Uno de los nombres esenciales del psicoanálisis en la Argentina, el doctor en Psicología Osvaldo Delgado, también miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), creada por Jacques-Alain Miller, fue nominado recientemente como Analista de la Escuela (AE). "Son miembros de la Escuela todos aquellos que han podido dar cuenta suficiente de su implicación decidida en sus análisis, en su formación teórico-clínica, y de su deseo de trabajar en Escuela, para garantizar la presencia del psicoanálisis en el mundo. Esta selección está a cargo principalmente de una Comisión de Admisión. Estas admisiones deben ser reafirmadas por los Consejos de las Escuelas y por el Consejo de la Asociación Mundial de Psicoanálisis", explica Delgado. "El AE (Analista de la Escuela) es una nominación de sólo tres años, que luego caduca. Para ser instituido como tal, el AE debe realizar un trabajo intenso, donde demuestre haber llegado al final de análisis y dar pruebas del advenimiento de un analista a partir de su propio análisis", señala Delgado que también es miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana Argentina, una de las siete instituciones que componen la AMP. Delgado fue noticia en el mundo del psicoanálisis por esta nominación, pero también porque acaba de publicar su nuevo libro Leyendo a Freud desde un diván lacaniano (Grama Ediciones). Además de psicoanalista, es un agudo lector de la realidad argentina y da cuenta de lo que está sucediendo en el país, pandemia mediante, y en ese sentido, siempre aporta su mirada lúcida sobre temas de relevante actualidad.
--¿Cómo se puede leer desde el psicoanálisis la intimidad como espectáculo que se está viendo actualmente a partir de la proliferación de las tecnologías de la comunicación y de los medios audiovisuales?
--Lamentablemente no me parece que eso sea nada venturoso. La intimidad como espectáculo es una de las grandes operaciones de goce del mercado y de la cultura neoliberal. No es algo que yo aplauda ni que me parezca fantástico. Todo lo contrario. La intimidad como espectáculo realmente parece que está en la línea de querer transformar la cultura en imperativo de goce colectivo, anulando la singularidad, la intimidad en contra del deseo y en contra del amor. Es la mostración de la intimidad como puro valor de goce. Está en el mercado y es tomado como algo libertario, como si fuera algo progresista y, en verdad, la pérdida de la intimidad es realmente algo muy complicado porque la intimidad es una palabra muy digna. Hay cosas muy valiosas que ocurren en la intimidad, así sea un encuentro sexual, así sea una charla íntima con un hijo o una hija. Lo otro es realmente una intrusión de este goce mundial ligado al despliegue de todo este sistema planetario de intromisión a la intimidad. Yo estoy totalmente en contra de eso porque me parece que en la intimidad uno lee, estudia, analiza. La intimidad tiene un valor fundamental. Si perdemos la intimidad el mercado nos devoró.
--¿Cómo se puede interpretar la pulsión de muerte en un mundo cruel, con torturas y asesinatos como el actual?
--Bueno, el discurso capitalista, tal como lo formuló Lacan, se ha hecho presente en forma absoluta y uno de los tantos efectos que produce es ese porque el imperativo del discurso capitalista es "¡Goza!". Es el imperativo de goce sin miramientos. Por eso, al mismo tiempo hay una promoción muy fuerte en la cultura contemporánea de las figuras del cínico y del canalla. Encontramos cínicos y canallas por todos lados. Se ha tomado la canallada como un morbo común habitual y no como algo raro, extraño o excepcional. Hay permanentemente actos canallas y salen publicitados por todas las redes, por televisión. Los canallas tienen una promoción muy alta. El canalla no cree en ningún otro, el canalla no opera contra sí mismo, opera siempre contra el otro y goza operando contra el otro. La promoción del canalla implica la ruptura de los lazos de solidaridad, por ejemplo, el atentado al lazo amoroso. No hay que olvidarse que ya el joven Marx en sus escritos de juventud decía que hay una sola cosa que el capitalista no puede comprar: el amor. Eso lo dice Marx, no Freud. Felizmente eso sigue siendo. Lo que tiene que ver con el amor, por ejemplo, se topa con un imposible. Y con el arte también pasa lo mismo.
--Desde una mirada lacaniana, ¿la pandemia sigue siendo un Real o cree que los sujetos han podido simbolizar lo que significa esta época trágica?
--Han pasado dos cosas. Esta tragedia es un Real sin ley que ataca, mata y no se lo ve. Es un enemigo que puede matar. Lo único que se podía hacer se hizo. Felizmente se hizo todo el dispositivo de cuarentena que generaba otros efectos ligados a depresiones, angustias, pero la no cuarentena implicaba la muerte. Era la elección entre morir o angustiarse por el encierro: tener angustia traumática freudiana ante la muerte o angustia señal por el encierro, el aislamiento y todo eso. Efectivamente, la cuestión de la vacunación y las medidas que el gobierno tomó más los avances de la vacunación fueron permitiendo que haya una reducción de la angustia colectiva. También hubo descuidos porque todavía el virus está presente, ahora bajo la forma Delta y hay que seguir teniendo cuidados y protocolos y todo eso. Me preocupa mucho la cuestión de los chicos en las escuelas, la cuestión de la posibilidad de contagio. Me preocupa porque no se les puede pedir a los chicos que cumplan protocolos de distancia. Es imposible, una locura. Alguien que dice eso no conoce a los chicos. Yo he sido maestro de grado muchos años y sé muy bien lo que pasa en la escuela con los chicos: lo único que quieren es agarrarse, correrse, tirarse. Pretender que los chicos puedan estar encuadrados a distancia es loco directamente. Sí puede estar esta cuestión de las burbujas, de dividir un curso en dos o tres partes o en diferentes días. Pero pretender que los chicos tengan distancia social uno del otro es no tener la más mínima idea de lo que es un chico.
--¿Cómo se puede trabajar con una mirada anclada en los derechos humanos teniendo en cuenta que para el psicoanálisis no existe la identidad sino que hay identificaciones?
--Yo tengo un compromiso muy grande con los derechos humanos. Mis cátedras en la Facultad tienen una madrina que es Nora Cortiñas. Creo que son las únicas cátedras que tienen una madrina. Norita Cortiñas es una gran amiga. Y yo tengo un compromiso. Soy docente de la Diplomatura Internacional de Derechos Humanos, que dirige el juez Alejandro Ramos Padilla. En el Hospital de Clínicas tengo un dispositivo clínico muy importante que es de la Universidad de Buenos Aires y de la Facultad de Psicología, que se llama Psicoanálisis y Derechos Humanos. Y vengo trabajando en derechos humanos desde la crisis del 2001, en la Villa 1-11-14, en el Partido de Merlo y en muchísimos lugares. Hemos trabajado con la Organización de travestis y transexuales. También hemos trabajado con la Asociación de sobrevivientes de la tortura. Ahora estamos también recibiendo transexuales que vienen derivados por unas monjas maravillosas en el interior del país. Ellas hacen un trabajo fantástico con transexuales, les enseñan oficios, las alojan, tratan de reestablecerles condiciones de vida digna y todas aquellas que necesitan tratamiento las derivan a mis cátedras. Y mucho más. Hacemos una cantidad de actividades muy importantes hace más de veinte años. No me genera ninguna complicación ser psicoanalista. Al contrario: yo considero, como dijo Eric Laurent, que el psicoanalista tiene un deber ético de la defensa de la democracia porque primero sin democracia no puede haber psicoanálisis. En un país totalitario no puede haber psicoanálisis. Requiere de la democracia. Y el núcleo de la democracia, el corazón de la democracia son los derechos humanos. Para que algo sea democracia la columna central tienen que ser los derechos humanos.
--Freud postula en Psicología de las masas y análisis del yo que el odio puede tener un valor unitivo en la conformación de la masa. ¿Cómo se puede aplicar este concepto en esta Argentina actual?
--Bueno, tenemos ejemplos. Freud plantea la cuestión de la masa, la identificación entre los yoes, entre los semejantes y el lugar del Ideal del Yo. Pero dice que a ese lugar del Ideal del Yo (que Freud trabaja con la Iglesia y el Ejército, el jefe militar o el Cristo), una idea negativa, dice Freud, puede tener el mismo valor unitivo: el odio. El odio es una pasión de nuestra época. En Retórica, Aristóteles dice: "El odio quiere decir que el otro no exista". No es un enojo, un malestar sino que el otro no exista. Y en la República Argentina lo hemos visto y lo seguimos viendo permanentemente. Cuando estaba toda la cuestión de la salida a las plazas en pleno horror de pandemia y "lucha por la libertad", como dice un colega mío, la envoltura formal por la libertad encubría la pulsión de muerte. Lo voy a citar: lo dice Ernesto Sinatra. Llevar a la gente a concentraciones, manifestaciones o a todo eso que se hacía por "la libertad", en realidad, era pura pulsión de muerte. Y uno tiene que escuchar cosas como que acusan al gobierno nacional de que "prohibió esto, prohibió lo otro, redujo tal cosa, nos obligó a esto", como si hubieran sido decisiones autoritarias y no de cuidado. No había ninguna otra posibilidad de recursos porque no estaban las vacunas y el único recurso sanitario eran todas esas medidas de seguridad. Y uno tiene que escuchar ahora, en plena campaña, políticos diciendo "El gobierno nos hizo esto, el gobierno nos encerró, el gobierno nos quitó las horas para caminar, no nos permitía hacer gimnasia, no nos permitía salir, no permitió que los chicos vayan a la escuela", como si el gobierno fuera un monstruo terrible, siniestro y autoritario que hizo eso por el solo goce de dominar de un modo totalitario y no que había un virus en todo el mundo que mataba a millones de personas. Es tal el despropósito que uno tiene que escuchar muchas veces, que uno no sabe si esa persona realmente cree en la barbaridad que está diciendo o es todo absolutamente mentira aunque sepa que está diciendo una barbaridad. No se sabe si realmente está creyendo en eso. Es muy loco eso, como cuando se hablaba de "la prohibición de que los chicos vayan a la escuela", como si el gobierno nacional gozara de que los chicos no fueran a la escuela, como si fuera una operación siniestra, cuando eso tenía que ver con el cuidado de la salud. No había otro recurso. No estaban todas las vacunas. Escucho cinco minutos de eso y no soporto porque me indigna, es como si el gobierno nacional hubiera armado toda una cárcel durante un año y medio y nos haya metido en una calabozo a cada uno por su goce oscuro y totalitario. Y no que había un virus que estaba matando millones de personas en el mundo y no había vacunas. Es lo mismo que operar a alguien y no dejarlo moverse después de la operación porque si se mueve se muere y que ese otro diga "Violaron mis derechos porque me ataron en una camilla, me doparon y no me dejaban levantarme". A veces, los atan para que no se saquen la sonda porque si no el tipo se muere. Y el tipo ve que son fascistas y nazis porque no lo dejaron moverse. Esto es lo mismo.
--¿Cómo surgió la idea del libro Leyendo a Freud desde un diván lacaniano?
--Es efecto del análisis y del final de análisis. Una cuestión es que al final del análisis pude advertir con total contundencia que la pasión y la satisfacción que yo tengo y la sorpresa permanentemente de estar todo el tiempo leyendo la obra de Freud desde la última enseñanza de Lacan. Así como nuestro gran y extraordinario Oscar Masotta pudo leer a Freud desde el primer Lacan, a mí me surgió como efecto de mi análisis que ha sido con Jacques-Alain Miller, que pude ubicar y precisar bien cómo me dediqué y la pasión que tenía, donde siempre encontraba cosas absolutamente novedosas, distintas y sorprendentes de Freud, que sigo encontrando permanentemente. Me pasa eso hace tiempo, pero en los últimos tiempos cada vez más. Este libro es un producto clave y contundente de los efectos de esos encuentros, de esos "descubrimientos", porque está en Freud. Pero la última enseñanza de Lacan me permitió encontrarme con muchas más cosas en las obras de Freud.
--¿Es una lectura desde una mirada lacaniana sobre conceptos de Freud?
--Es una lectura de Freud que yo trabajo hace muchos años, pero la última enseñanza de Lacan me permitió elaboraciones originales, distintas, heréticas, subversivas, muy novedosas como efecto del análisis.
--Usted recupera un viejo debate entre cómo Freud y Nietzsche concebían la culpa. ¿Cómo puede leerse ese viejo debate en la actualidad?
--Nietzsche lo ubicaba más históricamente y no tanto estructuralmente por parte del sujeto en La genealogía de la moral. Freud lo ubicaba estructuralmente en el sujeto y ubicaba dos cuestiones. Quiero aclarar esto porque muchas veces se confunden: una cosa es la conciencia moral, que tiene que ver con la ética, y otra cosa es el masoquismo moral. La satisfacción oscura es el masoquismo moral. Pero la conciencia moral, la ética es algo distinto. Y tiene sus diferencias con Nietzsche pero Freud abrevó enormemente la obra de Nietzsche. Incluso, Nietzsche dice en un capítulo que se llama “Los despreciadores del cuerpo” algo fundamental. De ahí Freud toma el concepto de "Ello". Es un concepto que proviene de Nietzsche. Y, además, lo que uno puede plantearse son cuestiones que va a formular Lacan ya en la última parte de su obra y que en Nietzsche lo encontramos en “Los despreciadores del cuerpo”.
¿Por qué Osvaldo Delgado?
Doctor en Psicología por la Universidad de Buenos Aires, Osvaldo Delgado es analista miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. También es miembro del Consejo Estatutario de la Escuela de la Orientación Lacaniana. En la Universidad de Buenos Aires es Consejero Superior por el Claustro de Profesores. En la Facultad de Psicología de la UBA es Profesor Regular Titular con dedicación Exclusiva de la Cátedra I de Psicoanálisis: Freud; Profesor a cargo de las Materias Construcción de los Conceptos Psicoanalíticos y de la cátedra II de Escuela Francesa. Es miembro de la Comisión de la Maestría en Psicoanálisis y del Comité de Ética. En la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA es miembro de la Comisión Directiva de la Maestría en Estudios Interdisciplinarios de la Subjetividad. También docente del ICdeBA y de la Maestría de Psicoanálisis del ICdeBA-UNSAM y del IOM. Es miembro del Comité Académico de la Maestría en Psicoanálisis Lacaniano de la Universidad Nacional de Córdoba y Profesor de la Maestría en Psicoanálisis de la Universidad Católica de Guayaquil, Ecuador. Es director del Dispositivo Asistencial de Psicoanálisis y Derechos Humanos del Hospital de Clínicas, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En el prólogo del reciente libro de Delgado, Leyendo a Freud desde un diván lacaniano, Mariana Gómez destaca: “Leyendo a Freud desde un diván lacaniano es el título que precipita como consecuencia de la posición de su autor, de su posición ética. No hay otra forma posible para él. A partir de este título, los textos que integran este libro se nos presentan, advertirán queridos lectores, como piezas sueltas que engarzan finalmente en un conjunto epistémico y político por el cual nos vamos deslizando hasta quedar un poco aguijoneados, conmovidos, por la profundidad, valentía y agudeza de su pluma. Una experiencia de lectura que nos lleva por distintas zonas, donde cada una abre nuevas ventanas del hermoso edificio psicoanalítico que Osvaldo construyó”.