Este sábado Federico Moura cumpliría 70 años. Pero su transgresión lo enfrentó a una pandemia mucho más cruel que la que padecemos actualmente, por lo silenciosa y discriminadora que terminó siendo: el HIV. Su aniversario coincide además con el inicio de Escorpio en el calendario zodiacal, al igual que con el cumpleaños de Charly García. Ambos nacieron el mismo día: el 23 de octubre de 1951. Uno en Caballito, el otro en Berisso. Antes de cruzarse por primera vez, eran como contendientes que se estudiaban constantemente. Uno abanderaba la incipiente avanzada new wave, el otro la ridiculizó en su tema “Mientras miro las nuevas olas”. Pero eran, son y serán tan brillantes que acabaron reconociéndose y admirándose. Al punto de que cuando Serú Girán presentó en 1981 su disco Peperina, Charly disparó, tras cantar la tan polémica canción, “¡Viva Virus!”. Lo que despertó la bronca del público, materializada en una lluvia de silbidos.
Era la manera que encontró Charly para arrepentirse públicamente del tema, lo que tuvo una devolución en el disco de Recrudece (1982), del entonces quinteto, cuando Federico lo incluye en su imaginario de la Argentina en “Me fascina la parrilla”: “Si te ponés a leer… Charly García, que no es el de la guía”. Luego de eso, el ex Sui Generis se cortó el pelo, se puso el corbatín, y viajó a Nueva York a grabar el disco de su conversión: Clics modernos, devenido obra cumbre del pop mundial y en trabajo introductorio del rap en la Argentina. ¿Alguna vez habrán celebrado juntos su cumpleaños? Al menos en la historia bibliográfica del rock argentino, no hay registro. Queda por esperar la oral. Mientras llega ese posible anecdotario, ambos, a propósito de sus 70 años, fueron recordados y tributados en 2021. El clímax de los festejos por el de Charly será hoy, en tanto que el de Federico fue dosificado.
El acto más reciente sucedió el viernes a las 18, cuando se abrieron las puertas del Colegio Nacional (calle 1 y 49) para una muestra fotográfica y para la presentación de su libro Sin disfraz, en el que el coleccionista y músico Damián Carcacha investiga los años del frontman previos a la creación de Virus. Para ello, el autor realizó 50 entrevistas a compañeros y compañeras de colegio (jardín de infantes, primario y secundario), de la Facultad de Arquitectura y de La Plata Rugby Club. También hablan los otrora integrantes de sus primeros grupos, Dulcemembriyo y Las Violetas, las fans de aquellos años y hasta algunos clientes de su tienda de ropa Limbo. Incluye además algunas entrevistas de periodistas como Pipo Lernoud, Marcelo Fernández Bitar, Eduardo Berti y Gloria Guerrero, al igual que la célebre nota de Marcelo Gasió, días antes del Festival de la Solidaridad Latinoamericana, en la que Federico argumenta su negativa de tocar ahí.
El trabajo de Sin disfraz, ilustrado por la sesión de fotos que le hizo Alejandra Palacios a Federico en Nueva York, en 1987, incitó la reedición del libro Virus: una generación, firmado por Daniel Riera y Fernando Sánchez. Pero hay un tercer libro, lanzado igualmente en 2021, que redobla la apuesta acerca de la trascendencia del artista platense. Se llama Cazuza - Moura, y en sus páginas Adrián Melo establece un paralelismo entre el frontman de Virus y el de la banda brasileña Barão Vermelho, quienes fueron contemporáneos, vivieron rápido, murieron a causa de lo mismo y significaron un punto de inflexión para las escenas musicales de sus países. “Que cada cual haga lo suyo y que amplíe el espectro. Que Chichita de Erquiaga no se sienta forzada a hablar de política. Que no nos limitemos y nos encasillemos siempre en canaletas de las que no podemos salir”, le respondía Moura a la revista Humor, en 1983, ante la pregunta de qué es lo que el grupo le podía ofrecer a la gente.
En marzo de este año se subieron a Spotify dos canciones que sorprendieron a los seguidores de Virus: “Animate” y “Me gusta jugar rock”. Aunque en realidad esos temas fueron de Las Violetas, proyecto previo a la confección de la banda. “Fue la primera grabación profesional de Federico”, afirmó Mario Serra, compañero de ese arrebato musical y posterior baterista de Virus. “No se volvió a saber nada más de esas cintas hasta los años noventa. Se intentó publicar en 1998, pero al final no sucedió”. Cuatro décadas más tarde, Serra y Cirso Iseas (ex guitarrista del grupo) le llevaron el registro al ingeniero de sonido “Cana” San Martín. “Cuando la escuchó, me dijo: ‘¿Esto es de 1978?’ Es como Soda Stereo y Los Redondos juntos. Una de las canciones es medio funk y la otra medio ‘Carolina’. Estábamos en la búsqueda de un sonido. Todavía no había entrado la new wave y no teníamos mucha información. Hay que recordar que no habían salido bandas como The B-52's”.
Mientras se prepara un documental sobre Federico Moura (falleció en 1988, pero antes legó seis discos de estudio con su banda y hasta se encargó de producir el primer disco de Soda Stereo), y una posible gira de despedida de Virus, el sello Geiser presentó en agosto pasado la primera de tres partes de Virus: Viaje de placer. Esta serie de tres EPs tributan al grupo platense desde la perspectiva de una generación más joven de figuras del pop, el indie y la música dance no sólo de la Argentina, sino también sudamericana. Aparte de Joaquín Vitola (grabó el primer single promocional, un cover de “Hay que salir del agujero interior”), participan en este volumen Bruno Albano, Potra, Rayos Laser, los chilenos Javiera Mena y Alejandro Paz, y el brasileño Moreno Veloso. Justo ejercicio de reivindicación para un artista que, al igual que su mayor ídolo, Sandro, supo hacer del pop en la Argentina una expresión subversiva y rebelde.