Tres escritores argentinos ganaron el Premio Internacional de Cuento Abelardo Castillo, organizado por la Revista Be Cult. A la primera edición del certamen se presentaron 3.064 cuentos provenientes de 27 países. Matías Alinovi obtuvo el primer premio, dotado de 150 mil pesos y una obra del artista Fernando García Curten, con “Heidegger”. El segundo premio fue para “Animales paternos”, del cordobés Juan Revol, que recibirá 80 mil pesos. El tercero lo ganó Máximo Huerta, que se llevará 50 mil pesos, con “El rosa que llevamos dentro”. El jurado estuvo integrado por el cubano Leonardo Padura, el escritor argentino Sebastián Basualdo y la periodista y editora cubano-argentina Claribel Terré Morell, directora de la revista.
El jurado de esta primera edición decidió otorgar además seis menciones a “El atropello”, de Reina Roffé; “Las barrosas”, de Juliana Gualpari; “Lo que no fue”, de Marcelo Pitrola; “Osito”, de Melina Ruiz Natalí; “El descarrilamiento de los Kroll”, de Marcos Alberto Martínez; “Un poema para Laika”, del venezolano Gabriel Payares, que vive en Buenos Aires; y “La bestia”, del chileno Raúl Molina Otárola. La mayoría de las historias presentadas al premio están deslocalizadas, sin un escenario o país reconocible; aparecen temas como la soledad, la crueldad, el abandono y la muerte y “pocos cuentos optimistas”. Otro detalle significativo es que muchos escritores hombres participaron con seudónimos de mujeres.
“Un concurso literario siempre es movilizar letras y preguntas; en parte eso también es una revista -planteó Terré Morell, directora de Be Cult-. Por eso cuando con Antonio Birabent y Esteban De Gori, los otros directores asociados, decidimos hacer la convocatoria en el primer año de Be Cult y en el momento más duro de la pandemia, sabíamos que la participación podría ser grande”. Los tres tuvieron muy presente una reflexión de Abelardo Castillo: “¿Qué sentido tiene la literatura en un mundo sin sentido? No hay más que dos respuestas. La primera: ningún sentido. La segunda es precisamente la que hoy no parece estar de moda: el sentido de la literatura es imaginarle un sentido al mundo y, por lo tanto, al escritor que la escribe”.
Los directores de la revista y el jurado reconocieron el apoyo de Sylvia Iparraguirre, escritora y compañera de Abelardo Castillo, quien estará presente en la entrega de los premios y menciones, que se realizará el jueves 11 de noviembre a las 18 horas en la Biblioteca Pública Parque de la Estación. En el acto de premiación se dará a conocer la fecha del Maratón Internacional de Lectura Abelardo Castillo, una idea del Grupo Homenaje, creado por la revista, en el que lectores de diferentes partes del mundo leerán la obra del autor de Las otras puertas y Cuentos crueles, entre otros libros de cuentos.
En el mismo año en que ganó el segundo premio en el concurso del Fondo Nacional de las Artes con el libro de cuentos La paradoja de los gemelos, Alinovi (Buenos Aires, 1972), licenciado en Ciencias Físicas en la Universidad de Buenos Aires, subraya que es “una enorme alegría” ganar la primera edición de este concurso. “Abelardo Castillo es un clásico de la literatura argentina. No hay nadie que no recuerde el viaje a la nada en el comienzo de El que tiene sed, esa decadencia nebulosa de micro de larga distancia. Quien evoca lo hace como una experiencia que reconoce, aunque no la haya vivido, en los modos alterados de la conciencia, en el aturdimiento de lo sensorial, en el naufragio del sentido. La escena es un gran mareo; es decir, una escena en la que Castillo no se refiere al mareo, sino que marea”, pondera el autor de las novelas La Reja (Alfaguara) y París y el odio (Entropía), que también ha publicado el libro para chicos El secreto de Borges (Pequeño editor).
“Heidegger”, el cuento premiado, “tiene y no tiene relación” con el filósofo alemán, según anticipa Alinovi. “Este año leí los libros del filósofo argentino Néstor Cordero, que hizo una extraordinaria reinterpretación del poema de Parménides. Cordero no siente simpatía por Heidegger, y cuando puede lo critica. En algún pasaje dice que Heidegger suele no ver las cosas donde están para buscarlas donde no se encuentran. Tomé la oración como epígrafe de un cuento potencial, pensando que Heidegger podía ser el nombre de un perro. Un perro que no viera las cosas donde están y las buscara donde no se encuentran”.