Bastión indiscutido del Pro, la Ciudad de Buenos Aires volvió a teñirse de amarillo en las PASO del 12 de septiembre. Hubo, sin embargo, un punto en el mapa porteño que, como cada elección desde el 2009, mantuvo el color azul: el barrio Carlos Mugica (más conocido como la Villa 31). Allí, el Frente de Todos sacó el 48 por ciento de los votos, casi el doble que Juntos Por el Cambio, y volvió a enfrentar al Gobierno porteño a una de las paradojas electorales que más dolor de cabeza le genera: cómo, a pesar de las inversiones millonarias realizadas en el barrio, la mayoría de sus habitantes decide votar a otro partido. Los motivos, múltiples, responden en gran medida a la manera que esas inversiones se han implementado y a la negativa de incorporar a les vecines en el proyecto de urbanización del barrio. De todos modos, más allá de la derrota de JxC, el FdT también perdió varios electores en los últimos años (tuvo casi 20 puntos menos en comparación a la elección del 2019). ¿A dónde fueron estos votos? El FdT sostiene que varios de sus votantes históricos no fueron a votar en la PASO --en efecto, la Villa 31 es uno de los barrios populares que tuvo menor nivel de participación en la elección--, pero también existen varios que decidieron volcarse a terceras fuerzas, como a Javier Milei y la izquierda.
"Acá siempre ganó el peronismo porque el Gobierno de la Ciudad nos abandonó mucho", reflexiona con voz pausada Rubén, mirando atento detrás del mostrador del almacén Arcoíris a la espera de nuevos clientes. Es la una de la tarde y por la entrada del kiosko, ubicado sobre la calle Perette (una de las arterias principales del barrio Mugica), no paran de pasar niñes de guardapolvo que acaban de salir de la escuela y oficinistas que trabajan en el Ministerio de Educación que se encuentra al final de la calle. Rubén, al igual que su cuñado y su hermana Celia, votaron por Leandro Santoro en las PASO, aunque lo hicieron más por rechazo al gobierno porteño que por afinidad con el FdT. "La gente de Cambiemos no me gusta nada, no los soporto. Pero también estoy enojada con el presidente por el tema de los jubilados. Yo cobro 22 mil pesos nada más", se irrita Celia, que tiene una voz como un látigo y sostiene que a ella "el que le gustaba" era Néstor Kirchner, pero no Cristina Fernández "porque ella solo ayuda a los planeros". Rubén, por su parte, lo único que pide es mayor seguridad en el barrio.
El 12 de septiembre, el FdT sacó el 48 por ciento de los votos del circuito 5 de la comuna 1 (en donde votan les vecines de la 31), casi el doble que el 25 por ciento que sacó JxC. Sin embargo, al igual que en muchos barrios populares de la Ciudad, el peronismo perdió varios puntos en comparación a los que sacó en el 2019, cuando la lista encabezada por Alberto Fernández y Matías Lammens llegó a sacar un total de 66 puntos (frente a 26 de JxC). En el FdT argumentan que ellos no perdieron los votos en el barrio, sino que hubo mucha gente que no fue a votar --el porcentaje de participación fue del 49 por ciento-- y que, en todo caso, la comparación "justa" debería hacerse con la legislativa del 2017, en la que sacaron el 38 por ciento de los votos, y no con una presidencial. "Nosotros mantuvimos la victoria del 2017, incluso subimos unos puntos. La gente no fue a votar, porque tenían un compromiso familiar, por problemas con el DNI o por X motivo, pero muchos quedaron en shock cuando vieron el resultado en la tele. Al día siguiente había muchos muy preocupados que me dijeron que el 14 sí iban a votar", asegura, convencido, Héctor, integrante de la Mesa de Urbanización y vecino del barrio.
Las derrotas electorales en la Villa 31, barrio emblema de la gestión larretista, constituyen una larga pesadilla para el Pro. Y es que pese a los créditos millonarios del Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial, el traslado del Ministerio de Educación y el intenso (y problemático) proceso de urbanización del barrio, el oficialismo porteño no logra ganar una elección en el barrio Mugica. "Es el único lugar de la Ciudad de Buenos Aires en donde el Pro pierde poniendo tanta guita. La gente no es boluda, sabemos que lo que hacen es todo maquillaje y que no se está resolviendo lo estructural, como el agua y la luz. Esas viviendas nuevas que construyeron parecen todas cárceles y se están cayendo abajo", explica Nelly, mientras hace tiempo en la entrada del Coto que se encuentra frente a la entrada del barrio. Nelly, que es es docente y vive en la Villa 31 hace 51 años, se refiere así a los problemas detectados en las nuevas viviendas del sector YPF que, a solo dos años de iniciado el proceso de relocalización, ya sufren de filtraciones y problemas en el acceso al agua corriente y electricidad. Nelly, sin embargo, votó a la izquierda en las últimas elecciones. Si bien en el 2019 votó a Alberto Fernández para presidente, este año decidió modificar su voto porque se siente "completamente desilusionada con los partidos grandes". El FIT, que sacó el 7 por ciento en el barrio, duplicó su cantidad de votantes con respecto al 2019.
La pandemia, a su vez, desnudó fuertemente las carencias estructurales del proceso de integración del barrio. Los 10 días de lucha con el gobierno porteño por la falta de agua corriente en medio del pico de contagios el año pasado aún están bastante presente en la memoria de los vecinos y vecinas, especialmente en la de aquellos que eran cercanos de Ramona Medina y Victor Giracoy, históricos referentes del barrio que venían denunciando la ausencia de las condiciones básicas de higiene en la villa y que murieron de Covid esa misma semana. "Acá todo se complicó por el tema del agua", afirma Sofía González, comunera del FdT, que insiste en que "durante la pandemia se notó que el único que estuvo fue la Nación". Por otro lado, la suspensión de las clases presenciales durante tantos meses también generó mucho malestar en las familias del barrio, muchas de las cuales no contaban con la tecnología o el espacio para que pudieran seguir las clases virtuales. Esta medida, a diferencia del agua, se la reprocharon al gobierno nacional. "Yo la voté a Vidal porque es una persona joven que piensa en los niños, en la educación. Mis nietos se atrasaron un montón, tuvieron que ir a un colegio especial particular, eso fue lo que más me dolió", se lamenta Yolanda, que es recicladora urbana y vive en el barrio hace 60 años.
El fenómeno Milei
Javier Milei sorprendió en las PASO no sólo por lograr posicionarse como tercera fuerza en la Ciudad, sino porque muchos de sus votos provinieron de los barrios con menor poder adquisitivo. En la Villa 31sacó el 13 por ciento de los votos, en línea con lo que obtuvo en toda la Ciudad. Si bien en el FdT analizan que el votante de Milei es un votante del Pro, son muches les vecines disconformes con ambos oficialismos que se volcaron al candidato libertario de ultraderecha. "Él no es como otros políticos, es economista, tiene otra visión. Mi hija está enamorada de él, a los jóvenes le gusta el aire que tiene, con todo el pelo chasqueado y esa forma verborrágica de hablar. A veces se excede y eso no me gusta, pero a ellos sí", comenta María, entre risas nerviosas. María, que vive hace 21 años en el barrio Mugica y es empleada doméstica, cuenta que durante la pandemia ella y su esposo se quedaron sin trabajo, pero que lo más duro fue para su hijo: "Él es hipoacúsico y con el encierro todo el tratamiento psicológico fue para atrás. Ahora que volvió a la escuela está mejor, pero antes no quería salir a la calle del miedo que tenía", se apena.
"La gente no soporta más esos sistemas antiguos de políticos que prometen cosas y después no dan nada, especialmente los jóvenes. Se necesita una nueva figura como la de Javier, que te habla desde otra perspectiva que no es la política de que con un choripán te compra un voto", analiza el peluquero Rubén Orlando en diálogo con PáginaI12. El estilista de las estrellas --que llegó a tener más de 30 salones en todo el país, quebró, vivió en una favela de Brasil y, desde hace 10 años, vive en la Villa 31-- es uno de los principales impulsores de la candidatura de Milei en el barrio. Si bien se considera a si mismo peronista y casi fue candidato a legislador de Guillermo Moreno a principio de año, Orlando sostiene que comparte "el mismo pensamiento" con Milei. "Por supuesto que un peronista puede votar a Milei. Si Perón defendía a todos los puestos, a pobre y al rico, porque eran los ricos los que los que dejaban trabajar a la clase obrera. ¿Te crees que el credo liberal es matar gente? No, acá lo que hay que hacer es terminar con los planes y dar trabajo", se indigna el profeta libertario del barrio Mugica.
El voto Migrante
Uno de los motivos de la baja participación en la Villa 31 estuvo directamente vinculado a los problemas que muchos vecinos y vecinas migrantes --que representan a la mitad de la población del barrio-- tuvieron a la hora de votar. "No estaban todos empadronados y a mucha gente la mandaron a votar afuera de la villa y como no sabían porque no les avisaron no fueron. Pusieron muchos obstáculos, en Cerrito les dijeron que sólo se podía votar hasta la 1, en otras mesas no dejaron porque decían que todavía no habían llegado las autoridades. Engañan a los migrantes, que muchos tienen miedo, no reclaman y se regresaron sin votar", denunció Martina, referenta de la Diversidad Trans Villera del barrio.
Si bien a nivel general el voto de extranjeros se multiplicó por nueve en la Ciudad debido a la nueva implementación del padrón automático --que pasó de 20 mil inscriptos a 417 mil en dos años--, existe un problema en el acceso a la información que pone muchas trabas a les migrantes a la hora de votar. "Para poder votar es preciso contar con el DNI y la residencia permanente, pero hay una gran desinformación de la que es responsable el Poder Ejecutivo de la Ciudad. Si mirá los datos del Anuario Estadístico Migratorio te das cuenta que el 34 por ciento de las personas migrantes que no fueron a votar fue porque no tenían información", sostuvo Ana Paula Penchaszadeh, investigadora del CONICET del Instituto Gino Germani que se especializa en el tema.