiguió el oro en Tokio 2020. Ahí, Australia tuvo a Katrina Powell, otra antigua integrante de las Hockeyroos y secundada por su ex compañera Katie Allen. En India, la neerlandesa Janneke Schopman cumplió la función de asistente y ahora quedó al mando ante la salida de Sjoerd Marijne.
“¿Por qué hay pocas entrenadoras en Argentina? Realmente no tengo la respuesta. Me parece una cuestión de vocación. Por ejemplo, está Sofía Maccari, la conozco bien y es una gran entrenadora. Trabaja en mi club (San Fernando) con las menores. Pero sigue jugando…”, dice Carlos Retegui sobre una de sus dirigidas en Las Leonas, que se colgó la medalla de plata en Londres 2012 y en su vuelta al equipo repitió en Tokio 2020.
Retegui no descarta que haya una entrenadora en el futuro de Las Leonas: “Claro que se puede dar. Sería bárbaro y me encantaría”. ¿Por su cabeza pasaron nombres de mujeres para sumar al cuerpo técnico? “Sí. Uno fue el de 'Sofi' (Maccari). Ya lo hablamos en Tokio. Y a 'Lucha' (Aymar) en su momento le dije que puede hacer lo que quiera. En el lugar donde se sienta a gusto, feliz y cómoda”, reconoce. Pero dirigir no entra en los planes de la mejor jugadora de la historia.
Pese a la ausencia de una mujer en Las Leonas desde aquella participación de Ferrari, en la actualidad aparece una en los cuerpos técnicos nacionales, y se la distingue en las concentraciones del seleccionado junior femenino: la cordobesa Mickaela Garrone se desempeña como asistente de Fernando Ferrara en el plantel de Las Leoncitas, que se prepara para jugar el Mundial de diciembre en Sudáfrica.
Ferrari esperaba una nueva chance después de su paso como asistente, en 2006 con Gabriel Minadeo (Mundial de España) y en 2013 con Emanuel Roggero (Liga Mundial). “Mi experiencia con Las Leonas fue buenísima. Entrenarlas es lo máximo. Pero no tengo personalidad para ser asistente porque necesito tomar decisiones. Creo que nunca me iban a ofrecer el cargo de entrenadora principal. Aunque sentía que podía, no llegó y ahí quedó”, admite.
La ahora coordinadora del Miraflores Country Club sí condujo dos largos ciclos en el Torneo Metropolitano, uno de seis años en Hacoaj y otro de siete en Belgrano, además de haber dirigido al seleccionado mayor de Buenos Aires en el Argentino: “Tuve devoluciones muy buenas. Para ser entrenadora en Primera se requiere de una personalidad importante. Llevar un grupo de mujeres es difícil”.
Hoy el Metro no muestra a ninguna mujer dirigiendo un equipo de Primera. Las únicas asistentes en la A son Alejandra Gulla (Lomas), Marina Cohen (Banco Nación) y Clara Mendy (Santa Bárbara). “Hay factores para tener en cuenta. Siendo jugadora, entrenás menores hasta Quinta y después jugás en Primera. Los varones, en cambio, dirigen el sábado y juegan el domingo. Otro factor es el tiempo. Si sos mamá se complica por los horarios”, analiza Gulla, que en Las Leonas se destacó por sus 150 goles y se retiró en 2010 con el título en el Mundial de Rosario.
Aunque a los 40 años volvió a jugar en Urú Curé de Río Cuarto, Soledad García también registra antecedentes como entrenadora y asoma entre las aspirantes a un lugar en el banco de Las Leonas, equipo en el que brilló como delantera: “Hay muchas mujeres capacitadas para hacerlo. Lo tengo como uno de mis sueños. Haber vestido la camiseta argentina te da herramientas por haberlo vivido desde adentro. También se necesita estar preparada”.
La cordobesa condujo a la Primera de varones de GEPU durante cuatro años, más tarde dirigió a los seleccionados de San Rafael y finalmente se sumó a Urú Curé como coordinadora. ¿Por qué escasean las entrenadoras? “Es una cuestión de costumbre. Antes tampoco era tan común en Países Bajos. Eso que no se trata de un país machista… Yo nunca me sentí discriminada, pero traigo un nombre como jugadora y entro con el pie derecho por ese currículum”, define.
En Países Bajos vive Cecilia Rognoni, otra histórica de Las Leonas, que dejó las canchas y probó como entrenadora. En 2011 comenzó con menores, fue asistente en tres equipos de hombres en Primera y en las dos últimas temporadas estuvo con las mujeres de Amsterdam, hasta que recientemente puso el hockey en pausa para trabajar en una startup de fútbol. Una entrenadora menos.