Desde Barcelona
UNO Rodríguez vibrando y, no, no es volcán sino grieta. Ya se sabe aunque no quiera recordárselo: Falla de San Andrés. Cicatriz que nunca cicatriza en el rostro perfecto de la inflamable California a lo largo de 1300 kilómetros hasta México. Una "falla transformante" y productora de asombrosos efectos especiales. "Hito natural nacional" que --se lo predice para algún instante definitivo en los próximos treinta años-- viene acumulando presión desde hace tres siglos y cualquier día de estos... Mientras tanto y hasta entonces, "The Big One" sónico en ese paisaje Ambien-ambient a devastar es la ya devastadora Lana Del Rey como sísmica falla dando en el blanco con el pleno acierto de quien sabe lo que quiere y cómo conseguirlo y quererlo.
DOS Y esta contratapa no es una falla geológica, pero sí una réplica más o menos sísmica de algo que pensé y escribí hace ya tiempo, cuando en 2019 Lana Del Rey editó esa obra maestra que es Norman Fucking Rockwell! con escala obligatoria en "Mariners Apartment Complex". Lo que volví a pensar este mismo año cuando sacó Chemtrails Over the Country Club (gran título que contiene al standard instantáneo "Let Me Love You Like a Woman"). Y lo sigo pensando al oír con los ojos y viendo con los oídos al flamante Blue Banisters, ahora, liberando aquellas letras, para que lo/las piense Rodríguez.
Lana Del Rey nacida en 1985 como Elizabeth Woolridge "Lizzy" Grant y --por apenas con un debutante y renegado álbum-- rebautizada en 2010 como Lana Del Ray con a.
Enseguida (y, sí, a continuación, como en los álbumes de esta chica inmensa, muchos nombres y referencias y títulos para que se quejen los quejosos convencidos de que la culpa de que no entiendan o no conozcan algo es siempre de los demás y nunca de ellos mismos), Lana Del Rey como alias que cruza a Lana Turner con Ford modelo Del Rey.
Lana Del Rey como Barbie Lana para la que ella misma es su único accesorio.
Lana Del Rey quien nació (a diferencia de la banda del Sgt. Pepper o Ziggy Stardust) ya hecha y derecha y no simple y ocasional y ya tardío alter-ego artístico de esos que adoptan Janet Jackson y Madonna y Mariah Carey y Britney Spears y Beyoncé, aburridas de sí mismas o porque los demás ya empiezan a aburrirse de ellas.
Lana Del Rey quien no tiene nada que ver con calculadas y calculadoras al milímetro Taylor Swift (quien la idolatra) o Katy Perry o Lady Gaga. Tampoco con las funcionalmente disfuncionales Lorde o Billie Eilish o Fiona Apple (y a las que Rodríguez no les cree demasiado aunque las respete).
Lana Del Rey a emparentar con voces de Portishead o Mazzy Star o con esa Aimee Mann musicalizando ese milagro angeleno que es Magnolia de Paul Thomas Anderson. Pero quien, en verdad, viene de mucho más lejos: de las gargantas profundas y fantasmas de Laura Nyro & Judee Sill, del oficio de Carole King & Carly Simon, del gótico-moderno de Nico & de Kate Bush, de los sonrientes blues urbanos de Rickie Lee Jones & Suzanne Vega.
Lana Del Rey como una Nancy Sinatra que se peleó con Daddy Blue Eyes y se fugó de casa para unirse a la Manson Family para salir de allí justo antes de...
Lana Del Rey que es como una torch singer de acetileno. Como prima lejana y "con problemas" de Adele. Como sobrina del tío Chris Isaak o hijastra de Warren Zevon quienes una noche se pasaron de copas en una fiesta familiar y... Como bisnieta de Norma Desmond mudándose al Chateau Marmont en cuyo bar canta la crepuscular Peggy Lee. Como las cinematográficas Cecilia Brady enThe Last Tycoon de Francis Scott Fitzgerald y la Faye Greener enThe Day of the Locust de Nathanael West (actuada en la película por Karen Black, esa actriz de mirada tan rara como la de Lana Del Rey). Como Edie girando y mareándose The Factory. Como la bruja new-age Yvonne, de Mendocino County, en Already Dead de Denis Johnson. Como compañerita de juegos en recreo del pequeño psicótico Norman Bates y como colega de juergas de Eve Babitz.
Lana Del Rey que suena a encendido atardecer West Coast pintado por Ed Ruscha.
Lana Del Rey cuyo fraseo y tempo son ideales para que, mientras sopla y resopla el enloquecedor Santa Ana, una joven y angulosa Joan Didion cante en la ducha, David Lynch salga a soñar en silencio porque "no hay banda" por Mullholand Dr., y los vampiros de Bret Easton Ellis bajen en caída libre por Ventura Boulevard para cruzarse con el auto en el que van y vienen como coyotes recorrecaminos Rick Dalton & Cliff Booth.
Lana Del Rey quien protagoniza grandes y motorizados y licantrópicos video-clips casi domésticos y a la que se acusó de ofrecer la peor live performance en toda la historia de Saturday Night Live para --par de shows después-- ser imitada/redimida por la formidable Kristen Wiig.
Lana Del Rey elegante súcubo posesivo y maníaco-referencial nutriéndose de a quienes admira citándolos por nombre, obra o vida: John Lennon y David Bowie y Joan Baez (quien la admira sin atenuantes) y The Beach Boys (y Dennis Wilson) y The Eagles y Joni Mitchell y Eminem y Stevie Nicks y Crosby, Stills & Nash (y Neil Young a solas) y Frank Sinatra y Led Zeppelin y Kanye West y Miles Davis y Sylvia Plath y Tammy Wynette y Radiohead (de quienes tomó prestada sin pedírsela su "Creep" para "Get Free") y Lou Reed (quien la llamó para hacer algo juntos y murió "dos minutos después" de que el avión de la convocada que salió de LAX aterrizase en JFK) y siguen las firmas.
Lana del Rey quien --como toda buena hija de Manhattan y estudiante de filosofía y metafísica-- entiende a California más como un state of mind que como sitio real. California como estado desunido al que cantarle largos adioses con aliento retro-vintage-déjà vu y con esos colores desteñidos de los films de los '50s-'60s-'70s. Y Lana Del Rey lo viene haciendo desde el 2012 con Born to Die (incluyendo al consagratorio "Video Games" y, en su edición Paradiso, al majestuoso Ride), Ultraviolence (su primer gran álbum, de 2014), Honeymoon (2015), y el "con invitados" de 2017 Lust for Life. (Y, sí, con la excusa que era para regalárselo a su hija, Rodríguez se compró su poemario, Violet Bent Backwards over the Grass, pero al final se lo quedó él.) Todos y cada uno con obligatorio sticker que advierte Parental/Advisory/Explicit Content porque en los versos de Lana Del Rey abundan los bailes sensuales y las drogas duras y el sexo blando y la palabra fuck en todas sus acepciones y ese aburrimiento existencial que puede llevar a pensar en hacer cosas raras.
TRES Y ahora vuelve a hacerlas. La influenciada e influyente Lana Del Rey --en la cima del mejor songwriting Made in USA-- sonando a lo suyo y nada más que suyo. Aquí, en el más personal y autobiográfico que nunca pero de nuevo organizado como suite-en-canciones Blue Banisters, con más clásicos lanadelreyísticos como la pandémica y contagiosa y confinada "Black Bathing Suit". "Si este es el final, quiero un novio / Alguien con quien comer helado y ver televisión", susurra allí como invariable variante hembra Alfa quien cortó toda red social cansada de sus virus y toxinas. Lana Del Rey --nacional y transformante hito natural--surfeando las olas de su propio tsunami, sin fallar ni caerse de la tabla, con sus cuentos y cuentas en orden, y anticipando en sus canciones a los primeros temblores del último terremoto que aquí viene, que ya está aquí, que es ella.