El oso melero, tamandua tetradactyla, es otra de las especies que habitan en Catamarca y se encuentran amenazadas. Los atropellamientos, la caza con perros y los incendios forestales los han puesto en peligro, pero también y a diferencia de lo que sucede con otros animales, el “mascotismo” lo coloca en la lista de especies cuidadas.

Pertenece, junto con el oso hormiguero, a la familia de los Myrmecophagidae (comedores de hormigas) y se lo puede considerar como “el hermano menor del hormiguero, debido a su tamaño”, cuenta el biólogo Roberto Salinas a Catamarca/12.

En Catamarca, el oso melero vive principalmente en las zonas de yungas, cebilar y bosques del chaco serrano de los departamentos Paclín, Santa Rosa, El Alto, Ancasti, Valle Viejo, Ambato, Capayán y Valle Viejo.

Los osos meleros son animales que se alimentan exclusivamente de hormigas y termitas. No tienen dientes y utilizan su larga lengua para atraparlas. Pese a la denominación de “meleros”, es muy poca la miel que consumen, “sólo cuando encuentran una lechiguana”, cuenta Salinas refiriéndose a las avispas que generan panales silvestres en las mismas zonas en donde vive este osito.

En lo que se refiere a las características físicas, el oso melero mide entre 50 y 90 centímetros de largo. De esa longitud, aproximadamente entre el 30 y el 40% pertenece a la cola (que es prensil como la de los monos). Es decir, el cuerpo como tal del animal, sin contar la cola, suele oscilar entre los 35 y 60 centímetros. Otra característica importante es que tiene abundante pelo liso por todo su cuerpo, especialmente en el área del dorso.

“Se trata de un animal solitario que está activo tanto de día como de noche durante períodos continuos de unas ocho horas. Pasa mucho tiempo en los árboles; para eso trepa con agilidad usando sus fuertes garras y la cola. También se desplaza en tierra, pudiendo cubrir largas distancias. Camina apoyando sólo el borde externo de las manos. Durante el descanso se refugia en huecos de árboles y en cuevas abandonadas. Cuando es amenazado en tierra se sienta sobre sus patas traseras, usando la cola como un trípode y lanza zarpazos con sus garras delanteras”, detalla el biólogo.

En cuanto a su reproducción el profesional admite que “se desconocen muchos aspectos de su biología reproductiva. La hembra da a luz una sola cría, luego de una gestación de 4 a 6 meses. La cría es transportada en el dorso o en los flancos de la madre, hasta aproximadamente el año de edad. En cautiverio han llegado a vivir hasta 9 años y 6 meses”.

Aunque a diferencia de muchas otras especies, el oso melero puede sobrevivir en cautiverio y reproducirse, “es una especie con baja densidad poblacional que está siendo afectada por la pérdida y fragmentación de su hábitat, el atropellamiento en rutas, los incendios y la depredación por perros. Se sospecha que la población ha disminuido en un 20 % y que las causas no han cesado. Por lo tanto, casi califica para ser categorizada como vulnerable”, explica el biólogo.

En tanto, el denominado “mascotismo”, término utilizado para definir la retención de animales silvestres en un domicilio particular como si fueran de compañía, es una de las principales causas que lo ponen en peligro. “La fauna silvestre debe desarrollarse en su hábitat natural. Todos tienen una función y muchas veces cuando son detectados en domicilios ya no pueden ser devueltos porque han perdido sus comportamientos instintivos. Lo único que hay que hacer cuando uno se encuentra con uno de estos animales es avisar a Medioambiente para que ellos lo protejan y devuelvan a su lugar”, concluye Salinas.