Se estrena este domingo FIFA Gate, por el bien del fútbol. Una serie en seis entregas sobre el escándalo de los sobornos que estalló en mayo de 2015. La coproducción entre México y Argentina solo fue posible por la sinergia que hicieron entre los dos países sus sistemas públicos de TV. Hubiera sido una rareza que la produjera la televisión privada. El poder no se investiga a sí mismo. Compañías como Fox, Televisa, Traffic, Datisa, Full Play y la omnipresente Torneos y Competencias -entre otras- estuvieron involucradas en el circuito de las coimas millonarias. Las cadenas se beneficiaron de los derechos obtenidos de manera ilegal y pusieron en sus pantallas el entretenimiento planetario más atractivo. Las productoras corrompieron a los dirigentes y la banca de EE.UU lavó el dinero sucio con que se enriquecieron. El trabajo que se emitirá por Canal 7 a las 20 propone “una mirada política sobre la corrupción en la FIFA, la irrupción de Estados Unidos como policía global y el mundial que viene”. Una visión cuestionadora del negocio llevada al formato documental y cuya realización en pandemia llevó casi dos años.
En la presentación desde Buenos Aires y el Distrito Federal que se hizo por zoom el jueves, las autoridades de los medios públicos cruzaron impresiones, se entusiasmaron con la serie y reivindicaron la construcción del espacio común para producirla. La periodista Rosario Lufrano, presidenta de RTA (Radio y Televisión Argentina) comentó: “Es de una factura que merece ser vista en todo el planeta”. Jenaro Villamil, el funcionario más alto del SPR (Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano) llamó al FIFA Gate “el caso Odebrecht del fútbol mundial”. También participaron Claudio Martínez, director ejecutivo de la TV Pública, y Leticia Salas Torres, directora del Canal 14, que emitirá la coproducción en México.
FIFA Gate, por el bien del fútbol, tiene seis capítulos de 26 minutos cada uno. El periodista Ezequiel Fernández Moores, tan reconocido por su trayectoria como especializado en los enjuagues de Blatter, Grondona, Platini y elenco, realizó la minuciosa investigación y las entrevistas. En diálogo con este colega describió: “Le mandamos un cuestionario a los involucrados porque ellos lo pidieron, pero casi nadie respondió. Ni la fiscalía del Departamento de Justicia de Estados Unidos que investigó, ni los acusados y sus abogados, ni la FIFA, Conmebol y las autoridades de Qatar. Blatter adujo que estaba enfermo”.
Sí aceptaron responder a las preguntas, vía zoom o de manera presencial, algunos personajes clave como el dirigente chileno Harold Mayne-Nicholls. Fue el presidente del comité evaluador de las postulaciones para los Mundiales de 2018 y 2022, luego inhabilitado por la misma FIFA. También formó parte hasta abril de este año de la sociedad anónima Blanco y Negro que controla al club Colo Colo. Otro imputado en el escándalo que salió ileso de las acusaciones, el peruano Manuel Burga, delegó el testimonio para la serie en su abogado. En diciembre de 2017, la Corte Federal de Brooklyn lo declaró inocente después de que fuera extraditado a EE.UU.
Los directivos del continente americano lejos están del centro del poder: el fútbol europeo. Pero tal vez daban el perfil exacto que se buscaba en EE.UU para escarmentar a los corruptos. La fiscal general estadounidense Loretta Lynch avanzó en sus pesquisas y uno por uno fueron cayendo en efecto dominó. La FIFA con sede en Suiza era el objetivo pero la mayoría de las órdenes de detención partieron hacia Latinoamérica.
Fernández Moores definió a este proceso jurídico, un tanto difícil de probar, en dos palabras: “épico y étnico”. Como si se hubiera pasado de la gesta de Estados Unidos contra la corrupción en el fútbol, a buscar un biotipo de dirigente “sudaca” (el término despectivo que nació en España para descalificar a los latinoamericanos del Cono Sur). Entre los condenados y llevados a juicio, la cantidad de ex representantes de la Conmebol y la Concacaf es abrumadora. Asoma como una excepción el estadounidense Chuck Blazer, excéntrico vicepresidente de esta última. Ya fallecido, fue soplón del FBI, grabó a sus pares y los dejó en evidencia cuando recibieron las coimas. A cambio evitó un seguro destino de prisión por evadir impuestos en EE.UU. El dirigente solía codearse con Hillary Clinton y Henry Kissinger. Su delación fue una bisagra en el FIFA Gate.
Este personaje siempre era elogiado por Dan Garber, el actual comisionado de la MLS. “Fue una de las personas más importantes en la historia del fútbol de este país”, solía decir. Blazer zafó de la cárcel. Pero no el paraguayo Juan Ángel Napout ni el brasileño José María Marín. Se los declaró culpables y terminaron condenados por conspiración, fraude electrónico y lavado de activos. La causa aún sigue abierta en EE.UU pero la implacable fiscal general Lynch abandonó su cargo el 20 de enero de 2017. Hace un tiempo – recuerda el guionista de la serie – “su bufete de abogados fue contratado por la FIFA” que pasó de investigada a asesorada por ella.
El capítulo que abrirá la serie es anunciado por la TV Pública como “El inicio del fin”. Aborda la doble votación del 2 de diciembre de 2010 en la que Rusia y Qatar ganaron el derecho a organizar los mundiales de 2018 y 2022 que despertaron “la ira de Estados Unidos”. Fue entonces cuando el FBI posó su mirada sobre la FIFA. Aquel día, recuerda la promoción de Canal 7, “firmaba su propia sentencia de muerte”.
En las entregas siguientes de la coproducción se desarrolla la trama de la corrupción en las votaciones; la historia del “Topo” Blazer; el día de los primeros siete arrestos en Suiza y la fuga en simultáneo del delator premiado Alejandro Burzaco, ex CEO de TyC; el papel de las grandes cadenas televisivas en el escándalo y la nueva-vieja FIFA que quedaría a expensas de Estados Unidos. La serie también contiene la relación incipiente entre Gianni Infantino y Donald Trump, que se interrumpe con la derrota electoral del magnate en noviembre de 2020. Eso no impidió que EE.UU se saliera con la suya. Recuperó el Mundial que le arrebató Qatar y será la sede del que se jugará en 2026.
Los avances de FIFA Gate, por el bien del fútbol –un oxímoron a esta altura– prometen testimonios que en la Argentina van a sacudir a la audiencia interesada en el tema. Habla Humberto Grondona, uno de los hijos de Julio, fallecido casi un año antes de que explotara todo y uno de los más comprometidos en el expediente que movió a piacere Estados Unidos. Habla el experimentado periodista Ernesto Cherquis Bialo para contar cómo siempre le llamó la atención que “los únicos coimeros fueran sudamericanos. Es raro…”. Y habla Fernando Mitjans, el presidente del Tribunal de Disciplina de la AFA, que le atribuye al patriarca de Sarandí la frase: “Están todos locos, estos terminan todos en cana, yo ya voy a estar muerto, ¿qué querés que haga?”. Una profecía autocumplida que Don Julio esquivó con su muerte.