Si Fito Páez llegó a creer que ya había coronado un gran año, tras ganar el Grammy, el Gardel de Oro, lanzar material de su inminente disco triple y anunciar un show en el Movistar Arena, le faltaba aún el condimento de lo inesperado. A manera de corolario de los festejos por el 70° aniversario de Charly García, el artista revisitó en la noche del sábado un pedazo de la trayectoria de uno de sus mentores artísticos. Sucedió en el Teatro Colón, junto a su banda y la Orquesta Estable del aforo. A pesar de que la noticia sorprendió a todos en el transcurso de la semana que acaba de concluir, el músico rosarino se encontraba ensayando desde hace un par de semanas. Charly BA x Fito fue el título de este espectáculo, cuyas entradas se agotaron en cuestión de horas y por el que tanto el cantautor como su equipo de trabajo no cobraron ni un peso. Sólo se les pagó a los músicos y a la técnica que participó en el evento.
Aunque durante el recital reconoció que estudió a fondo la obra de Charly, al que comparó con Mozart por su riqueza, profundidad y complejidad, un rato antes Fito se dio el gusto de volver a ser músico acompañante del ex Sui Generis y Serú Girán. Lo que liberó de semejante responsabilidad al autor de “11 y 6”, por el show que estaba por protagonizar, y también lo cargó de esa energía evocativa, debido a esa suerte de déjà vu que experimentó. Y es que en el Bloque 3 de la serie de conciertos “Charly cumple”, que se celebró durante la tarde del sábado en el CCK, apareció sorpresivamente en el escenario, al lado del cumpleañero. Recreando así al grupo que grabó el disco Piano bar, pues ya habían sido convocados para el evento el guitarrista Pablo Guyot y el bajista Alfredo Toth. Ensamblados además con músicos que integraron la formación de Parte de la religión: Samalea, Zorrito e Hilda Lizarazu.
Así que Fito llegó al Colón cargado y emocionado. Antes de hacer acto de presencia, primero dio paso a la orquesta del teatro y a continuación a su banda. Previo a desenfundar el repertorio que preparó, el ídolo rosarino respondió la ovación del público con una introducción a la altura de la circunstancias: “Vamos a celebrar a uno de los artistas más grandes de todos los tiempos. Qué difícil y que sencillo. Charly García le da sentido a nuestras vidas en Argentina, porque convoca, embellece y dice verdades. Lastima y cura. Nada mejor que eso para que nos represente, nos cuente y nos mande al futuro”. Entonces Fito, banda y orquesta hicieron juntos “Instituciones”, pieza cumbre en la obra de Sui Generis, secundada por un tema que merecía ser desempolvado: “Rock”, incluido en el debut de La Máquina de Hacer Pájaros. Al acabar, el músico contó que disfrutó en vivo de esta canción el 7 de agosto de 1976 en su ciudad natal. O sea, a sus 13 años.
Ese dato, al igual que la anécdota, terminó por sugerir lo que luego terminó sucediendo a lo largo del recital: Fito desarrolló un repertorio evocativo, basado en el impacto adolescente. Aunque, por supuesto, considerando el abanico de posibilidades que le brindaba semejante teatro. Esto quedó en evidencia no sólo en esa versión de “Rock” con gusto a Led Zeppelin, sino también en la recreación de “Confesiones de invierno”, que lo tuvo a él solo frente al piano. Mientras que en “Yendo de la cama al living” lo acompañó su grupo, con un cover respetuoso. Esa deferencia con respecto a la canción original estuvo presente asimismo en “Peperina”, manteniendo incluso el pito censurador alusivo a por qué la protagonista no trabajaba en una oficina. Pero antes de llegar a ese himno del rock argentino, fueron invocados “Cinema Verite”, en el que piano y orquesta dialogaron. Al que le siguieron otra belleza de La Máquina de Hacer Pájaros, “No te dejes desanimar”, y “El fantasma de Canterville”.
Si el clásico de la era PorSuiGieco tenía un poco más de candela blusera, Fito se animó a desnudar “Desarma y sangra” para exponer la vena erudita de Charly, nuevamente solo frente al piano. Al toque volvió su grupo para hacer “No soy un extraño”, parte de Clics modernos, en el que el rosarino hizo alarde de la veneración por la obra existente (de esto dio fe cuando celebró los 30 años de Giros en el Gran Rex, donde recuperó los equipos con los que grabó su disco). Y es que esta vez mantuvo a rajatabla ese sonido medio de palmada de fondo que Charly concibió para la canción con la por aquel entonces novedosa máquina de ritmos Roland TR-808. Luego de viajar a 1983, el cantautor se fue cuatro años más atrás, hasta 1979, para tocar “Viernes 3 A.M.”. Aunque inmediatamente volvió a mediados de los ochenta, justo la época en la que le tocó ser un músico de García, para hacer “Cerca de la revolución”. Y por segunda vez en el día, porque venía de interpretarla en el CCK.
Durante ese trayecto del show, en el que se le pudo ver a Fito colgándose la guitarra, fueron alternando canciones de la etapa solista de Charly. Puntualmente de Piano bar y Clics modernos. “Pecado mortal” le dio paso a “Los dinosaurios”, y ésta a “No se va a llamar mi amor”. Y el artista remató el momento cantándole el “Cumpleaños feliz” a “Carlitos”, lo que decantó en el “Olé, olé, Charly”. Mientras tanto, el músico miraba a la planta alta del teatro, lo que provocó que el público siguiera el trayecto de su vista como si esperara la aparición de Charly. Si bien no hizo acto de presencia, sus canciones y la admiración de su pupilo lo representaron hasta la cumbre de la emoción. Algo que quedó materializado en la evocación de “Cuando ya me empiece a quedar solo”, en la que la gente se convirtió en protagonista al cantarla con fervor adolescente. Lo que tuvo una especie de segunda parte al momento de hacer otra de Sui Generis: “Estación”.
Una vez que todos salieron de escena, en los asientos del Colón caldeaba la euforia. Al volver, esta vez sin camisa y corbata y ahora con la remera puesta, Fito improvisó su tributo personal a Charly al tocar una canción que compuso hace dos meses, según compartió, y cuya letra parecía hacer referencia a lo que le legó el cumpleañero. “Hacé tu sol en este mundo de mierda”, versaba uno de sus pasajes. Para la parte final del show, el cantautor rescató el tema con el que comenzó la leyenda: “Canción para mi muerte”, donde los Iphone y los Android ocuparon el lugar que antes tenían los encedendores. Cerca de la hora y media de recorrido, llegó algo más de la obra contemporánea de García, “I Am Not in Love”, y la conclusión despegó bien arriba, macomunándose músico, banda y orquesta, con “Demoliendo hoteles”. Pero antes Fito se despidió recordando: “Qué suerte tener a Charly García en el mundo. El mundo es más hermoso porque está él”.