"Dada la relativamente baja cantidad requerida, el litio no es recurso crítico en términos económicos en una política de impulso a la electromovilidad, aunque sí tiene peso político. Pero lo que es indispensable es hacer un desarrollo tecnológico propio, ya sea en la extracción de litio como en el desarrollo de baterías o en la industria automotriz. Hay que recrear en la electromovilidad la construcción que hizo Jorge Sábato con la Comisión Nacional de Energía Atómica", considera Ernesto Julio Calvo, investigador superior del Conicet y referencia ineludible en litio, mineral que está en el centro de la transición energética debido a rol en la fabricación de baterías, las cuales son indispensables para avanzar en la electrificación y la descarbonización de los sistemas energéticos. Página/12 consultó a Calvo en relación al proyecto de ley de movilidad sustentable que presentó el Gobierno días atrás.
-¿Qué implica a nivel de la extracción primaria de litio los planes globales de electrificación del transporte, cuya versión local es el proyecto de ley de movilidad sustentable que presentó el Gobierno?
-Para comenzar conviene ver que hasta ahora en el país hay solo dos proyectos extrayendo litio --la norteamericana Livent en el Salar del Hombre Muerto, Catamarca, y Orocobre, en el Salar de Olaroz--. Desde 2017, hay unas 60 empresas que no pueden avanzar. Y esto no es solo porque en el litio hay mucho humo y negocio inmobiliario. Es que, además, el método actual de extracción de litio no es eficiente económicamente ni sostenible a raíz del volumen de agua que requiere y de residuos que genera. Exige un tiempo de entre 18 a 20 meses para llegar a una salmuera rica en litio y tiene una eficiencia muy baja por la alta solubilidad del carbonato de litio que no permite abordar el volumen de demanda que exige la electrificación del transporte.
Por ejemplo, un auto Tesla S tiene unos 6 kg de litio en la batería mientras que un celular tiene unos 0,5 g en su batería. Es decir, la batería de un auto eléctrico tiene tanto litio como unos 12.000 celulares. Para un millón de autos eléctricos se requieren entonces 6 mil toneladas de litio o 30 mil toneladas de carbonato de litio equivalente. Técnicamente, hay un problema no resuelto en la extracción. El cambio tecnológico, tarde o temprano, va a ocurrir hacia los métodos de extracción directa a partir de la utilización de nanofiltración, solventes o con extracción electroquímica, que se vienen desarrollando pero todavía no están disponibles a escala industrial.
-¿Qué facilidades tiene Argentina para avanzar en el terreno de la movilidad sustentable al contar con abundancia de litio?
-Para abastecer a todo el plan de renovación de buses, a 1800 unidades por año, se necesitan 100 toneladas de litio anuales (500 de carbonato de litio equivalente) y el año pasado se exportaron 31.500 toneladas de carbonato de litio, a pesar de que el sector todavía está en una etapa temprana del desarrollo de la extracción primaria. En otras palabras, el litio necesario se podría importar sin mayores problemas, pero tenemos litio argentino. La relevancia del litio es más política que económica.
Desarrollo nacional
Actualmente, para la extracción del mineral, las empresas realizan un pozo de 200 a 400 metros de profundidad desde donde extrae agua junto con minerales. El líquido se deja reposar entre uno y dos años en piletones enormes en donde el agua se evapora por efecto de la energía solar. El compuesto resultante requiere de grandes cantidades de agua dulce para llegar al carbonato de litio, lo cual imprime a esta actividad fuertes tensiones sociales y ambientales con las comunidades locales.
Ernesto Calvo y su equipo desarrollaron un método de extracción de litio a través de la química que es más rápido y menos contaminante que los tradicionales. No requiere de grandes cantidades de agua y reduce el proceso de producción a horas. Sin embargo, todavía funciona a escala del laboratorio y no fue probado a nivel industrial. "Todo el mundo está en el mismo camino de encontrar un nuevo método de extracción que funcione a escala industrial", explica Calvo.
-¿Dónde puede ubicarse Argentina en la carrera tecnológica de la electrificación del transporte?
-Argentina tiene litio para abastecer a todo el mundo. Pero más allá de los problemas ambientales del actual método de extracción, ¿quién se queda con la renta? La realidad es que las regalías son del 3 por ciento en boca de mina, que es algo así como el 1,6 por ciento de las ventas. Y los números actuales desmienten la idea del "oro blanco": las exportaciones de litio no son más que 134 a 184 millones de dólares por año, el 1 por ciento del complejo sojero. Y además, la plata del litio de reparte en un puñado de manos. Entonces el país tiene que concentrarse en la generación de capacidades para el desarrollo tecnológico, porque sino es como tener trigo y no saber hacer tallarines.
-¿Y cómo analiza en ese sentido el proyecto de movilidad sustentable?
-Creo que falta esa visión de largo plazo que guió a la Comisión Nacional de Energía Atómica y permitió que Argentina pudiera hacer reactores nucleares. Se necesita más coordinación entre los ministerios y también definiciones más claras en relación al papel de la industria nacional. Por ejemplo, China sería el único jugador capaz de instalar en el país una fábrica de baterías o de buses. ¿Ellos van a hacer integración tecnológica con el entramado local? Hoy se fabrican carrocerías en Argentina entre otros componentes de un autobús.
Por otro lado, hay que pensar bien en qué lugar insertarse de las cadenas de producción. Por ejemplo, no tiene sentido competir con los chinos en la fabricación de baterías para celulares. Pero sí es válido el ejemplo de Europa, que analiza cuál es la batería del futuro y ahí pone el énfasis de investigación. El país tiene con qué posicionarse, porque hay un gran sistema científico e incluso la industria automotriz tiene desarrollo suficiente para pelear por las inversiones que se necesitan. La tecnología es mucho más valiosa que tener el litio abajo de la tierra.
Movilidad sustentable
El proyecto de ley presentado por el Gobierno establece un régimen de beneficios fiscales durante 20 años tanto para la demanda de vehículos eléctricos como para las empresas involucradas en la fabricación de los propios autos, autopartistas, fabricantes de baterías y cargadores, entre otros.
El régimen promueve el "diseño, investigación, innovación, desarrollo, producción, comercialización, reconversión y/o utilización de vehículos propulsados por fuentes de potencia no convencionales, estimulando la utilización creciente y sostenida de este tipo de vehículos, en todas sus modalidades". Además, propone al 2041 como fecha límite a partir de la cual no se podrán comercializar vehículos con motor de combustión interna nuevos en el territorio nacional.
Se contemplan beneficios como la devolución anticipada de IVA y amortización acelerada en el Impuesto a las Ganancias para las inversiones asociadas a la movilidad sustentable y un bono verde de crédito fiscal para los consumidores que adquieran vehículos eléctricos, que además quedarían eximidos de Bienes Personales.