Tras el receso que impuso la pandemia entre marzo y septiembre de 2020, los dirigentes de la mayoría de los equipos de Primera A tomaron una decisión estratégica: darle cabida en sus planteles a jugadores de divisiones inferiores para abaratar los presupuestos y abrir a futuro ventanas de negocios. Y un año después se perciben los buenos resultados de la apuesta: por lo menos quince de esos jugadores se han afirmado como titulares y figuras. Una nueva generación de futbolistas sub 23 domina la escena del fútbol argentino. Varios de ellos, incluso, ya son mirados con interés por los grandes equipos de Europa y podrían ser transferidos en los próximos dos mercados de pases.
Es todo un dato que el correntino José Manuel López comparta con Julián Alvarez (21 años) y el inagotable José Sand (41), la punta de la tabla de goleadores del actual campeonato con 11 tantos. Con apenas 20 años, López devolvió con goles la confianza que le depositó Luis Zubeldía, el técnico de Lanús, y ahora, nadie lo mueve del ataque. Entre él y Sand han anotado 22 de los 33 tantos granates. Pero no sólo López ha empezado a brillar. En la misma lista, aparecen los nombres de Martín Ojeda (10 goles para Godoy Cruz) y de Juan Manuel Cruz (7 para Banfield). Ojeda tiene 22 años y Cruz, apenas 20. Son futuro en estado puro.
La nueva camada resalta varios nombres más: Benjamín Rollheiser (21 años), Santiago Simón (19) y Enzo Fernández (20) en River, Luis Vázquez (20), Aarón Molinas (21) y Marcelo Weigandt (21) en Boca, Nicolás Fernández Mercau (21) en San Lorenzo, Sergio Barreto (22) en Independiente, Luca Orellano (21) en Vélez, Franco Zapiola (20) y Bautista Kociubinski (20) en Estudiantes, Facundo Farías (19) en Colón, Giuliano Galoppo (22) en Banfield, Luciano Gondou (20) en Sarmiento y Gino Infantino (18) en Rosario Central ya se han ganado sus puestos. Entran mucho más de lo que salen en sus equipos. Es posible que ninguno sea un supercrack, de esos que dejan una marca en la historia. Y es seguro que ninguno está en el radar de la Selección Argentina , ni tiene chances de sumarse a las próximas convocatorias de Lionel Scaloni. Pero son todos buenos y muy buenos jugadores. Todavía con mucho para entregar. La mayoría tiene destino europeo y sus inquietos representantes ya se están moviendo para concretarlo. Cuanto antes, mejor.
Sería una pena que los clubes quieran desprenderse tan pronto de estos jóvenes valores. Pero así funciona el fútbol nuestro de cada día. Los chicos llegaron a primera por una jugada a futuro de los dirigentes quienes, en un contexto incierto y con los ingresos recortados por la pandemia, decidieron ponerlos en vidriera. La idea era mostrarlos y venderlos y en eso están. La buena noticia es que de las canchas argentinas siguen saliendo buenos jugadores. La mala es que duran cada vez menos por aquí. Se van demasiado rápido. Y nadie se queja por ello.