La cartelera teatral sigue creciendo de manera exponencial desde la eliminación total de las restricciones. Y el teatro comunitario también suma sus propuestas de la mano de Los Pompapetriyasos, grupo de Parque Patricios que nuclea a 200 vecinos y vecinas actores que este sábado abren las puertas de su nuevo espacio en Avenida Brasil 2640.

El edificio, que cuenta con dos salas para 250 espectadores, un bar, un gran patio y una sala de música, iba a inaugurarse en marzo de 2020, pero la pandemia frustró el plan. “Es un lugar ideal en el que vamos a poder seguir multiplicando la participación de la comunidad. El objetivo es que este sea un espacio más en el que la gente pueda desentramar el sentido común y soñar mundos. Y abrir esta sala en estos tiempos es una locura que solo se puede hacer porque se hace de manera colectiva”, celebra Agustina Ruiz Barrea, directora de “Los Pompas” que el próximo año cumplirán 20 años.

Para festejar la inauguración, el grupo organizó el ciclo teatral de máscaras Arquetipos, que se extenderá desde este sábado, a las 21, hasta el 27 de noviembre. El ciclo contará con la participación de grandes referentes del género: Alfredo Iriarte realizará una master class -Máscaras, música congelada-; Marcelo Savignone participará con sus espectáculos Vivo y Cuerpo; Daniel Casablanca presentará Discepolín, fanático arlequín y también se presentará la obra Tamorto, con Julia Muzio, Romina Mónaco, Emiliano Larea, Fernando Pérez Hernández y Jorge Costa. Además, Marcelo Katz realizará la master class Máscaras, para gente con y sin experiencia actoral. Las entradas se adquieren en Alternativa teatral. Más información en: pompapetriyasos.com.ar

El sábado 30, a las 22.30, se llevará a cabo la ceremonia inaugural oficial, con la presencia de Carlos Rottemberg, padrino de la nueva sala teatral. Y en ese marco, la Legislatura porteña entregará a Los Pompas una mención de interés cultural. Esa misma noche, el grupo estrenará su nuevo espectáculo Retazos de una espera. Historias de cartón, producción que en pandemia tuvo un primer formato audiovisual.

Para un género como el del teatro comunitario, donde la esencia es el encuentro con el otro, migrar a la virtualidad era algo impensado. “Hacer nuestra actividad a través de una pantalla fue el gran desafío. Y lo logramos, porque hubo voluntad y deseo, y pudimos sostenernos y atravesar las angustias”, cuenta la directora. “Nunca detuvimos la actividad. En todos estos meses seguimos produciendo mucho y eso nos generó otros aprendizajes. La pandemia ha dejado huellas negativas, pero también ha puesto en evidencia nuestra construcción de muchos años, porque frente a la situación de tragedia el grupo fue un lugar de refugio grande. Y en ese sentido, el entramado grupal no se rompió”.