En el segundo día de audiencia en el juicio por delitos de lesa humanidad que se sigue contra cuatro ex jefes policiales por el homicidio del trabajador Calixto Salazar, cometido en los primeros días de septiembre de 1976, dos hijos de la víctima y otra pariente brindaron detalles de la vida en los barrios populares en esos años de terrorismo estatal.
Lo que sigue es lo que Salta/12 pudo reconstruir, dado que el Tribunal Oral Federal 1 no permite el ingreso de la prensa a la sala de audiencias y tampoco retransmite los testimonios para que se puedan escuchar.
Emilio Salazar, que presentó la denuncia formal que permitió investigar este hecho, ratificó que su padre fue detenido el 4 de septiembre de 1976 y que su cuerpo fue encontrado el 6 de septiembre en el terraplén del río Arenales (río Arias en realidad) en Villa Primavera. "A mi papá lo detuvieron el 4 de septiembre, se lo llevaron detenido el 4 de septiembre de la vía pública y el 6 de septiembre apareció muerto”, insistió.
En conversación con este medio Emilio agregó que pudieron averiguar que en la Comisaría 4° se anotó el ingreso detenido de su padre pero no estaba anotada la salida. Tras la muerte, la policía amenazó a la familia para que no siguiera indagando sobre el hecho. "En ese tiempo no era para preguntar tanto", recordó. Por el homicidio de Calixto Salazar están siendo juzgados los ex jefes policiales Virtom Modesto Mendíaz, Joaquín Guil, Roberto Arredes y José Manuel Reinoso, como autores mediatos de este crimen.
Emilio puso énfasis en que su familia era peronista, de militancia activa. Cuando fue asesinado, hacía dos años que su padre, de 40 años, estaba separado de su madre, Ana Sixta Quiroga, en cuya casa funcionaba una Unidad Básica. "Mi mamá era peronista, él también era peronista", es más, cada hijo que iba cumpliendo los 18 años era afiliado al PJ, recordó.
Padre y madre mantenían una buena relación y Calixto era un padre presente que aportaba para la manutención de sus seis hijos, memoró. Vivía cerca y trabajaba en el Matadero Municipal, que funcionaba en la avenida Independencia y la calle Santa Fe.
Por preguntas del juez Federico Díaz quedó claro que Salazar era un trabajador no registrado de la Municipalidad de la ciudad de Salta. Emilio contó que su padre era un changarín y que hacía distintos tipos de trabajo, como corralero y matarife, todo dentro del ámbito del Matadero, incluso llevaba la ropa que usaban los otros trabajadores del Matadero, pero no era parte de la planta permanente y no tenía ninguno de los beneficios laborales.
En la audiencia hubo ayer un cruce entre el defensor oficial Federico Petrina y el fiscal Carlos Amad. El defensor insistió preguntando sobre aspectos de la vida de la víctima. Quería saber si era alcohólico, el fiscal le recordó que no se estaba juzgando la vida de Calixto, sino su homicidio, pero la jueza Marta Liliana Snopek permitió el interrogatorio.
Los dos hijos y la ex nuera contestaron que Calixto era trabajador y hablaron de sus condiciones como padre, y de la buena relación que tenía con su madre, aún separados. El defensor también quiso saber cómo era el lugar donde vivía, y contaron que alquilaba una habitación en un barrio de emergencia.
Operativos en los barrios y picana
Elizabeth Flores, que en 1976 estaba casada con un hijo de Calixto, José Salazar, fue quizás la que describió más acabadamente el clima de terror que generaba la Policía. La mujer contó que en 1976, 1977 y 1978 era muy común que las fuerzas de seguridad ingresaran en las viviendas en horas de la madrugada. “Llegaban a tu casa y se llevaban detenidos principalmente a los masculinos”, sostuvo. Dijo que generalmente los llevaban a la Central de Policía y que ahí eran torturados.
Relató que dos veces llevaron detenido a su marido, también en estos casos los grupos de tareas entraron a altas horas de la madrugada a la casa y se lo llevaron. Una de esas veces pudo seguirlos en un taxi y vio que lo ingresaron a la Central de Policía, luego supo, por el relato de su marido, que lo habían picaneado, que adentro había muchas personas detenidas y que las llevaban en fila a la sala de torturas, donde les aplicaban picana.
Lo mismo pasó con su cuñado, Calixto Celestino Salazar, el mayor de los seis hijos de Calixto, que fue detenido junto a su padre el 4 de septiembre de 1976 pero fue liberado ese mismo día porque era menor de edad. Flores dijo que luego contó que al llegar a la Comisaría 4° le sacaron la ropa y lo picanearon. Esa era la forma en que se manejaba la Policía por aquellos años, señaló la testiga.
Respecto de la muerte de su suegro, recordó que a eso de la una de la mañana fue una comitiva policial a avisarles que habían encontrado su cuerpo.
José Salazar también declaró ayer. Quienes asistieron a la audiencia relataron que parecía bloqueado. Dijo que no pudo hacer más nada que indicarle a la policía donde vivía su hermano mayor para que le avisaran a él, contó que siempre le viene a la mente que no pudo hacer más que eso, y al final salió llorando de la sala.